Año 13, número 634
Luis-Fernando Valdés
La crisis del
empleo en América Latina pone de manifiesto dos visiones del hombre y de la
economía en conflicto. Hoy la economía se basa en la utilidad y la función del
empleo se reduce a dar un salario. Pero, ¿en el trabajo hay algo más que la
mera remuneración?
La paradoja entre el salario y el beneficio de la persona resulta de una economía centrada en la ganancia (Foto: manufactura.mx) |
1. El panorama actual del desempleo.
Según un informe de dos agencias de la Naciones Unidas, la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), en este año 2017 el crecimiento económico no será capaz de
detener el empeoramiento de las condiciones laborales tanto de nativos como
migrantes, de los países latinoamericanos y caribeños.
“En vista de que
el empleo es la llave maestra para reducir la pobreza y la excesiva desigualdad
en la región, las tendencias laborales recientes son altamente preocupantes”, explica
el prólogo del informe. (Prensa
latina, 25 junio 2017)
2. En el eje del mundo laboral. La
visión sobre el papel de los trabajadores depende siempre del enfoque que se
tenga de la economía. Cuando la utilidad (las ganancias) son el centro de ese
paradigma, los trabajadores pasan a ser piezas funcionales y su salario está
determinado por factores de rentabilidad y no por las necesidades concretas de
las personas.
La otra visión de
la economía, centrada en la igualdad de todos los trabajadores sin importar su
puesto o tipo de empleo (manual o intelectual), ha tenido varias versiones,
desde posturas duras como el comunismo, que fracasó no en la teoría sino en la
práctica, hasta esquemas intermedios como el socialismo de centro.
Así las cosas,
parece que aunque sostengamos que la persona debe ser el centro de la economía,
en la práctica, la visión económica global basada en la utilidad es la que
prevalece, pues al final, los que dan empleo están inmersos en las estructuras
financieras generadas por aquella visión.
3. Una dialéctica no resuelta. Cuando
el paradigma económico está centrado en las ganancias, la eficiencia se convierte
en un principio. Entonces sólo tendrán empleo las personas que tengan la
cualificación para ser eficientes.
Sin que eso esté
necesariamente equivocado, tiene varias desventajas. Primera, el acceso al
empleo se vuelve complicado (pues requiere educación técnica o universitaria),
y segunda, las labores que no requieren cualificación son escasamente
remuneradas.
Esa visión de la
eficiencia resuelve las finanzas de las empresas, pero no soluciona el drama
humano que consiste en que todo ser humano necesita del trabajo para
realizarse; pero bajo este modelo económico, no todos los conseguirán.
El Papa Francisco
sostiene que “trabajo y persona son dos palabras que pueden y deben ir juntas”,
porque el individuo necesita del trabajo para humanizarse. Según el Pontífice, “la
persona florece con el trabajo”, ya que “si pensamos las personas sin trabajo,
decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza en plenitud cuando
es trabajador, trabajadora”. (Discurso, 28 junio 2017)
Epílogo. La solución a la paradoja
entre la dignidad del trabajador y la utilidad económica del empleador tiene
varios niveles. En un horizonte inmediato, la respuesta está en manos de los patrones
que pueden hacer “malabares” financieros, tanto para conservar los puestos de
trabajo como para pagar mejores salarios.
Pero la solución
clave se encuentra en buscar una nueva economía, que supere el paradigma de la
utilidad y se enfoque verdaderamente en el ser humano como centro de la
economía. ¿Será está la gran utopía del siglo XXI?