domingo, 30 de septiembre de 2012

Emergencia educativa


Año 8, número 387
Luis-Fernando Valdés

La educación ha sido un importantísimo terreno de disputa entre el Estado laico mexicano y la Iglesia Católica, que en este terreno guardan visiones divergentes hasta hoy. ¿Es posible tender puentes para que ambas instituciones contribuyan a mejorar la calidad educativa de nuestro País?

Culturalmente, el mundo atraviesa por una “emergencia educativa”. El término fue acuñado a finales del s. XIX en algunos países de América del Sur, con un sentido administrativo (poner escuelas en zona rurales, etc.). Después la expresión llegó a Europa con un sentido más pedagógico. [Estanislao Martín Rincón, Catholic.net]

Pero ha sido Benedicto XVI el que ha destacado esta frase, en un histórico discurso del 2010, para referirse a las raíces de la decadencia cultural europea, que influye negativamente en todo el mundo. El Papa señala dos causas “profundas” de esta crisis: por un lado, “un falso concepto de autonomía del hombre”; y por otro, el escepticismo y el relativismo (cfr. Discurso, 27.V.2010).

Por una parte, la “autonomía” radical propone una educación sin autoridad, lo cual “no es educación, sino renuncia a la educación”. Por otra, el escepticismo y al relativismo se basan “en la exclusión de las dos fuentes que orientan el camino humano”, la naturaleza y la Revelación.

“Y si callan estas dos fuentes –explica el Pontífice–, también la tercera fuente, la historia, deja de hablar”, y “se convierte sólo en un aglomerado de decisiones culturales, ocasionales, arbitrarias, que no valen para el presente y para el futuro”.

La educación en México está inmersa en esta misma problemática global y requiere una sólida respuesta. Por eso, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) acaba de publicar un documento titulado “Educar para una nueva sociedad” (ENS), que contiene “reflexiones y orientaciones para la educación” en nuestro País.

Presentación del documento del Episcopado mexicano
"Educar para una nueva sociedad"
El texto es rico en enfoques y perspectivas. Por ejemplo, ENS destaca los efectos de esta “emergencia educativa” en México: la pérdida del sentido del valor de la persona y de la vida, que produce injusticia y desigualdad que en nuestro país, conduce a la miseria y cierra posibilidades de desarrollo y vida digna a la mitad de la población.

ENS propone la visión antropológica cristiana como una contribución válida para que la persona sea el centro de la educación. Además, el documento propone 10 ideas clave para una nueva acción educativa, centradas en la persona y la familia, en la verdad y la libertad, y en la colaboración del Estado, de la Iglesia y de los medios de comunicación.

Quisiera destacar la segunda parte de ENS, donde aborda la historia de la educación en nuestro País, en la que se ha dado una dialéctica entre la Iglesia y el Estado desde el s. XIX. Ahí se explica el origen de una visión que predomina hasta hoy: el laicismo se convirtió en una política educativa y se prohibió a la Iglesia impartir enseñanza en las escuelas.

Sin embargo, ENS toma distancia de esta dialéctica y adopta un papel conciliador para que Iglesia y Estado contribuyan al mejoramiento de la educación y, por tanto, a un enriquecimiento cultural de nuestra Nación.

ENS debe ser tomado en consideración, pues como afirma la historiadora María Luisa Aspe, este documento busca “tender puentes, no de ampliar las brechas que ya existen”, “sumar y no restar”; además, su contenido contribuirá a “hacer una autocrítica” a las escuelas y universidades, y a “cuestionar a fondo … el impacto que tiene la lógica del mercado y el individualismo, en la intencionalidad, las estrategias y los fines de los modelos educativos”. [Discurso completo]
lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

domingo, 23 de septiembre de 2012

Entre la guerra y la paz


Año 8, número 386
Luis-Fernando Valdés

Semana de contrastes. Mientras que Benedicto XVI terminó un viaje por la paz en Líbano, en diversos países árabes hubo crecientes protestas ante las embajadas de EUA por un video contra Mahoma. Dos preguntas fuertes: ¿acaso las religiones no son capaces de traer la paz? o ¿son las religiones las que provocan los conflictos bélicos?
El líder druso musulmán Mufti El lNaem Hassan
saluda a Benedicto XVI en el aeropuerto Rafik Hariri.

Las religiones, cuando están abiertas a la verdad, son un medio excelente para la paz, pues ayudan a la convivencia entre los hombres. El reciente viaje de Benedicto XVI a Líbano ofrece una respuesta fáctica: el Papa recibió muchas atenciones, por parte tanto de las autoridades religiosas musulmanas, como de los fieles que profesan el Islam.

Esta estrecha convivencia entre unos y otros tiene un significado especial, pues simboliza que hoy día las grandes religiones han aprendido a convivir.  Por eso, el Santo Padre afirmó que la constante presencia de musulmanes en los actos que presidió, “me permitió lanzar un mensaje de diálogo y colaboración entre cristianismo e islam. Me parece que ha llegado el momento de que los cristianos y musulmanes den un testimonio común, sincero y decidido contra las divisiones, contra la violencia y las guerras”. 

