Conoce al Papa, n. 7.
Luis-Fernando Valdés
Durante la Ordenación episcopal de Mons. Joseph Ratzinger. |
Joseph Alois
Ratzinger tenía 50 años, cuando fue ordenado arzobispo de Múnich y Frisinga por
Pablo VI, el día 25 de marzo de 1977. Él mismo recuerda que “aquél fue un día extraordinariamente
bello. Era un radiante día del comienzo del verano, en la vigilia de
Pentecostés”.
Y cuenta que experimentó “la realidad del sacramento: que en él
sucede algo que es verdad”, y se refería al gran acogimiento que le dieron
muchas personas “con una cordialidad y una alegría que no se debía tanto a mi
persona, sino que me manifestaba una vez más qué es el sacramento” (cfr. “Mi
vida”, p. 129-130).
Como lema episcopal,
el nuevo arzobispo eligió una frase en latín, tomada del versículo octavo de la
tercera Epístola de San Juan: “Cooperatores veritatis” (“Colaboradores de la
verdad”), porque –como explica él mismo– “me parecía que podían representar
bien la continuidad entre mi tarea anterior [la docencia universitaria] y el
nuevo cargo [de obispo]; porque, con todas las diferencias que se quieran, se
trataba y se trata siempre de lo mismo: seguir la verdad, ponerse a su
servicio” (cfr. Ibid., p. 130).
El escudo
episcopal de Joseph Ratzinger está lleno de significado, y está formado por tres
elementos: un moro coronado, una concha y un oso. Él mismo explicaba el
significado de estos símbolos. En cuanto al primero dice: “sobre el blasón de
los obispos de Frisinga se encuentra, desde hace cerca de mil años, el moro
coronado: no se sabe cuál es su significado. Para mí es la expresión de la
universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna distinción de raza ni de
clase, porque todos nosotros ‘somos uno’ en Cristo”.
Sobre la concha, el
nuevo arzobispo veía dos sentidos. Por
una parte, este elemento “es ante todo el signo de nuestro ser peregrinos”, y
por otra, le recordaba la leyenda según la cual San Agustín vio en la playa un
niño que tomaba el agua del mar con una concha y trataba de meterla en un
pequeño hoyo, que le decía “tan difícil es que pueda meterse toda el agua del
mar en este pozo como que tu razón pueda entender el misterio de Dios. Por eso
la concha representa para mí una referencia a mi gran maestro Agustín”.
Mons. Ratzinger
tomó la imagen del oso de la leyenda de San Corbiniano, fundador de la diócesis
de Frisinga. “Un oso –cuenta esta historia– había despedazado el caballo del
santo en su viaje a Roma. Corbiniano lo regañó severamente por aquella fechoría
y, como castigo, le cargó el fardo que hasta entonces había llevado el caballo
sobre sus lomos” (cfr. Ibid., p.130-131).
Mons. Ratzinger recibió el capello cardenalicio, de manos del Papa Pablo VI. |
Apenas un mes
después, el día 27 de junio, Joseph Ratzinger fue creado Cardenal, por Pablo VI.
Con el paso de los años recibirá encargos en las diversos Dicasterios de la
Curia romana por su dignidad cardenalicia, especialmente durante su gestión
como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Entre otros
cometidos, participará en las comisiones para el diálogo con las otras
confesiones cristianas y con las otras religiones, y estará al frente de la
comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica.
Mons. Ratzinger saluda al recién elegido Juan Pablo I |
Por ser cardenal,
Mons. Ratzinger ha participado en tres cónclaves. El primero, en agosto de
1978, en el que se eligió a Juan Pablo I, quien moriría 33 días después. En
octubre de ese mismo año, tomará parte en el cónclave en el que resultaría
elegido Juan Pablo II. Tras la muerte del Papa polaco, asistirá por tercera
ocasión, pero esta vez será el que lo presida. En las votaciones resultará elegido
y será nombrado Papa con el nombre de Benedicto XVI.
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