Año 12, número 603
Luis-Fernando Valdés
Algunas noticias
sobre la reciente Carta apostólica del Papa Francisco han causado cierta
confusión sobre el aborto y la excomunión. ¿Ya no hay excomunión por abortar?
¿Ya están perdonados automáticamente quienes abortaron?
Francisco firmando la Carta Apostólica Misericordia et misera. (Foto: periodistadigital.com) |
1. Las confusiones: pecado y excomunión.
El aborto es un tema muy controversial, porque la moral católica siempre ha
sostenido que es un pecado grave, ya que priva de la vida a un ser humano
inocente.
Para que los
fieles puedan entender que el aborto es una acción especialmente mala, la
Iglesia utiliza términos duros como “pecado mortal”, “pecado grave” o “acción
intrínsecamente mala”. Y, además, sanciona a las personas que lo cometen con
una pena muy grave que es la excomunión.
Así surge la
confusión sobre si es lo mismo “pecado grave” que “excomunión”. “Pecado grave”
es una acción libre que rompe la comunión con Dios o con el próximo. El aborto
es una acción gravemente mala porque quita la vida de un inocente.
Y la “excomunión”
es la pena (castigo) que la Iglesia impone a los católicos que cometen este
pecado. Se trata de “la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción
de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos” (Catecismo
Iglesia Católica, 1463).
2. ¿Por qué el aborto conlleva una
excomunión? La excomunión es un castigo muy fuerte, ya que implica una
ruptura con los vínculos que unen al creyente a Cristo por medio de la Iglesia,
pero que tiene una finalidad pedagógica: disuadir a los fieles para que no
cometan este crimen.
En otras palabras,
es una manera muy clara de explicar a los creyentes que abortar voluntariamente
es un pecado muy grave. Francisco lo reiteró en su reciente Carta apostólica, Misericordia et misera (21 nov. 2016): “Quiero
enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone
fin a una vida humana inocente” (n. 12).
Sin embargo, la
finalidad de esta medida no es “dar de baja” a los fieles que han cometido un
aborto, sino invitarlos a buscar la misericordia de Dios. Así lo explica el
Papa, quien afirma muy categórico “que no existe ningún pecado que la
misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un
corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre” (Ibidem).
3. ¿Qué es lo que autorizó el Papa? Con
motivo del término del Jubileo de la Misericordia, Francisco pidió a toda la
Iglesia “seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia
divina” (n. 5).
Por eso, el Papa
concedió “a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de
absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto” (n.12). Esto quiere
decir, que antes del Jubileo y de esta nueva disposición, el pecado de aborto
solo podía ser absuelto por el obispo o por los sacerdotes que éste indicara,
pero ahora lo podrá hacer cualquier sacerdote.
En cambio, el
Pontífice no afirmó que ya, de modo automático, todo persona que haya abortado
esté perdonada. Más bien, se requiere que esa persona esté arrepentida y
libremente acuda a la confesión.
El aborto sigue
siendo un pecado muy grave, por lo que continúa vigente la excomunión para los
fieles que lo cometen. Pero Francisco quiere enfatizar que la misericordia es
mayor que el pecado. Por eso, la facilidad para obtener el perdón para este
pecado grave no significa quitarle importancia al aborto, sino que nos habla de
la abundancia de la amor misericordioso de Dios.