domingo, 18 de marzo de 2007

Aborto y democracia

Luis-Fernando Valdés

Ha causado revuelo toda la semana la discusión de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal sobre una iniciativa que permite el aborto durante las primeras 14 semanas de gestación, y que dará luz verde a los médicos del sistema de salud para usar la píldora abortiva RU-486. Leyendo diversos artículos de opinión durante la semana, me dio la impresión de que para algunas personas el aborto representa una paso adelante de la democracia. Sin embargo, ¿es verdad que aprobar el aborto es un triunfo del sistema democrático?
La democracia tiene un límite natural, que es la recta razón. La verdad sobre el hombre es la guía de la democracia. Cuando un parlamento decide por mayoría una ley que va contra la verdad del ser humano, lejos de dar lugar a una auténtica democracia, atropella al hombre. Hay un doloroso caso histórico. Se trata de la Alemania de los años 30 del siglo pasado. El Congreso alemán eligió democráticamente a Adolfo Hitler como Primer Ministro, y apoyo también por mayoría su política imperialista. El resultado fue la Segunda Guerra Mundial, con el doloroso Holocausto del Pueblo Judío. Nadie en su sano juicio dirá que el Holocausto fue bueno porque lo decidió la mayoría. Al contrario, esa sangre inocente sigue gritando que una mayoría no tiene derecho a decidir sobre la vida de nadie.
El problema actual para evaluar esta iniciativa de la Asamblea Legislativa del DF consiste en que las diversas posturas enfocan fuera del punto central de la discusión: lo ven como una dialéctica entre la Iglesia y el Estado, o como un problema de discriminación hacia la mujer. Mientras las discusiones sigan esa línea, no se va a llegar a una verdadera solución. En todo caso, más que solución se tratará de la victoria del que consiga más votos que apoyen su postura. El enfoque preciso consiste en reconocer que se trata de un derecho fundamental, el de la vida. ¿Tienen derecho a vivir o no esos nuevos seres?
Y cuando se habla de derecho a la vida, el discurso toma un cauce muy particular, que recuerda la “duda metódica” de Descartes. En vez de partir del hecho de que el óvulo fecundado está vivo, aunque aún no sepamos precisar en qué instante concreto comenzó la vida, la argumentación a favor del aborto pone en duda la realidad de que el recién engendrado es un ser ya viviente. Cuando se plantean los problemas de esta manera, siempre se cae en razones contra el ser humano, como cuando se ponía en duda la igualdad de hombres y mujeres, hasta que ellas demostraran que sí eran iguales.
Generalmente, los argumentos contra la vida del recién engendrado no son de carácter científico-biológico, sino de tipo existencial, presentando situaciones límite, como el caso de un embarazo por violación. En ese discurso, la vida del no nacido se pone en segundo plano, y se privilegia que fue engendrado contra la voluntad de la madre. Pero, ¿qué diferencia hay, desde el punto de vista fisiológico, entre un óvulo fecundado por amor y uno fecundado con violencia? Ninguna. Como se puede ver, el argumento contra la vida no procede de una razón científica sino del sentimiento. Y de este tipo fue el argumento, por el cual Hitler decidió exterminar a las personas judías, a las que él consideraba inferiores. De igual manera, decidir que un bebé no debe nacer por no ser fruto del amor, es igual a decir que un joven no debe seguir vivo por ser de raza hebrea. Lo importante para un país democrático es ser regido por el dictamen de la mayoría, pero sólo cuando esa mayoría se guía por la recta razón, y no por cuestiones emotivas.

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domingo, 11 de marzo de 2007