Al despedirse en el aeropuerto de los líderes musulmanes, Benedicto XVI les dijo que “durante toda mi estancia he podido constatar cuánto vuestra presencia ha contribuido al éxito de mi viaje”. Y externó su impresión de que “el mundo árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a cristianos y musulmanes reunidos para celebrar la paz”. [ABC.es, 18.VII.2012]

Benedicto XVI destacó que el mundo actual necesita fuertes y claras señales de diálogo y de colaboración y que el Líbano, donde conviven cristianos, musulmanes desde hace cientos de años “debe seguir siendo un ejemplo para los países árabes y para el resto del mundo”.

El Pontífice dijo también que ha llegado el momento de que los cristianos y musulmanes “den un testimonio común, sincero y decidido contra las divisiones, contra la violencia y las guerras”. [Diario de Yucatán, 19.IX.2012]

Además el Papa explicó que “la libertad religiosa tiene una dimensión social y política indispensable para la paz. Promueve la coexistencia y una vida armoniosa por su compromiso común al servicio de las causas nobles. La búsqueda de la verdad no debe imponerse por la violencia, sino por la fuerza de la verdad, que es Dios”. [Diario de Yucatán, 15.IX.2012]

Benedicto XVI, y muchos líderes religiosos en el mundo, están haciendo un gran esfuerzo de dialogar, para mostrar que la búsqueda de Dios mediante una religión se ha convertido hoy día en un medio para la convivencia pacífica.

Y con esto también podemos responder a la segunda pregunta. Hoy día, no son las religiones las que promueven la guerra, sino más bien son más bien algunas minorías radicales, con pocos miembros respecto al total de creyentes, las que fomentan la violencia a nombre de la fe.

Con una fe deformada, los guías de esas minorías promueven el odio. A lo que el Papa Ratzinger contesta así: “Quien quiere construir la paz debe dejar de ver en el otro un mal que debe eliminar. No es fácil ver en el otro una persona que se debe respetar y amar, y sin embargo es necesario, si se quiere construir la paz, si se quiere la fraternidad”. [aica.org, 17.IX.2012]

El pasado con sus guerras de religión, y el presente con sus minorías fanáticas han generado una barrera que impide ver el verdadero valor de las religiones para la paz mundial. Por eso, es importante pues distinguir entre la verdadera religiosidad –la que viven la mayoría de las personas– y el fanatismo de unos cuantos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Sombras de fanatismo


Año 8, número 385
Luis-Fernando Valdés

Aún estaba reciente el atentado contra un consulado norteamericano en Libia, cuando Benedicto XVI aterrizó en el Líbano. Mientras que los autores del ataque a la sede diplomática protestaban por un video blasfemo contra Mahoma, el líder la Iglesia católica exhortaba a la paz en nombre de la fe. ¿La religión provoca la guerra o nos trae la paz?

Benedicto XVI recibido por
el Presidente de Líbano, Michel Suleiman.
El pasado martes circuló por internet un video que presentaba a Mahoma, como un pederasta, mujeriego y asesino. Este suceso generó protestas contra los Estados Unidos en los países árabes, las cuales terminaron con el asesinato del cónsul norteamericano en Bengasi, Libia. [CNN.com, 11.IX.2012 y 12.IX.2012]

Y precisamente en medio de esa agitada región, que tiene como fondo la guerra civil en Sira, y la sombra del grupo terrorista Al Qaeda, se presenta el Papa Benedicto, para afirmar que la religión no debe ser causa de violencia sino de paz.

En su discurso de llegada al Aeropuerto de Harissa, el Santo Padre anunció que llegaba al Líbano y simbólicamente a todos los países de Oriente Medio, “como un peregrino de la paz, como un amigo de Dios, y como un amigo de todos los habitantes de todos los países de la región, cualquiera que sea su pertenencia y su creencia”. [VIS, 14.XI.2102]

Durante este viaje apostólico, el Papa Joseph Ratzinger denunció con mucha claridad la plaga del fundamentalismo, que utiliza la religión para justificar la violencia. Explicó que “el fundamentalismo es siempre una falsificación de la religión. Va en contra de la esencia de la religión, que quiere reconciliar y crear la paz de Dios en el mundo”. [VIS, 14.XI.2012-1]

Benedicto XVI también hizo “un llamamiento apremiante a todos los responsables religiosos a judíos, cristianos y musulmanes” a erradicar el fundamentalismo religioso, “que toca indistintamente y mortalmente a los creyentes de todas las religiones”. Y denunció que el fundamentalismo “quiere apoderarse, a veces con violencia, de la conciencia de cada uno y de la religión por motivos políticos”.

