domingo, 29 de marzo de 2015

Periferias de corrupción

Año 11, número 516
Luis-Fernando Valdés



El Papa visitó el corazón de la mafia napolitana, para llevar una palabra de esperanza a las peores periferias existenciales: la delincuencia organizada, la corrupción, el alto desempleo y las cárceles hacinadas. Y este mensaje de aliento hoy resulta importante también para nuestra nación.

Francisco, en un papamóvil sin blindaje, denunció a la
mafia napolitana en su propio barrio.
Francisco hizo un viaje de 12 horas a Nápoles el pasado 21 de marzo, y visitó el barrio llamado Scampio, al que sus propios habitantes consideran como zona de riesgo, porque es un territorio de tráfico de droga, en el que predominan la violencia doméstica y la degradación.

Ese lugar es lamentablemente conocido por la guerra por el tráfico de droga, porque en el se asentó la Camorra (la versión en Nápoles de la mafia siciliana) que mueve cerca de 100 millones de euros por año solamente en cocaína.

Francisco se dirigió a los napolitanos y, a través de ellos, a todos los que vivimos en países profundamente dañados por el narcotráfico, la corrupción y la degradación moral. Les muestro a continuación un resumen de sus mensajes que son también válidos para México y América Latina.

1) A la sociedad afectada por el narcotráfico y la corrupción, el Santo Padre le pidió que “no se dejen robar la esperanza”. Y exhortó: “No cedan a la tentación del dinero fácil y de los ingresos deshonestos. Esto es pan para hoy y hambre para mañana”.
Con valentía pidió a los afectados por la mafia que “reaccionen con firmeza contra las organizaciones que explotan y corrompen a los jóvenes, a los pobres y a los débiles, con el cínico tráfico de drogas y otros crímenes”.
El obispo de Roma también les animó a que luchen para no dejarse “robar la juventud por esta gente” y para que “la corrupción y el crimen no desfiguren el rostro” de su ciudad.

2)  A la mafia. “A los criminales y a todos sus cómplices, hoy les repito, humildemente y como un hermano: conviértanse unos a otros al amor y la justicia. Es posible volver a la honestidad. Las lágrimas de las madres de Nápoles se los piden"

3) Sobre el desempleo. Francisco expuso que la falta de empleo para los jóvenes es una señal de que existe un fallo grave en el sistema. Y explicó: “Cuando no se gana para poder llevar el pan a casa, se pierde la dignidad. La falta de empleo roba la dignidad. En estos casos, la persona corre el riesgo de ceder a la esclavitud, a la explotación. Esto no es humano, no es cristiano”.

4) Sobre la corrupción. “¡Cuánta corrupción existe en el mundo! Yo espero que ustedes tengan el coraje (...) de limpiar a la ciudad y a la sociedad para que ya no exista ese hedor de corrupción”.

5) A los encarcelados. El Papa argentino visitó también la sobrepoblada cárcel de Poggioreale, que aloja a 2,500 detenidos en un espacio creado para 1,400. Ahí comió con 90 presos, entre ellos diez transexuales y varios enfermos de SIDA.
Ahí denunció que “los encarcelados son tenidos en condiciones indignas de la persona humana y después no logran reinsertarse en la sociedad”. Y pidió que los penales puedan “llegar a ser un lugar de inclusión y de estímulo para toda la sociedad, para que sea más justa, más atenta a la persona”.

Este gran ejemplo del valentía del Papa de visitar un barrio que ni siquiera la policía italiana puede controlar, para denunciar ahí el grava problema social de la corrupción, junto con el deseo de convivir a todos los marginados sociales, nos muestra la vitalidad del mensaje cristiano. Así Francisco deja claro que un creyente en Cristo no puede desentenderse de la realidad social sino que debe atender las crisis de las periferias existenciales.


sábado, 21 de marzo de 2015

Dolce & Gabana y la “homofobia gay”

Año 11, número 515
Luis-Fernando Valdés

La pareja homosexual más famosa de la moda italiana hizo una defensa apasionada de la familia tradicional. De inmediato Elton John, los maldijo y pidió boicotear su línea de ropa. Esta ‘intolerancia gay’ en contra de otros gais encierra algo más profundo.

Stefano Gabana y Domenico Dolce
afirmaron la familia tradicional.
Uno de los temas éticos más controvertidos de nuestra época es la posibilidad de que las parejas homosexuales puedan adoptar un hijo o “mandarlo hacer” mediante fecundación ‘in vitro’ (como lo hizo Elton John) o mediante ‘renta de útero’ (como Ricky Martin).

Tradicionalmente, han sido la Iglesia católica y otras religiones las que han emprendido la defensa de que un niño debe ser concebido dentro del matrimonio y sin la intervención de medios artificiales.

