domingo, 31 de julio de 2011

Masacre en Noruega: ¿armas para los civiles?


Año 7, número 326
Luis-Fernando Valdés

Noruega quedó conmovida –y con ella toda Europa– por el mega-atentado que hace una semana dejó más de 90 muertos (23.VII.2011). Ese mismo fin de semana, los tiroteos en diversas localidades de Estados Unidos, dejaron al menos 7 muertos y 91 heridos. John M. Snyder, activista norteamericano a favor de la posesión de armas, declaró que estos atentados justifican que se les proporcionen armas a los civiles. Pero, ¿facilitarles el armamento es la solución?

Andreas Behring Breivik, de rojo,
autor confeso de los dos atentados en Oslo.
El problema no son las armas en sí mismas, ya que éstas pueden tener un uso recto: deportivo, o para la propia defensa, o para vigilancia, etc. La dificultad reside más bien en manos de quién se ponen, pues si caen en poder de los criminales, las consecuencias violentas no se harán no esperar.

Por eso, el Estado tiene una grave responsabilidad legislativa y policial para poder ejercitar un control claro y efectivo respecto a la posesión de armas y el tipo de armamento que se pone a disposición de los civiles.

Pero la posesión y el calibre del armamento no son el plano principal de la discusión, sino que los problemas de fondo son otros. El primero, si ante la violencia, se debe proveer de armas a los civiles; y el segundo, si el comercio de las armas deben ser parte importante de la economía de un país.

Que los ciudadanos porten armas para defenderse más que una solución o una estrategia, es una claudicación: el Estado estaría reconociendo que no puede brindar paz a la sociedad. Los ciudadanos esperan que el Estado les ofrezca el apoyo de profesionales en el uso de las armas, para defenderlos de los maleantes. Si el Estado renuncia a la defensa de su gente, si cede a la situación actual de violencia, entonces se habrá terminado el Estado de Derecho, y habremos vuelto a la Ley de la Selva.

Es una utopía pensar que por darle una pistola, la gente ya está segura. Además de poseerla, hay que saber usarla, de lo contrario se producen mayores males. Si un persona no tiene tiempo para ir a pasear o para hacer deporte, menos lo va a tener para ir al ejercicio de tiro. Además, hacer proliferar las armas produciría un ambiente de psicosis: “me pueden matar en cada esquina”.

El segundo problema de raíz: pensar que el comercio de armas es un asunto desvinculado de la ética. “Las armas convencionales o las armas pequeñas o ligeras, no deberían ser considerados un tipo de mercancía cualquiera que se pone a la venta en mercados internacionales, nacionales o regionales. Su producción, comercio y posesión tienen implicaciones éticas y sociales” (Declaración de la Santa Sede a la ONU sobre el Tratado de Comercio de Armas, 11-15.VII.2011).

La fabricación y la distribución de armas “necesitan ser reguladas de acuerdo a principios específicos del orden y ley morales. Se requieren todo tipo de esfuerzos para prevenir la proliferación de todo tipo de armas que alientan las guerras locales y la violencia urbana y matan a muchas personas al mundo cada día” (ibid.).

La solución a este problema siempre estará al riesgo de la libertad humana, y precisamente por eso requiere de unas reglas claras que prevengan su mal uso (licencias, controles, restricciones). Y esto es deber de los legisladores de cada país. Pero la situación global de nuestra sociedad, reclama un organismo internacional de regulación, “fuerte, creíble, efectivo y preciso para mejorar la transparencia en el comercio de armas”, que sea totalmente independiente de los intereses comerciales de los fabricantes de armas.
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domingo, 24 de julio de 2011

“Santa Muerte”, ¿protectora?

Año 7, número 325
Luis-Fernando Valdés

Ojalá que hubiera sido una noticia aislada, la que nos informó que una banda de secuestradores, en Ciudad Juárez, daba culto a la “Santa Muerte”. Tristemente es algo frecuente: muchos delincuentes recurren a ella. Sin embargo, casi nadie sabe de qué se trata esta creencia. ¿Por qué la invocan los criminales?

Como muestra, el pasado 15 de julio, fue arrestado un grupo de secuestradores, en aquella ciudad fronteriza de Chihuahua. En la casa de cautiverio, la Policía localizó una calavera vestida de novia, al menos dos cráneos y un altar donde se colocaban cajetillas de cigarros; además se encontraron esqueletos y cráneos, al parecer para su uso en algún tipo de culto a la muerte o para la práctica de un ritual satánico, informó la Fiscalía del Estado (www.excelsior.com).

