sábado, 25 de agosto de 2018

Pedofilia: ¿qué propone el Papa?

Año 14, número 693
Luis-Fernando Valdés

La reciente Carta del Papa al Pueblo de Dios sobre los abusos sexuales está escrita en clave teológica. Aquí proponemos unas pautas de lectura para comprender mejor la propuesta del Pontífice para combatir los abusos de menores en la Iglesia. 


1. Dos líneas de solución. En la carta fechada el 20 de agosto reciente, el Papa Francisco propone soluciones a la crisis de los abusos en dos niveles. El primero es el penal, pues en la carta reitera que se dé aviso a las autoridades civiles, que no se encubra a los abusadores y que se les aleje de la comunidad para que no haya posibilidad de que repitan esos crímenes.
El segundo nivel es combatir una errónea noción de Iglesia que dio pie a que sucedieran los abusos y que posibilitó los encubrimientos. Se trata de una distorsión que Francisco llama “clericalismo”. Por eso, el Papa vuelve a explicar la noción de “Pueblo de Dios”, como solución a la corrupción en la Iglesia. 

2. La noción de Iglesia según Francisco. El Papa argentino ha cultivado una visión de la Iglesia que promovió el Concilio Vaticano II, conocida como el Pueblo de Dios. La idea clave es que a ese Pueblo está compuesto por los pastores y por los fieles, de manera que los fieles también participan activamente en la vida de la Iglesia, no por ser ministros, sino por vivir la fe.
Así, el “santo Pueblo fiel de Dios” está constituido por obispos, sacerdotes, religiosos y una gran mayoría de fieles laicos. Estos últimos también reflejan siempre en su vida cristiana la fe verdadera.

3. El clericalismo. Con esta expresión, el Pontífice quiere advertir el peligro de reducir la Iglesia a sus pastores (obispos y sacerdotes), a los dirigentes de grupos eclesiales, a superiores religiosos, etcétera, dejando de lado a la gran multitud del resto de los fieles.
En la carta, Francisco explica que este clericalismo es una “manera anómala” de entender la autoridad en la Iglesia, y que tal clericalismo ha sido “tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia”.
Por eso, el Obispo de Roma con toda firmeza escribe que el clericalismo “genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo.”

4. La respuesta debe proceder de la Iglesia completa. Si el clericalismo, o sea la formación de camarillas de poder o de pequeñas élites, fue lo que dio pie a los abusos y a su encubrimiento, la solución que propone el Papa es que intervenga todo el Pueblo de Dios.
Escribió: “La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria… hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu”.
Para el Papa, resultará imposible un cambio en el modo de actuar de la Iglesia “sin la participación de todos los integrantes del Pueblo de Dios”. Por eso, demás de las medidas judiciales, el Pontífice explica que “es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos”

Epílogo. Quienes buscan en la reciente carta del Papa sólo frases de autocrítica y humillación, se sentirán defraudados. Los que buscan la causa de los abusos en el celibato sacerdotal seguramente se desconcertarán porque no es ni mencionado.
En cambio, quien observe con atención descubrirá que el Papa va a una de las raíces profundas de la crisis, que es el clericalismo, y por eso hace una propuesta a todos los católicos para que se involucren en la vida de la Iglesia, y así desaparezcan los grupos de poder que han dado pie a los abusos y a su encubrimiento.

viernes, 17 de agosto de 2018

Pedofilia: el informe de Pennsylvania

Año 14, número 692
Luis-Fernando Valdés

La Iglesia Católica acepta la veracidad del informe del Gran Jurado de Pennsylvania: más de mil víctimas de abusos sexuales y encubrimiento institucional de los abusadores. ¿Qué pensar de esto? ¿cómo reaccionar? 

El fiscal general de Pennsylvania dio a
conocer el informe sobre los abusos a
menores y encubrimientos. (Foto)
1. La investigación: hubo encubrimiento. El pasado 14 de agosto, el fiscal general del estado de Pennsylvania (EUA), Josh Shapiro publicó un informe de más de 1,300 páginas sobre los abusos sexuales cometidos en seis de las ocho diócesis de ese estado, cuya conclusión es que hubo abusos y encubrimientos sistemáticos durante 70 años.
Se trata de una investigación llevada a cabo durante casi dos años por un Gran Jurado. El informe identificó a 301 sacerdotes predadores, con nombre y apellido, junto con más de mil menores que sufrieron abusos.
El documento indica que los abusos van desde las molestias hasta las violaciones, “pero todos fueron menospreciados, en todas las partes del Estado, por los líderes de la Iglesia que prefirieron proteger a los abusadores y su institución principalmente”. (Vatican Insider, 14 ago. 2018)

