Año 14, número 693
Luis-Fernando Valdés
La reciente Carta del Papa al Pueblo de Dios sobre los abusos sexuales está escrita en clave teológica. Aquí proponemos unas pautas de lectura para comprender mejor la propuesta del Pontífice para combatir los abusos de menores en la Iglesia.
1. Dos líneas de solución. En la carta fechada el 20 de agosto reciente, el Papa Francisco propone soluciones a la crisis de los abusos en dos niveles. El primero es el penal, pues en la carta reitera que se dé aviso a las autoridades civiles, que no se encubra a los abusadores y que se les aleje de la comunidad para que no haya posibilidad de que repitan esos crímenes.
El segundo nivel es combatir una errónea noción de Iglesia que dio pie a que sucedieran los abusos y que posibilitó los encubrimientos. Se trata de una distorsión que Francisco llama “clericalismo”. Por eso, el Papa vuelve a explicar la noción de “Pueblo de Dios”, como solución a la corrupción en la Iglesia.
2. La noción de Iglesia según Francisco. El Papa argentino ha cultivado una visión de la Iglesia que promovió el Concilio Vaticano II, conocida como el Pueblo de Dios. La idea clave es que a ese Pueblo está compuesto por los pastores y por los fieles, de manera que los fieles también participan activamente en la vida de la Iglesia, no por ser ministros, sino por vivir la fe.
Así, el “santo Pueblo fiel de Dios” está constituido por obispos, sacerdotes, religiosos y una gran mayoría de fieles laicos. Estos últimos también reflejan siempre en su vida cristiana la fe verdadera.
3. El clericalismo. Con esta expresión, el Pontífice quiere advertir el peligro de reducir la Iglesia a sus pastores (obispos y sacerdotes), a los dirigentes de grupos eclesiales, a superiores religiosos, etcétera, dejando de lado a la gran multitud del resto de los fieles.
En la carta, Francisco explica que este clericalismo es una “manera anómala” de entender la autoridad en la Iglesia, y que tal clericalismo ha sido “tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia”.
Por eso, el Obispo de Roma con toda firmeza escribe que el clericalismo “genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo.”
4. La respuesta debe proceder de la Iglesia completa. Si el clericalismo, o sea la formación de camarillas de poder o de pequeñas élites, fue lo que dio pie a los abusos y a su encubrimiento, la solución que propone el Papa es que intervenga todo el Pueblo de Dios.
Escribió: “La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria… hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu”.
Para el Papa, resultará imposible un cambio en el modo de actuar de la Iglesia “sin la participación de todos los integrantes del Pueblo de Dios”. Por eso, demás de las medidas judiciales, el Pontífice explica que “es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos”
Epílogo. Quienes buscan en la reciente carta del Papa sólo frases de autocrítica y humillación, se sentirán defraudados. Los que buscan la causa de los abusos en el celibato sacerdotal seguramente se desconcertarán porque no es ni mencionado.
En cambio, quien observe con atención descubrirá que el Papa va a una de las raíces profundas de la crisis, que es el clericalismo, y por eso hace una propuesta a todos los católicos para que se involucren en la vida de la Iglesia, y así desaparezcan los grupos de poder que han dado pie a los abusos y a su encubrimiento.