La llamada “Santa Muerte” se representa con la figura de un esqueleto ataviado con un vestido largo, capucha, una hoz y un reloj de arena. Este culto es promovido por una agrupación no-católica que se autonombra “Iglesia Católica Tradicional MÉX-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”.

David Romo Guillen, líder del culto a la "Santa Muerte",
arrestado por la PGJDF, recibió el auto de formal prisión
por secuestro, el 28 de enero pasado [ver noticia
Aunque su nombre parece tan católico, en realidad este grupo religioso no está en comunión con la Iglesia Católica ni con la Santa Sede. Sus ministros de culto no son sacerdotes católicos, y su líder, el arzobispo David Romo Guillén, no es un sacerdote católico, ni es reconocido por el Vaticano.

El núcleo doctrinal de esta devoción es sincretista. Toma elementos prehispánicos de culto a la muerte; también adopta algunas formas católicas, que confunden a los propios católicos; y no faltan tampoco elementos de santería brasileña.

Muchas personas dirigen a la imagen de la “Santa Muerte” peticiones de amor, afectos, suerte, dinero y protección, pero también le hacen súplicas malintencionadas y de daño a terceros. Esta devoción esta vinculada a distintos tipos de delincuencia como el narcotráfico y asaltantes, que la invocan para no morir en los combates. Sin embargo, sería un error pensar que este culto a la sea sólo practicado por personas o grupos delincuenciales.

¿Qué hay de verdadero en esta religión? En realidad, pocas cosas. Primero, porque la muerte no es una persona, ni un ángel, ni siquiera una cosa. La muerte es una “situación”, que consiste en la separación del alma (el principio vital del hombre) y del cuerpo.

En muchas culturas tanto antiguas como modernas, la muerte suele ser “representada” artísticamente, o presentada como un personaje literario. Pero en todo caso, no se pretende decir que la muerte sea alguien real, sino que a través de ese personaje de ficción se ilustran enseñanzas para el ser humano, como la rapidez de la vida, o la necesidad de aprovechar el tiempo.

En segundo lugar, la Sagrada Escritura enseña que la muerte es consecuencia del pecado (Romanos 5, 12), es decir, del alejamiento de Dios por parte del hombre. De manera que la muerte es un castigo, no un premio; no es tampoco una situación a desear, sino un mal ante el que sólo cabe tener la esperanza que Cristo ha vencido a la muerte (Juan 5, 24-30), y que por eso adelante volveremos a la vida al final de los tiempos (1 Corintios 6, 14).

La “Santa Muerte” es una superstición que aleja del verdadero Dios y además tiene un alto precio social, porque sirve de pretexto a los violentos para hacer lo que está mal: robar, secuestrar, torturar, matar. Y estos abusos no tienen nada que ver ni con la libertad religiosa ni con la verdadera religiosidad humana.
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domingo, 17 de julio de 2011

Derecho a las armas, ¿por encima de todo?

Año 7, número 324

Luis-Fernando Valdés

El Presidente Obama estableció unas normas para regular las ventas múltiples de rifles de alto poder a compradores frecuentes en los estados fronterizos (11.VII.2011); pero tuvo una rápida respuesta de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que amenazó con un boicot, y luego los republicanos sacaron del presupuesto todo gasto destinado a implementar esta normas. ¿Por qué tal reacción ante el control de armas?

La legisladora demócrata de Nueva York,
Carolyn Maloney, al presentar la iniciativa de ley
para limitar el tráfico de armas.
Ante el fracaso de la iniciativa “Rápido y furioso”, el gobierno norteamericano tuvo que reaccionar para frenar el tráfico de armas hacia México, pues mientras los narcos sean provistos de ellas, la guerra en nuestro País tendrá pocos visos de solución. Sin embargo, esta nueva ley ha tocado un punto capital de la cultura liberal.

El derecho a portar armas tiene dos ópticas: depende desde cuál lado del Río Bravo se mire. Para los norteamericanos en general, se trata de un derecho sancionado por la Segunda Enmienda de su Constitución política. Para México y América Latina, se trata de la fuente del tráfico de armas del que se abastecen los narcotraficantes y demás grupo violentos.

Mientras que para unos es una cuestión jurídica, un derecho ciudadano, para otros es un problema profundamente grave: ya son más de 35 mil muertos en la Guerra del narcotráfico durante este sexenio. ¿Qué clase de derecho es éste, que conlleva tantas pérdidas humanas?

Se trata de un derecho que ha perdido el punto de referencia. Todo ser humano tiene derecho a defenderse; y, para hacerlo, puede poseer armas: esto es innegable (y así lo sanciona el Art. 10 de nuestra Carta Magna). Pero este derecho tiene límites, entre ellos la existencia de reglamentos, la obligación de registrar las armas y la restricción del calibre permitido a los civiles.