2. “Gran vergüenza”. Ese mismo día, el Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EUA, el card. Daniel N. DiNardo publicó una declaración, en la que reconoce la veracidad del informe de Pennsylvania, agradece la valentía de quienes compartieron sus historias personales de abusos y admite que “estamos avergonzados y lamentamos los pecados y las omisiones de sacerdotes católicos y obispos católicos”.
El texto indica que, a través de los organismos de control creados y progresivamente reforzados en 2002, 2011 y 2018, los obispos norteamericanos “continuarán ofreciendo caminos de sanación para quienes han sido abusados” y se comprometen “a trabajar con determinación para que tal abuso no pueda suceder”.
Dos días después vino la respuesta del Vaticano. El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede Greg Burke, dijo que ante este informe “dos son las palabras que pueden expresar lo que se siente frente a estos horribles crímenes: vergüenza y dolor”.
Añadió Burke que “las víctimas deben saber que el Papa está de su parte. Los que han sufrido son su prioridad, y la Iglesia quiere escucharlos para arrancar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes”.

3. La Iglesia sí ha cambiado. Junto a las reprobables acciones que describe el documento, hay también un punto luminoso, pues el texto del Gran Jurado de Pennsylvania reconoce que las políticas internas de las diócesis sobre el tema de abusos “han cambiado mucho en los últimos 15 años”. 
El informe señala que “parece que la Iglesia está avisando con mayor rapidez a las autoridades civiles cuando hay una denuncia de abuso. Se han introducido procesos de revisión interna. Las víctimas ya no son tan invisibles”. Sin embargo, aún no desaparecen los abusos contra menores en la Iglesia.
Estas afirmaciones, según Burke, “son coherentes con anteriores estudios que han demostrado que las reformas hechas por la Iglesia Católica en Estados Unidos han reducido drásticamente la incidencia de los abusos cometidos por el clero”.

Epílogo. Jesús dijo: “la verdad los hará libres” (Juan 8,32). La primera verdad es el dolor de las víctimas y de sus familias. Ante ese dolor, es obligatorio hacer justicia; ante ese sufrimiento es indispensable pedir perdón con sinceridad.
Y como fiel católico, me llena de esperanza ver que la Iglesia reconoce los graves errores de encubrimiento de clérigos pederastas y pide perdón, pues una parte importante de la renovación eclesial advendrá con esta purificación.

domingo, 12 de agosto de 2018

Argentina: el dualismo y el aborto

Año 14, número 691
Luis-Fernando Valdés  

Cuando el Senado argentino votó en contra de la legalización del aborto, surgieron declaraciones que hablaban de “victoria” del nascituro o “derrota” de la mujer. Pero para atender debidamente tanto a quienes se encuentran en la situación de abortar o de haber abortado como a los niños por nacer, necesitamos superar esos esquemas dualistas.

La guerra de los pañuelos: verdes a favor del aborto,
azules a favor de la vida. (Fotos)
1. El debate. Finalmente, después de un intenso debate en las cámaras legislativas argentinas y de numerosas manifestaciones públicas, el Senado rechazó la propuesta de legalizar el aborto, el pasado 9 de agosto. Durante semanas, hubo una campaña a favor del aborto, simbolizada por un pañuelo verde, y también otra por la vida, la Marcha Federal Salvemos las dos Vidas, que tuvo un gran eco.

2. Afirmar a las dos personas. La mentalidad dualista afirma por separado la libertad y la vida. De hecho, hay un bloque que se autodenomina “pro choice”, que pone la decisión de la mujer por encima de la vida del nascituro. Y caen en el mismo dualismo quienes contraponen datos de salud pública (mujeres que mueren por abortar clandestinamente) a la vida del bebé.
Se deben afirmar las dos partes que entran en conflicto: la madre y su bebé. Primero, hay que reconocer que muchas mujeres se ven empujadas a abortar, por la presión familiar, por las dificultades económicas, por motivos de salud, etc. 
Y luego con valentía hay que afirmar que facilitar el aborto no es la solución ni psicológica, ni económica, ni clínica que esas mujeres necesitan. Hace falta una legislación que realmente se haga cargo de la situación de esas personas y les facilité atención médica y psicológica, y les ayudé con la gestación y crianza de su bebé.

