Luis-Fernando Valdés
Es notorio que en las últimas semanas, las noticias religiosas de interés nacional e internacional han estado presentes en la opinión pública. Esas notas manifiestan diversas tendencias, pues mientras unas hablan del crecimiento religioso, otras pronostican su paulatina desaparición de la esfera pública. ¿Cuál es el futuro de la religión en el mundo?
Empecemos por las noticias que tocan el tema de la restricción de las religiones en la vida pública. Hace pocas semanas en nuestro País, se reformó el artículo 40 constitucional, y desde ahora México es un Estado laico. Esto significa que la religión, por ley, no debe intervenir en la vida pública de nuestra Nación.
Además, el 3 de noviembre de 2009, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo dictó una sentencia que afirma que “los crucifijos en las aulas son una violación de los derechos de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y de la libertad de religión de los alumnos”. Este Tribunal pidió que las escuelas italianas retiraran ese símbolo cristiano de las escuelas, pero Italia se negó a acatar esa resolución, pues interfería en su autonomía.
Por otra parte, hay noticias que hacen ver que la religión cristiana ha ganado cierto impulso. Así, después de la Constitución apostólica “Anglorum coetibus” (4.XI.09) de Benedicto XVI, que admite a los anglicanos en la Iglesia católica, varias comunidades ha iniciado el proceso de retorno a Roma, como la “Foward in Faith”, influyente grupo anglicano presente en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia (18.II.10).
Además, el recientemente elegido Patriarca serbio (22.I.10), Su Beatitud Irinej, propuso a Benedicto XVI que en 2013 visite la ciudad de Nis, en Serbia sudoriental, lugar de nacimiento del emperador Constantino el Grande, con motivo de los 1700 años del edicto de Milán (a. 313). El Vaticano acogió “con alegría” esta invitación del Patriarca ortodoxo.
Y también el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, exhortó a sus fieles a no tener miedo del diálogo ecuménico con la Iglesia católica, en su Mensaje con motivo del Domingo de la Ortodoxia (21.II.10). Explicó que la unidad entre los cristianos es “voluntad del propio Cristo”, y “condición necesaria” para el diálogo con el mundo. Y afirmó que “quien cree que la Ortodoxia tiene la verdad no teme el diálogo, porque la verdad nunca ha estado en peligro por el diálogo”.
Las dos posturas reseñadas reflejan los dos sentimientos del corazón humano: sed y añoranza de Dios, de una parte; y rebeldía y deseos de una autonomía total, por otra. Ése es el gran drama interior del hombre, que se refleja en la vida pública. Por eso, no es fácil afirmar ni que el mundo hoy sea más creyente, ni que las religiones estén a punto a desaparecer.
Pero lo que sí se puede afirmar es que este conflicto interno de cada persona hoy se ha desplazado al ámbito social. Se enfocado desde el ámbito público, como si el problema consistiera en saber si ahora crece o disminuye el número creyentes, o si las confesiones tienen peso en la vida pública.
Sin embargo, el verdadero lugar del problema es la conciencia de cada persona, en la que se da el conflicto de aceptar o rechazar a Dios (o a un Ser supremo). El futuro de la religión no es estadístico, sino que radica en que cada uno vuelva a escuchar su propia interioridad. Entonces, más allá de las polémicas, todos intuimos que se cumplen las palabras del Obispo de Hipona (s. IV): “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti”.
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