Sin embargo, la NRA no tiene en cuenta estos aspectos, pues considera las restricciones como un atentado contra este derecho. La NRA cuenta con el “Institute for Legislative Action”, que tiene como finalidad trabajar “vigorosamente para derrotar (defeat) la legislación de control restrictivo de las armas, y pasar a una legislación a favor de las armas” (home.nra.org).

No todos los derechos tienen igual valor. Hay una jerarquía entre ellos. Primero está el derecho a la vida, que sustenta todos los demás. Luego vienen los derechos que facilitan esa vida y después están los derechos a vivir en una sociedad, y ser respetado por ella. Sólo entonces adviene el derecho a defenderse, que incluye la posesión de armas.

Pero el NRA parece poner al mismo nivel el derecho a la vida y la posesión de las armas. Y no es retórica: es un hecho que el libre comercio de armas en Estados Unidos ha sido el factor que ha permitido a los cárteles mexicanos el adquirir armas con las que han asesinado a miles y miles de personas. Y la reacción del NRA ante las nuevas normas ha sido protestar con fuerza, como si este derecho secundario fuera primario.

La NRA cuenta con unos 4 millones de socios. Es un numero importante, sin duda; pero es minúsculo en el conjunto: son cerca de 310 millones de estadounidenses y cerca 110 millones de mexicanos. La presión política y económica, que la NRA puede ejercer en las Cámaras legislativas del Vecino del norte, parece superar el sufrimiento de México y todo América Latina.

Esperemos que el sentido común y el clamor silencioso de centenares  de millones de personas se impongan, y se implemente con eficacia la restricción de venta de armas en Estados Unidos; de esto depende en gran parte la paz de nuestro País.


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domingo, 10 de julio de 2011

“Periodismo amarillo” para “lectores amarillos”

Año 7, número 323

Luis-Fernando Valdés

Este domingo 10 de junio, apareció el último número del diario británico “News of the World”. La causa del cierre de este tabloide, famoso por publicar escándalos, es conocida: espionaje. Pero la pregunta no es: ¿por qué espiaban?, sino ¿por qué millones de lectores necesitaban notas sensacionalistas?

Último número del tabloide inglés,
cerrado por espionaje.
El pasado 7 de julio se dio a conocer que este diario inglés había espiado a familiares de soldados muertos en Irak y Afganistán. Se supo también que el rotativo había espiado a casi cuatro mil personas.

Para paliar la indignación popular, el australiano Rupert Murdoch, dueño también de “The Wall Street Journal” y la cadena “Fox News”, decidió clausurar su diario más vendido, que tenía una difusión dominical de más de 2.6 millones de ejemplares.

El “News of the World” nos hace recordar que la expresión “prensa amarilla” se originó durante la “batalla periodística” entre el diario “New York World”, de Joseph Pulitzer, y el “New York Journal”, de William Randolph Hearst, de 1895 a 1898. Ambos periódicos fueron acusados de magnificar cierta clase de noticias para aumentar las ventas y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas.

Un tercer diario, el “New York Press” acuñó el término “periodismo amarillo”, a principios de 1897, para describir el trabajo de aquellos rotativos, pues en inglés “yellow” significa tanto amarillo como cruel y cobarde (es.wikipedia.org:Prensa_amarilla).

Ante la caída del “News of the World”, un gigante de la prensa amarilla, es fácil pensar que este tipo de diarios son los únicos culpables de su clausura, por recurrir a medios ilegales para conseguir noticias llamativas.

Pero eso, en realidad, es la superficie de un círculo vicioso en la relación periódico y lector. El diario amarillo ofrece un producto que atrae la parte débil y curiosa del lector; y éste, una vez iniciado en el consumo de morbosidad, pide escándalos cada vez más fuertes; y la prensa entonces tiene que buscar notas más escandalosas, para satisfacer tal demanda.

Se trata de una relación entre la avaricia del empresario de los medios y la curiosidad malsana de los lectores. Ambos son responsables, aunque los dos suelen excusarse: el periódico afirma que la gente es libre de comprar o no su producto, y que son los lectores mismos los que piden ese tipo de noticias; los lectores se limitan a quejarse que “esto es lo que hay” y continúan comprando ese tipo de diarios.

La clausura de este periódico londinense nos confirma que este círculo vicioso es una realidad. Este periódico cayó porque cometió un grave delito, pero ¿acaso no debió haber sido cerrado desde hace años, porque los mismo lectores como protesta hubieran dejado de comprarlo?