3. Una cuestión humana, no sólo religiosa. Otra manifestación del dualismo que está presente en las discusiones sobre el aborto es creer que la defensa del derecho a la vida está vinculada a creencias religiosas.
Pero, como explica el jurista argentino, Juan B. Gonzalez Saborido, “nuestros argumentos pueden originarse en una sensibilidad religiosa y eso no tiene nada de malo, pero una vez en la esfera pública es su solidez la que los hace útiles para un debate que interpele a creyentes y no creyentes por igual”. (La Nación, 8 ago. 2018)
Tutelar la vida por nacer es una cuestión humana fundamental y, por eso, incluso pensadores ateos han defendido la vida. Uno de ellos es el famoso politólogo italiano, Norberto Bobbio(1909-2004), ateo y de izquierda, quien ante el debate por la legalización del aborto en Italia defendió la vida (1981).
Bobbio escribió: “He hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el fundamental; los otros, el de la mujer y el de la sociedad, son derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen esgrimirse para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer. Reenviar la solución al momento en el que la concepción ya se ha producido es huir del fondo del problema”. (Il Corriere della Sera, mayo de 1981, citado aquí)

Epílogo. La defensa de la vida por nacer debe ir de la mano de ayudar a las mujeres que se ven orilladas a abortar. Esa fue la gran enseñanza de la campaña en contra de la legalización del aborto llevada a cabo en Argentina. Entonces, aprendamos esa lección, que puede servir también en otros ámbitos de la vida pública, la de superar el dualismo y buscar soluciones para las dos partes.

sábado, 4 de agosto de 2018

¿Por qué la Iglesia suprime del Catecismo la pena de muerte?

Año 14, número 690
Luis-Fernando Valdés

El Papa Francisco modifica el texto del Catecismo y declara que es “inadmisible” la pena de muerte. Esta decisión nos empuja a reflexionar: ¿por qué la Iglesia antes apoyaba la pena capital? ¿por qué ahora puede cambiar el Magisterio?

La dignidad humana siempre se conserva
aunque el sujeto sea un criminal, que deberá ser
castigado severamente pero no asesinado.
1. Un cambio largamente anunciado. Durante siglos la teología católica apoyó la pena de muerte, basada en el deber del Estado de tutelar el bien común y cuidarlo eficazmente de un agresor de las vidas humanas.
Sin embargo, Pablo VI suprimió la pena capital en el Estado Vaticano en 1969 y Juan Pablo II luchó para abolirla en todo el mundo. El Papa polaco afirmó en su magisterio pontificio que: “ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante” (Evangelium vitae, 1995, n. 9).
Y eso conllevó una primera modificación del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, en el que se pasó de justificar la pena de muerte a establecer que tal castigo sólo se admitía si era “el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”; además aclaraba que de hecho “los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos”.
Después los discursos sobre este tema pronunciados por Juan Pablo II, Benedicto XVI y el mismo Francisco han empujado cada vez más a pedir a los Estados que supriman la pena de muerte en sus legislaciones.

2. La dignidad humana, base del nuevo texto. Siguiendo la enseñanza de Juan Pablo II en Evangelium vitae, la nueva redacción afirma que la supresión de la vida de un criminal como castigo por un delito es inadmisible porque atenta contra la dignidad de la persona, dignidad que no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. 
Añade que hoy se llegado a comprender que las sanciones penales aplicadas por el Estado moderno, que deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y la reinserción social del criminal. 
Finalmente, explica que, para proteger de los criminales la vida de personas inocentes, la sociedad actual tiene sistemas de detención más eficaces, de modo que la pena de muerte es innecesaria.

3. Fidelidad y cambio. Para algunos podría sonar contradictorio que la Iglesia modifique el Catecismo, pues identifican fidelidad con fijación. Sin embargo, es lo contrario, pues se trata de cambiar para poder ser fieles al Evangelio. Y así, a lo largo de estos dos milenios, la Iglesia continuamente ha reflexionado para ver si postura es realmente coherente con el Evangelio original. 
Por eso, el cardenal Luis Ladaria, prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta de presentaciónde esta modificación del Catecismo, señaló que este cambio es fruto de “la conciencia cada vez más clara en la Iglesia del respeto que se debe a toda vida humana”. 

Epílogo. Esta modificación del Catecismo conlleva un cambio de paradigma muy profundo, pues indica que la dignidad humana no admite excepciones, pues ni siquiera un criminal deja de tenerla. La dignidad en algo previo al sujeto mismo y no en sus acciones, y éste no la pierde, aunque sus acciones sean muy reprobables. 
Era muy importante dar este paso, pues cuando admitimos que hay una excepción para no respetar la vida humana (como el caso de un criminal), abrimos la puerta para que haya más excepciones (como el aborto, la esclavitud, la venganza o la eutanasia).
Y, al mismo tiempo, recibimos otra gran enseñanza: que la fidelidad al Evangelio se opone a los fundamentalismos o al tradicionalismo. Somos testigos de un examen de conciencia de la Iglesia, para aceptar que hoy día la fidelidad al Evangelio de la vida requería una conversión. Y Francisco fue valiente para dar el paso.