Luis-Fernando Valdés
Apenas han pasado unas horas desde que terminamos de festejar la Navidad. Mientras los villancicos nos deleitaban con sus notas y su mensaje nos decía “Noche de Paz”, seguramente por nuestro corazón pasó una sombra de temor: ¿será posible la paz de México?
Este diario inglés, con una fotografía, inmortalizó la histórica tregua entre soldados británicos y alemanes. |
Históricamente, durante las celebraciones navideñas las batallas solían hacer un alto al fuego. Es célebre la “Tregua de Navidad”, ocurrida durante la Primera Guerra Mundial en el frente de Ypres (Bélgica).
La tregua comenzó en la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre de 1914, cuando las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras, luego continuaron con su celebración cantando villancicos, específicamente “Stille Nacht” (Noche de paz). Las tropas británicas en las trincheras al otro lado respondieron entonces con villancicos en inglés. Y cuando éstos acababan eran los germanos quienes reanudaban el concierto.
Pero lo sorprendente no fue que ese día no hubiera hostilidades, sino que se verificaron muchos actos de caballerosidad y fraternidad. Al amanecer del día 25, los dos bandos acordaron enterrar a sus compañeros caídos, que yacían desde hacía meses en la “tierra de nadie” (o sea, entre las dos trincheras rivales).
En algunos casos la ayuda fue mutua y no era raro encontrar a un soldado inglés ayudando a un alemán a recoger un compañero, y viceversa. Después de estos penosos trabajos, hubo intercambios de regalos (cigarros, whisky, etc.). Hay testimonios escritos de que hubo un partido de fútbol, y que reinó un gran respeto entre los contrincantes.
La "Tregua de Navidad" ha sido recreada en el cine. En la escena, los combatientes intercambian cigarros. |
¿Cómo fue posible esta tregua, dado que ambos ejércitos adoctrinaban a sus tropas para convencerlas de que el ejército de la trinchera de enfrente estaba constituido por gente cruel y enemiga de la libertad?
Fue posible que las hostilidades cesaran, porque los soldados de ambos bandos tenían valores cristianos en sus corazones. Cuando se dieron cuenta que los supuestos ogros cantaban los mismos villancicos, descubrieron que compartían un mismo amor por la paz, porque una misma convicción los movía: Cristo, Dios hecho hombre, encarna el Amor de Dios por cada hombre, y da fundamento al amor de los hombres entre sí.
No son pocos los historiadores que sostienen que si esa tregua se hubiera prolongado unos días más, posiblemente la Gran Guerra hubiera concluido ahí mismo. Sin embargo, los combates se reanudaron, y las batallas duraron hasta 1918, dejando ocho millones de muertos y seis millones de inválidos.
¿Será posible la paz hoy? Nuestra guerra sorda, camuflada con el nombre de “inseguridad”, desaparecerá sólo si los afectados damos un giro hacia lo sobrenatural, pues la Paz es don de Dios; si los ciudadanos de a pie iniciamos una gran reforma silenciosa, que sea una vuelta los valores perennes.
En concreto, hace falta una educación en la paz y una cultura de la paz, que enseñe que este gran don es fruto de la justicia, que respeta todas las dimensiones de la persona humana; y que haga ver que la paz peligra cuando se atropella la dignidad de la persona, y cuando la convivencia no se orienta hacia el bien común.
Pero no basta la mera justicia, pues como enseñó el gran Papa Pío XII, que afrontó la gran dificultad de la Segunda Guerra Mundial, la paz es fruto del amor: “La verdadera paz tiene más de caridad que de justicia, porque a la justicia le corresponde sólo quitar los impedimentos para la paz: la ofensa y el daño; pero la paz misma es una acto propio y específico de la caridad”.
Con valores cristianos, volverá la “Tregua de Navidad”.
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