Día de la Mujer: reto a la igualdad

Luis-Fernando Valdés

El pasado día 8 de este mes se celebró el Día Internacional de la Mujer. Entre los eventos realizados para promover esta jornada, tuvo especial relieve una mesa redonda organizada por la Organización de las Naciones Unidas titulada “Poner fin a la impunidad de la violencia contra las mujeres y las niñas”, cuyo objetivo era organizar “prácticas idóneas y ejemplos de soluciones concretos para eliminar la violencia y poner fin a la impunidad desde el nivel mundial hasta el local”. La ONU busca “prácticas idóneas”, soluciones realizables a corto plazo, y esto es digno de reconocimiento. Y como no hay nada más práctico que una buena teoría, les ofrezco unas reflexiones sobre el tema de fondo de la violencia hacia la mujer: el reconocimiento de la igualdad fundamental entre varones y mujeres.
El Secretario General de la ONU declaró el año pasado que “la violencia contra la mujer todavía no ha recibido la atención prioritaria y los recursos que se requieren en todos los niveles para abordarla con la seriedad y la visibilidad necesarias”. Esa atención prioritaria es requerida, en gran parte, por las alarmantes cifras de violencia hacia las mujeres.
Pero el punto fundamental no consiste únicamente en bajar esos datos estadísticos, sino en llegar a la raíz del problema. En este sentido, el Papa Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la Paz de este año expresó que “en el origen de frecuentes tensiones que amenazan la paz se encuentran seguramente muchas desigualdades injustas” como “las persistentes entre hombre y mujer en el ejercicio de los derechos humanos fundamentales”. El origen de la violencia a las mujeres consiste en la negación teórica y práctica de su igualdad radical respecto a los hombres.
Juan Pablo II escribió una carta apostólica a las mujeres, llamada “Mulieris dignitatem”. Escrito en 1988, este documento sobre la dignidad de la mujer conserva gran actualidad. El planteamiento del añorado Papa sobre la diferencia de la mujer respecto al varón, parte de un concepto muy claro, fundamental, pero hoy en día no es totalmente reconocido o aplicado: el hombre y la mujer tienen absolutamente los mismos derechos y el mismo valor, porque ambos fueron creados a “imagen y semejanza de Dios” (Génesis 1, 27). De aquí que, debido a esta igualdad fundamental, la mujer no pueda convertirse en objeto de dominio y de posesión masculina.
En su reciente libro “En nombre del amor” (2006), la periodista Valentina Alazraki, testigo privilegiado del largo pontificado de Juan Pablo II, comenta que “el Papa no se cansó de denunciar todas las situaciones en las que la mujer se encuentra en desventaja o es discriminada por el hecho de serlo, pero tampoco ocultó su convicción de que las mujeres, en su afán de liberarse del dominio del hombre, no deberían apropiarse de las características masculinas, en contra de su propia originalidad femenina” (pp. 163-164).
La reciente jornada sobre la mujer puso nuevamente al descubierto una gran herida en la sociedad: la violencia hacia el sexo femenino. Es muy importante que las medidas, que el gobierno y los legisladores mexicanos han puesto en marcha, den resultados positivos cuanto antes. Pero el número de agresores no disminuirá solamente por el temor al castigo. Se requiere también el esfuerzo de crear una nueva cultura de respeto a la igualdad de los hombres y las mujeres. Además de las leyes penales, necesitamos que las lecciones de civismo estén en sintonía con aquel “varón y mujer los creó”.

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domingo, 4 de marzo de 2007

Día de la familia

Luis-Fernando Valdés

Celebramos hoy domingo, el IV Día de la Familia, promovido por el Consejo de la Comunicación A.C., y apoyado por gobiernos estatales, empresas, centros educativos y agrupaciones religiosas. El fin que se persigue con esta jornada es “fomentar la unidad de la familia" para “presentar, promover y preservar a la familia como el núcleo de la sociedad y agente cultural para la transmisión de valores más representativos de generación en generación”. Es digno de alabanza este esfuerzo social conjunto, pero aún no es suficiente: hay que ir a más.
Para que se entienda mejor ese “ir a más” en el tema de la familia, recurriré a una herramienta muy utilizada en los libros de “management”. Se trata de la noción de “alineación” (Collins y Porras, 1994), que consiste en que todos y cada uno de los elementos de una empresa (metas, estrategias, sistemas contables, etc.) garanticen que esa compañía pueda alcanzar la visión, la ideología central, para la que nació.
Un ejemplo típico de alineación es el de Ford Motor Company, que en la década de los 80 redactó su declaración de misión y valores, en la que hacía incapié en la participación de los empleados. En coherencia con esta aseveración, para mantener a los empleados mejor informados y, por tanto, para que se consideraran más como parte de la compañía, Ford invirtió en un sistema de televisión por satélite para comunicarles las noticias de la compañía a sus empleados antes de que las conocieran por la televisión pública o la prensa. Como resultado, los obreros de la línea de producción se convirtieron en miembros claves del proceso para mejorar la calidad. Y un contraejemplo, se puede apreciar en todas las tiendas que afirman tener como política escuchar al cliente, pero no tienen una ventanilla o un mecanismo de atención para los consumidores.
Es maravilloso que la familia sea considerada como núcleo de la sociedad, porque ésa es la realidad, pues sin la unidad de padre, madre e hijos, el conglomerado social no tiene donde apoyarse. Sin embargo, no hay ninguna “alineación” para que este modelo de familia se lleve a cabo. Veamos algunos aspectos de la vida que, más bien, “desalinean” la familia, es decir, que producen el efecto contrario a la unidad familiar.
Primero, la familia es el fruto de la unión de un hombre y una mujer, que prometen amarse en exclusiva y para siempre. Pero la legislación, por una parte, y los valores que se promueven en las telenovelas y en las películas, por otra, más bien envían el mensaje de que esa unión exclusiva y duradera no es posible. Y se fomenta el rompimiento, en vez de reforzar el compromiso, y animar a revivir el amor.
Por otra parte, se considera la comunicación como un aspecto central de la familia. Pero en lugar de promover que las familias tengan la oportunidad de convivir, muchas veces los padres y las madres tienen que trabajar en horarios tan largos, que es muy difícil que los miembros de la familia puedan comer juntos o que tengan tiempo para platicar. Además, los medios de comunicación ofrecen una programación tan atractiva, de manera que confrecuencia tanto los padres como los hijos prefieren estar frente a la televisión que conversar entre ellos.
Viva el Día de la Familia. Les deseo a todos que pasen un domingo feliz, junto con todos los suyos. Y los invito a reflexionar: para “alinear” la familia –para que sea lo que ella misma debe ser– se requiere una nueva legislación, una nueva política laboral y un nuevo concepto de entretenimiento. Sólo así “iremos a más” en el importante tema de la familia.

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