Año 11, número 512
Luis-Fernando Valdés
Como la
“mexicanización” de Argentina fue el foco de las noticias vaticanas, no
llamaron la atención las medidas que el Papa ha estado tomando a lo largo de
este mes para conseguir la tan mencionada reforma vaticana. Pero, ¿por qué hace
falta una reforma?
En el mes de
febrero es costumbre que el Santo Padre convoque a los cardenales para celebrar
un “consistorio”, reunión para “crear” (=nombrar) nuevos cardenales y para
tomar algunas decisiones importantes.
Francisco ha
aprovechado estos días de reuniones, para explicar cuál debe de ser el perfil
humano y espiritual de los cardenales. Les indicó que sean ejemplo de caridad:
“personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos
llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos
llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda
situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el
peso de todos nuestros pecados” (Homilía,
14 febrero 2015).
Se trata pues de
la reforma interior de las personas que tienen a su cargo un puesto de
colaboración con el Papa. Como es lógico, si los cardenales son mejores cristianos,
la Iglesia universal y sus respectivas Iglesia locales cumplirán mejor su labor
evangelizadora.
Además, el Obispo
de Roma, ha aprovechado la concurrencia de purpurados a Roma, para avanzar en
la reforma administrativa de la curia. El Consejo de Cardenales, llamado “C9”,
presentó el proyecto de la posible fusión de algunos Pontificios Consejos, con
el nacimiento de dos grandes dicasterios: uno dedicado a los laicos (que
incluiría la familia y la vida); y el otro, dedicado a la caridad y a la
justicia. En ambos podrían colaborar laicos y familias. [Vatican
Insider, 9 febrero 2015]
¿Por qué estos
mensajes y estas decisiones han pasado un poco desapercibidas por los medios,
si son fundamentales? Seguramente porque aún no se ha entendido del todo qué es
lo que se tiene que cambiar y por qué razones.
El Santo Padre ha
dicho expresamente cuál es la razón de fondo de estos cambios: la
evangelización. “La reforma de la Curia no es un fin en sí misma, sino un medio
para dar un testimonio cristiano fuerte, favorecer una evangelización más
eficaz” y “alentar” el espíritu ecuménico y el diálogo con todos. [Vatican
Insider, 12 febrero 2015]
Todo los cambios
están en función de llevar el mensaje de Cristo a todos los católicos y a todas
las personas. Pero esta misión evangelizadora es de toda la Iglesia, no solo
del Pontífice; en cada diócesis el responsable es el Obispo, ayudado por sus
sacerdotes y fieles. Y para impulsar a todas las diócesis y a todas las
instituciones de la Iglesia, el Papa es apoyado por la Curia romana.
Y es ahí donde
está el núcleo de lo que el Papa quiere reformar: busca que ese organismo
responda a los retos de este tiempo y sea más ágil. Como se puede ver, el Santo
Padre no está buscando cambiar a la Iglesia universal, sino al organismo
consultor que lo auxilia, que es la Curia.
Sin embargo, con
frecuencia se confunde a la Curia con la Iglesia universal, lo cual equivale a
reducir una escuela a sus oficinas administrativas y al gobierno de una nación
con las ventanillas de sus dependencias.
Quienes buscan una
teoría de conspiración contra el Papa, quienes se empeñan en ver una pugna de
poderes en los pasillos vaticanos, o quienes desean un modificación radical de
los principios de la moral católica, quizá no serán capaces de percibir los
verdaderos cambios. Y posiblemente al final de este pontificado dirán: “Francisco
también fue un Papa conservador”.