Pero ahora se sumaron a esta protección de la familia tradicional y de la procreación natural los famosos diseñadores italianos, que no ocultan su condición homosexual. Se trata de Domenico Dolce (Palermo, 1958) y Stefano Gabbana (Milán, 1962), quienes en una entrevista al semanario “Panorama” en la que cuentan que gran parte de su éxito se lo deben a su familia. (abc.es, 13 marzo 2015)

Hasta ahora, ante la opinión pública, la homosexualidad y la familia tradicional se veían como dos mundos irreconciliables, pues se tenía como un dato seguro que prácticamente todas las personas homosexuales aprobaban la adopción gay, aunque no todos ellos quisieran de hecho adoptar un niño.

Por eso ha resultado una grata sorpresa para muchos, que también unos personajes gais afirmen su convicción de la importancia de la familia tradicional. “Nosotros, pareja gay, decimos no a las adopciones gay. Basta hijos de la química y úteros en alquiler. Los hijos deben tener un padre y una madre”, afirmaron ambos diseñadores italianos en la mencionada entrevista.

Domenico Dolce añadió: “Nosotros no hemos inventado la familia. La ha convertido en un icono la Sagrada Familia. Y no es cuestión de religión o estado social, no hay vuelta de hoja: tú naces y hay un padre y una madre. O al menos debería ser así.” Y en referencia a la fecundación ‘in vitro’, declaró que “procrear debe ser un acto de amor. Hoy ni siquiera los psiquiatras están listos para afrontar los efectos de estas experimentaciones”

La respuesta del cantante inglés Elton John, también homosexual, resultó sorprendente por la intolerancia de sus palabras: “Los maldigo por poner sus pequeños y prejuiciosos dedos sobre la fecundación in vitro, un milagro que ha permitido a legiones de enamorados, heterosexuales y gais, conseguir su sueño de tener niños.” (abc.es, 13 marzo 2015)

Dolce y Gabana le replicaron afirmando que existen “algunos gais homófobos: aquellos que ofenden otros gais que expresan ideas diferentes”. Stefano Gabbana sostuvo que el boicot contra su marca sólo demuestra que hay “intolerancia a las opiniones diferentes”, y luego declaró que Elton John los condena por no pensar como él. (aciprensa.com, 16 marzo 2015)

De esta polémica podemos sacar dos conclusiones. 1) Que la “intolerancia gay” no sólo arremete contra las religiones, sino contra todo aquel que no piense como ellos. La religión no es enemiga de los gais, sino que son algunos de ellos los que se declaran enemigos de todos los que no sostienen su visión del mundo.

2) Que sí es posible un diálogo sincero entre la religión y las personas homosexuales, porque no pocos de ellos también comparten valores universales como la familia y la procreación. Ojalá este episodio saque del closet del silencio a las personas homosexuales que desean desmarcarse de la intolerancia gay.


domingo, 15 de marzo de 2015

Más allá de la jubilación del Papa

Año 11, número 514
Luis-Fernando Valdés

Apenas acaba de cumplir dos años como Papa, pero Francisco ya ha mencionado que su Pontificado será muy breve. ¿Se trata de una mera jubilación o encierra algún sentido profundo?

El pasado día 13 de marzo se celebró el segundo aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Obispo de Roma. Junto con la sorpresa de que era el primer Papa latinoamericano, también resultó inesperado que los cardenales hubieran elegido a una persona de 76 años, ya que la renuncia de Benedicto XVI por edad avanzada sugería escoger a un cardenal mucho más joven.

Desde el comienzo del Pontificado de Francisco, se ha dicho de que el nuevo Papa tendría una gestión de pocos años y luego renunciaría. Además, él mismo lo ha mencionado en diversas ocasiones. Recientemente, en la entrevista que concedió a Valentina Alazraki, el Santo Padre habló expresamente de este tema.

El Obispo romano declaró que él tiene la sensación de que su Pontificado “va a ser breve. Cuatro o cinco años”. Explicó que su presentimiento “es como una sensación un poco vaga. (…) No sé qué es. Pero tengo la sensación que el Señor me pone para una cosa breve, nomás... Pero es una sensación. Por eso tengo siempre la posibilidad abierta ¿no?”

Esta declaración hace unos años hubiera resultado impensable, pues el Papado es una institución que desde siempre ha implicado un cargo vitalicio, aunque ha tenido excepciones a lo largo de los siglos.

Sin embargo, hablar hoy de la renuncia de un Pontífice parece ser de lo más normal. De hecho, en la mencionada entrevista, el Santo Padre calificó este asunto como un “problema teológico, muy interesante, muy rico”.

Al hablar de esta nueva situación, Francisco le dijo a la periodista mexicana que “hace setenta años, no existían los Obispos eméritos. Y hoy tenemos mil cuatrocientos. O sea se llegó a la idea de que un hombre después de los 75, alrededor de esa edad, no puede llevar el peso de una Iglesia particular”.

Y resaltó que “lo que hizo Benedicto con mucha valentía fue abrir la puerta de los Papas eméritos”. Por eso, Francisco considera que el Papa alemán es como “una puerta abierta institucional” que dio pie a que los pontífices puedan renunciar. Y afirmó que “hoy día el Papa emérito no es una cosa rara, sino que se abrió la puerta, que pueda existir esto”.

