Año 12, número 590
Luis-Fernando Valdés
El Papa emérito,
cada vez más anciano, explicó los motivos que lo llevaron a dejar el Pontificado.
Más allá de lo coyuntural, como su frágil salud, esta renuncia encierra un
significado importante para nuestra época, que necesitamos descubrir.
Entrevistado por Elio Guerriero, Benedicto XVI confirmó que su frágil salud fue la causa de su renuncia. (Foto: www.iltimone.org) |
Guerriero conversó
con Benedicto sobre los motivos de su renuncia. No hubo sorpresas, porque las
razones desde hace tiempo habían sido comentadas por sus colaboradores
cercanos; pero ahora ha sido el mismo Pontífice emérito quien corroboró con sus
propias palabras esa información.
2. Una frágil salud ante unos grandes
compromisos pastorales. Benedicto XVI explicó que tenía en el horizonte “numerosos compromisos que
consideraba que no podría completar”, como la JMJ de Río de Janeiro 2013, ante
la cual no podía limitarse a una participación televisiva, ya que un evento así
hacía precisa la presencia del Papa. Por eso, explicó, ésta “era una
circunstancia por la cual la renuncia era para mí un deber”.
Contó que durante su viaje a
México y Cuba, “experimenté con gran fuerza los límites de mi resistencia
física. Sobre todo, me di cuenta de que ya no estaba en disposición de afrontar
un futuro vuelo transoceánico por los problemas del huso horario”.
Después de hablarlo con su médico,
“se hacía evidente que ya no podría participar en la Jornada Mundial de la
Juventud de Río de Janeiro en el verano de 2013, se oponía claramente el
problema del huso horario”.
Y así llegó a la conclusión
que debía renunciar, y que eso debía ser muy pronto. “Desde entonces –afirmó el
Papa emérito– tuve que decidir en un tiempo relativamente breve sobre la fecha
de mi renuncia.”
3. De fondo: confianza en Dios. Lo que
más que llama la atención de la entrevista no es tanto el motivo de la renuncia
al Pontificado, sino la fe y la confianza en Dios de Benedicto ante un futuro
complejo. Para él, “en una situación de crisis, la
mejor actitud es ponerse delante de Dios con el deseo de reencontrar la fe para poder proseguir el
camino de la vida”.
Contó que cuando aceptó el
Pontificado era consciente de sus límites. “Me daba cuenta de que todo aquello
que tenía que hacer no podía hacer hacerlo yo solo, y de este modo estaba casi
obligado a ponerme en manos de Dios, a confiar en Jesús”, dijo.
Benedicto está convencido que
“al Señor le agrada acoger nuestro deseo de darnos las luces que nos guían en
el peregrinaje de la vida”, y por eso “tenía la firme convicción de que mi sucesor –como así ha
sucedido- llevaría igualmente al buen fin querido por el Señor la iniciativa
que yo había comenzado”.
Estas declaraciones
de Benedicto XVI confirman que su frágil salud fue la causa de su renuncia al Ministerio
petrino y, a la vez, muestran la grandeza de espíritu de un hombre que supo aceptar
sus límites, porque entendió que grandeza de Dios guía su vida y su misión.
La renuncia del
Papa alemán no es un mero hecho administrativo o un dato curioso, sino un
mensaje a todos las personas de hoy que nos enfrentamos a un futuro político,
social y económico incierto: Dios realmente guía nuestro futuro y por eso, si nos fiamos de Él, podemos avanzar en la Historia con confianza.