Conoce al Papa, n.
19.
Luis-Fernando Valdés
Benedicto XVI ha
mostrado que es un Pastor con gran decisión para abordar los problemas más espinosos
que aquejan a la Iglesia. Pero ya desde su época como Prefecto de la Doctrina
de la Fe, el Card. Ratzinger había recibido de Juan Pablo II encargos muy
complicados, como el diálogo con los lefebvrianos.
Esta historia comienzó en 1969, cuando el
obispo francés Marcel Lefebvre fundó la Fraternidad sacerdotal San Pío X. Se
trata de una asociación tradicionalista de sacerdotes que pone en duda que sea
obligatorio aceptar algunos puntos del Concilio Vaticano II, especialmente la
reforma litúrgica y el ecumenismo (cfr. Rome Reports, 6.X.2011).
La relación entre esa Fraternidad y la Santa
Sede siempre fue tensa. Pero empeoró cuando en 1988, Mons. Lefebvre ordenó a 4
obispos sin el permiso pontificio, lo cual es castigado con excomunión “latae
sententia” (por el hecho mismo de cometer ese delito). Y así se produjo un
cisma, pues los nuevos obispos ya no estaban en comunión con el Papa.
De inmediato, Juan Pablo II designó al Card.
Joseph Ratzinger para dialogar con Mons. Lefebvre, pero no se logró devolverlo
a la unidad. Después, el Papa polaco creó la Comisión “Eclesia Dei” para
dialogar con esta Fraternidad cismática, y algunos de ellos volvieron a la
unidad con el Romano Pontífice.
Desde su elección en 2005, Benedicto XVI ha tenido,
como un tema importante de su Pontificado, facilitar la vuelta de los
lefebvrianos. Con tal de lograr esta unidad, el Santo Padre ha tenido muchos
gestos de complacencia con ellos, los cuales, en la mayoría de los casos, no
han sido devueltos por los lefebvrianos (cfr. Pablo Blanco, El Papa alemán, p. 457).
En 2007, se reanudaron las conversaciones entre
la Comisión “Ecclesia Dei” y los lefebvrianos, y se elaboró un documento
conjunto para establecer las condiciones, bajo las cuales la Fraternidad volvería
a ser aceptada en la Iglesia, y que ponía el 30 de junio de 2008 como límite
para que los lefebvrianos dieran su respuesta… la cual nunca llegó.
Mons. Richard Williamson era anglicano, y pasó directamente a lefebvriano, sin ser nunca católico romano. |
Benedicto XVI buscó tener un gesto más de
amabilidad y levantó la excomunión de aquellos cuatro Obispos, el 21 de enero
de 2009. Pero ese mismo día, la televisión sueca transmitió por primera vez una
entrevista con Richard Williamson, filmada en diciembre de 2008, en la que este
obispo lefebvriano minimizaba el Holocausto (cfr. Peter Seewald, La luz del mundo, p. 135 nota 1). La
reacción de la prensa fue inmediata. Y el Gran Rabinato de Israel rompió
relaciones con el Vaticano; aunque esta tensión se arreglaría con el viaje del
Papa a Tierra Santa en mayo de ese año.
Respecto a las declaraciones negacionistas o
reduccionistas de la Shoah, por parte Williamson, el Vaticano emitió un
comunicado que las calificaba como “absolutamente inaceptables y firmemente
rechazadas por el Santo Padre”, y aclaraba que eran “desconocidas por el Papa
en el momento de la remisión de la excomunión” (cfr. El Papa alemán, p. 459).
A pesar de las continuas negativas de la
Fraternidad San Pío X, el Santo Padre sigue buscando la unidad, y les ha
ofrecido generosamente volver a la Iglesia católica si aceptan una lista de
puntos doctrinales. Su futuro dependerá de si ellos lo aceptan o no.
Este cisma nos ha permitido observar la
profunda caridad pastoral de Benedicto XVI, pues el Papa ha buscado este
diálogo pensando siempre en el bien espiritual –en la vuelta a Casa– de las más
de 500 mil personas que, de buena voluntad, pertenecen a este movimiento.
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