Queda al descubierto que los millones de lectores de prensa amarilla son un público pasivo, pues compran lo que les ofrecen, sin importar el contenido; o peor aún, que estos consumidores de noticias tienen el vicio de la morbosidad.

La solución es difícil. Se requiere de una actitud ética comprometida en cada lector. En cambio, resulta sencillo ser un “lector amarillo” (cobarde), y consumir este tipo de prensa, pues no hay que darle cuentas a nadie del mal efecto que esto conlleva para la sociedad.

Y este anonimato de comprar un tabloide lleno de morbo, dejando de lado el compromiso personal de ser un lector exigente, es lo que alimentó al “monstruo” y lo hizo crecer. Ya sucumbió el “gigante amarillista”, pero ¿cuándo caerá la curiosidad de los millones de lectores amarillos? ¿hasta cuándo dejaremos de ser lectores pasivos?

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domingo, 3 de julio de 2011

Premian el diálogo de fe y razón


Año 7, número 322
Luis-Fernando Valdés

Benedicto XVI cumplió, el pasado 29 de junio, 60 años de sacerdocio, y como parte de las celebraciones otorgó por primera vez el “Premio Ratzinger”. ¿De qué se trata? Es un intento académico de altura para destacar el diálogo entre la fe y la razón.

Este premio fue instituido por el Pontífice, cuando el 1 de marzo del año pasado constituyó la “Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI”, acogiendo las peticiones de varios intelectuales. Y dentro de la Fundación, está previsto que se otorgue un premio a quienes hayan contribuido notablemente al estudio de la razonabilidad de la fe y de las contribuciones del cristianismo.

Los tres galardonados durante
la ceremonia del Premio "Ratzinger"
Para esta primera entrega se escogieron tres notables personalidades académicas. Manlio Simonetti, laico italiano, experto en Literatura cristiana antigua y Patrología; Olegario González de Cardedal, sacerdote español, profesor de teología sistemática, y Maximilian Heim, alemán, cisterciense, Abad del monasterio de Heiligenkreuz en Austria y profesor de teología fundamental y dogmática.

El profesor Simonetti es una de las máximas autoridades en el plano internacional en el campo de los estudios sobre el cristianismo antiguo. A sus 85 años, sigue trabajando activamente en los textos de los orígenes del cristianismo.

Benedicto XVI entrega el Premio "Ratzinger"
al Teólogo español González de Cardedal.
(Foto: EFE)
El profesor González de Cardedal, de 76 años, ha sido profesor de teología dogmática en la Pontificia Universidad de Salamanca y miembro de la Comisión Teológica Internacional. Sus principales obras teológicas conciernen a Dios y a la Trinidad, la cristología, la relación entre teología y antropología, especialmente en el debate entre la fe cristiana y la no creencia.

Por su parte, el profesor Heim, de 50 años, desde 2009 forma parte del Nuevo Círculo de alumnos de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, y trabaja en la publicación de las obras completas de Ratzinger. Además, divulga temas concernientes a la fe y a la teología a través de conferencias y la publicación de una serie de libros.

Durante la entrega de los galardones, Papa Benedicto pronunció un interesante discurso en el que destacó el diálogo de la fe con la razón, y señaló que la búsqueda de esta armonía ha sido unas de las grandes características distintivas de la fe cristiana, en comparación con el resto de las religiones.

En efecto, el Santo Padre expuso que las “religiones paganas por su naturaleza eran ‘consuetudinarias’: (...) se observaban las formas de culto tradicionales esperando permanecer así en la relación acertada con el ámbito misterioso de lo divino”. En cambio, prosiguió, “el aspecto revolucionario del cristianismo en la  antigüedad fue la ruptura con ‘lo consuetudinario’ por amor de  la verdad”.

En la teología, explicó, “está en juego la cuestión de la verdad, es su fundamento último y esencial”. Y añadió: “Una expresión de Tertuliano [160-220] puede llevarnos a dar un paso más: ‘Cristo no dijo: Yo soy la costumbre, sino yo soy la verdad’ ”. Por eso, concluyó el Papa, “en San Juan apóstol se encuentra la otra interpretación fundamental de la fe cristiana, que se expresa en la designación de Cristo como Logos [Razón]. Si Cristo es el Logos, la verdad, el ser humano debe corresponderle con su propio logos, con su razón”.

Este evento ha sido muy significativo, Joseph Ratzinger cumple 60 años de sacerdote, y desde el principio ha mantenido una línea fundamental: explicar que la fe se apoya en la razón, porque la fe y la verdad siempre van unidas. Ha realizado así el objetivo pastoral, reflejado en su lema episcopal: “Cooperadores de la verdad”.

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