El Papa alemán tocó el núcleo del fundamentalismo, que consiste en manipular los textos sagrados de las religiones para convocar a la violencia. “Utilizar las palabras reveladas, las Escrituras santas o el nombre de Dios para justificar nuestros intereses, nuestras políticas tan fácilmente complacientes, o nuestras violencias, es una falta muy grave”, explicó el Pontífice. [Infobae.com, 15.XI.2012]

Benedicto XVI también exhortó a buscar la anhelada paz. Con realismo, pidió el cese de la venta de armas para acabar con la guerra, “porque sin importación de armas la guerra no podría continuar”. Y propuso que “en lugar de importar armas, que es un pecado grave, deberíamos importar ideas de paz, creatividad, encontrar soluciones para aceptar a cada uno en su alteridad”. [VIS, 14.XI.2012A]

El mismo viernes 14, en Harissa, donde el Romano Pontífice hizo entrega de la Exhortación Apostólica “Ecclesia in Medio Oriente”, expresó su deseo de “que todos los pueblos de la región vivan en paz, hermandad y libertad religiosa”. Al día siguiente, en Beirut, reunido con los jóvenes, con audacia afirmó que “es el momento en que musulmanes y cristianos se unan para poner fin a la violencia y a la guerra”.

¿Logrará el Papa que termine la violencia en la región árabe? Eso casi imposible de predecir, pero lo que se puede ver desde ahora es que Benedicto XVI está poniendo unas bases intelectuales y morales, para que la religión no sea confundida con el fundamentalismo religioso. Sobre esta plataforma muchos podrán encontrar en el mensaje de amor de las diversas confesiones un medio para alcanzar y conservar la paz.

domingo, 9 de septiembre de 2012

La última utopía del Papa


Año 8, número 384
Luis-Fernando Valdés

La Santa Sede confirmó que, a pesar de la violencia en Siria, Benedicto XVI llevará a cabo la Visita apostólica a Líbano, del 14 al 16 de septiembre. Ante las reiteradas advertencias del peligro por la tensión militar en la frontera siro-libanesa, el Papa se ha obstinado en realizar el viaje. ¿Por qué tanta insistencia del Pontífice? ¿Qué carta está jugando el Santo Padre?

Anuncio del viaje papal,
en las calles de Beirut.
El Líbano es un país muy especial para la Iglesia católica, pues ahí conviven católicos de diversos ritos, junto a cristianos no unidos a Roma, que además están en armonía con creyentes islámicos. Se trata de un lugar clave para reafirmar que las religiones pueden ser factor de unidad y de paz, a pesar de todas las diferencias.

Como es sabido, la Constitución del 23 de mayo de 1926 y el Pacto nacional de 1943 instauraron una democracia de consenso, en la que el presidente de la República debe ser un cristiano maronita y que comparte el poder ejecutivo con el Consejo de Ministros, presidido por un musulmán de confesión sunní.

El motivo de la Visita papal es la firma de la exhortación apostólica post-sinodal de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, celebrada en el Vaticano del 14 al 24 de octubre de 2010 bajo el tema “La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio”.

El reto del Papa es enorme. Por una parte, la guerra siria ha incursionado al norte de Líbano, donde hay enfrentamientos entre las facciones sunitas y alauitas libanesas, estas últimas partidarias del presidente sirio, Bashar al Assad. [Aciprensa, 4.IX.2012]

Por otra, hay un gran número de refugiados provenientes de Siria, que pueden desestabilizar la paz del país. Los datos oficiales de las Naciones Unidas hablan de 55 mil refugiados, aunque esta cifra podría estar entorno a los 150 mil, ya que la mayoría de las nuevas llegadas no se registran. [Aciprensa, 8.IX.2012]

Se trata en su mayoría de sunitas, con porcentajes más pequeños de cristianos y alauitas. Se concentran en el valle de Bekaa y en los distritos del norte de Trípoli y Akkar, encontrando asilo en las escuelas, en edificios abandonados o en campamentos improvisados.

Este viaje pontificio está cargado de significado. Por una parte, responde al esfuerzo de la Iglesia para apoyar a los católicos en una zona donde son una minoría (un 1.6 por ciento de la población del total de los países árabes). Pero también se trata de dar un mensaje al resto del mundo: los cristianos puede convivir con los creyentes de todos los credos y por eso pueden ser sembradores de unidad y de paz entre los pueblos.

El Papa teólogo desea no sólo poner las bases teológicas para que la Iglesia le pueda dar una respuesta válida a la sociedad secularizada de nuestros días, que vive como si Dios no existiera o no se necesitara; Benedicto XVI también desea dejar como legado una experiencia viva de que la religión es una pieza clave para construir un mundo unido y solidario.

El Papa Ratzinger pretende llevar a cabo una gran osadía: quiere disipar la sombra de las “guerras de religión”, y proponer que la fe religiosa sea el factor que lleve a la paz mundial. Seguramente no le otorgaran el Nobel de la Paz, pero el Papa no busca un premio sino un futuro pacífico que todos anhelan, y que muchos consideran imposible.

Benedicto se nos muestra así como un Pastor que busca pasar de las utopías a la realidad. Por eso, el esfuerzo del Pontífice por establecer medios concretos que traigan la paz lo convierten en un verdadero líder moral.