Esta situación, lejos de representar un problema, se convierte en un gran testimonio de que la Iglesia es una realidad viva, que a lo largo de los siglos va tomando conciencia de sí misma y entiende las nuevas situaciones en las que vive: los llamados “signos de los tiempos”.

Así, por ejemplo, con el Concilio de Trento (s. XVI) la Iglesia entendió que un obispo debía vivir siempre en el territorio de su diócesis; más adelante, a penas en el siglo XX comprendió que hay una edad en la que un obispo (salvo excepciones) ya no está en condición de gobernar a su grey, y por eso instituyó la renuncia de los obispos al llegar a los 75 años.

De igual manera, con los avances de la salud pública y de la tecnología médica, una persona puede llegar a una edad bastante longeva, pero eso no quiere decir que un Papa anciano pueda cargar un peso tan grande como es el gobierno de la Iglesia universal.

Y Benedicto XVI tuvo esa gran intuición y nos dio una gran lección de humildad por aceptar sus limitaciones y por su valentía de renunciar, para buscar ante todo el bien de la Iglesia. Así posiblemente se ha abierto una nueva etapa en la historia de la Iglesia, en la que brilla la prioridad pastoral de atender con eficacia a los fieles de todo el mundo.


domingo, 8 de marzo de 2015

Suicidio asistido, ¿verdadera solución?

Año 11, número 513
Luis-Fernando Valdés

Canadá acaba de legalizar el suicidio asistido, aduciendo que es conforme a la dignidad del enfermo. Pero, ¿ayudar a un enfermo terminal a quitarse la vida es la solución más adecuada al problema del dolor humano?

Linda Jarret, promotora del
suicidio asistido en Canadá.
El máximo tribunal de Canadá revocó por unanimidad una prohibición sobre el suicidio asistido por médicos para aquellos pacientes mentalmente competentes con enfermedades terminales, y dio un año de plazo para redactar una nueva ley que lo permita.

La legislación revocada se remonta a 1983, que permitía solicitar a los enfermos terminales medios que acortaran su vida (sedación paliativa, rechazar alimentación e hidratación artificial, o solicitar el retiro de equipo médico de soporte vital), pero negaba el derecho a solicitar la asistencia de un médico para morir. (AP, 6 febrero 2015)

Para Grace Pastine, directora de litigios de la asociación de derechos civiles de Columbia Británica, y para Linda Jarret, de la entidad “Muriendo con dignidad” (Dying with Dignity), se trata de un momento exitoso para la sociedad canadiense. ¿Por qué el suicidio asistido es considerado un triunfo cívico?

Primero, pongámonos por un momento en los zapatos de quienes piensan así. Ellos parten de la postura de que la libertad (entendida como poder elegir lo que sea, sin más restricciones que el daño a terceros) es el bien principal del ser humano (incluso por encima de la vida).

Con esta ley, celebran que una persona que no se puede valer por sí misma, pueda recibir ayuda para poner en práctica una decisión que por ella misma no puede ejecutar: dejar de vivir; y que pueda realizarlo de un modo no violento. Si la libertad fuera el valor objetivo supremo, sin duda habría que celebrar esta ley. Pero, el verdadero valor supremo es la vida, que da origen a la libertad.

Cuando Linda Garret argumenta que se busca “morir con dignidad”, seguramente no tiene en cuenta que ha reducido toda la dignidad humana al hecho de decidir si seguir viviendo o morir.

Además, detrás de esa visión, se encierra una concepción del hombre llena de pesimismo y de falta de esperanza. Ante la realidad del dolor físico y moral de los enfermos terminales, quienes sostienen el suicidio legal, afirman de modo implícito que le pueden ofrecer ya nada más al paciente, como si los recursos médicos fueran la única salida.

El núcleo de la cuestión es que un paciente terminal pasa por muchas fases de estado de ánimo, incluso llega a fases depresiva, que hacen que su decisión de quitarse la vida no esté libre de condicionamiento, que no sea plenamente libre.

El médico y sacerdote español, Luis de Moya, que desde 1991 quedó tetrapléjico, sostiene que lo que humilla o hace sentirse digno a la persona no es la propia enfermedad, sino la actitud de los que rodean y cuidan al enfermo; con un gesto, con el modo de mirar o de tocar, con la actitud, se reafirma al enfermo en su identidad, es decir, se le afirma en su propia dignidad o se le hace sentir que ya no es más que un objeto desagradable y molesto. “Una persona que se siente querida no puede desear la muerte en ninguna circunstancia”, afirma en su portal Muerte digna.

En lugar de presionar para establecer una legislación que permita a los pacientes terminales el suicido asistido, se debería hacer un esfuerzo serio para eliminar las razones que pueden llevar a algunos a pedir que se les mate: es más difícil, pero ahí está el verdadero progreso de la sociedad.