Año 12, número 608
Luis-Fernando Valdés
El Papa reunido
con los cardenales y funcionarios del Vaticano explicó su reforma: lo que ya ha
hecho y lo que seguirá. ¿Qué pretende Francisco? ¿Qué sentido tienen estas
reformas?
Papa Francisco hablo a los cardenales y funcionarios de la curia romana de conversión. (Foto: eldia.com) |
1. Tres discursos históricos. Como es
costumbre, cada año, poco antes de la Navidad, los papas se reúnen con
cardenales, nuncios y otros funcionarios de la curia romana, para dar su
felicitaciones por la Navidad.
Hasta Benedicto
XVI, los pontífices solían pronunciar un discurso en el que resumían los
eventos pontificios más importantes del año. Pero Francisco, desde 2014 (su
segunda Navidad como Pontífice) ha utilizado este espacio para hablar de la
reforma de la curia romana.
Así, en el Discurso
de 2014, el Papa habló sobre algunas “enfermedades” en que podrían caer los
funcionarios de la Santa Sede, y en el Discurso
de 2015, a partir de la palabra “misericordia”, explicó un “catálogo de
virtudes necesarias para quien presta servicio en la Curia y para todos los que
quieren hacer fecunda su consagración o su servicio a la Iglesia”.
Ahora, en este
2016, el Pontífice habló sobre “la
reforma de la Curia Romana”, para exponer “el cuadro de la reforma,
poniendo de relieve los criterios que la guían, las medidas adoptadas, pero
sobre todo la lógica de la razón de cada paso que se ha dado y de los que se darán”.
2. Objetivos de la reforma. Llama la
atención que el impulso renovador de Francisco tiene como afán que el amplio
organismo de gobierno de la Iglesia católica vuelva a su cometido inicial, que
consiste en “colaborar con el ministerio específico del Sucesor de Pedro”, es
decir, “apoyar al Romano Pontífice en el ejercicio de su potestad única,
ordinaria, plena, suprema, inmediata y universal”.
Esto se traduce,
explica el Papa, en que el trabajo de los Dicasterios sea conforme “a la Buena
Nueva que debe ser proclamada a todos con valor y alegría, especialmente a los
pobres, a los últimos y a los descartados”. O sea, estas funciones tiene una
finalidad religiosa y de ayuda a los demás.
También la reforma
tiene como finalidad que la Curia romana esté en sintonía con nuestra época; en
palabras del Papa, que sea conforme “a los signos de nuestro tiempo y de todo
lo bueno que el hombre ha logrado, para responder mejor a las necesidades de
los hombres y mujeres que están llamados a servir”.
3. Una reforma de fondo. Aunque
Francisco ha llevado a cabo bastantes cambios administrativos, como la
reestructuración del banco vaticano, la creación de la Secretaría de
comunicación y la creación del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo
Humano Integral, es importante mencionar que el Papa da prioridad al cambio
interior de cada persona que ahí trabaja.
El Pontífice tiene
claro que la reforma será eficaz sólo y únicamente si se realiza con hombres
“renovados” y no simplemente con hombres “nuevos”, como ya señaló en su momento
Pablo VI.
El Papa insistió
que no basta sólo cambiar el personal, sino que hay que llevar a los miembros
de la Curia a renovarse espiritual, personal y profesionalmente, pues sin un
“cambio de mentalidad” el esfuerzo funcional sería inútil.
Esperamos con
ilusión que la reforma de Francisco de muchos frutos. Pero para entenderla hay
que ponerse en la óptica religiosa. Por eso, la clave de la reforma vaticana
consiste en dejar los criterios humanos y burocráticos, para adoptar criterios
espirituales y pastorales, que permitan entender que “el corazón y el centro de
la reforma es Cristo”.