Luis-Fernando Valdés
La situación de la tranquilidad pública de nuestro País lleva largo tiempo desbordada. Se cuentan por centenares los ejecutados, lo secuestrados, los extorsionados, en lo que va de este año. Ya no es una gota la que derrama el vaso, sino un oleaje el que rompe más el muro de contención. Tuvo que ser la muerte del joven Fernando Martí el detonador para que nuestros gobernantes aceptaran que la inseguridad de los ciudadanos es alarmante. Y tuvo que ser un ciudadano –Alejandro Martí– el que pusiera un gran desafío a los políticos: si no pueden hacer nada, mejor renuncien. Pero superar la ineficacia policial no el único reto: queda uno mayor.
Lamentamos mucho la desventura que sufre cada víctima de la violencia, no hay víctimas de segunda categoría. Pero fue necesario –qué duro es decirlo– que el agredido fuera un joven de buena posición, para que la voz de todas los plagiados fuera escuchada por las autoridades. Y sólo así se reunieron el pasado jueves los Tres Poderes de la Unión y los Gobernadores de todas las entidades federativas y del Distrito Federal. En su intervención, con la voz entrecortada, Martí les planteó una demanda: “Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden, renuncien, pero no sigan ocupando las oficinas de Gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada, que eso también es corrupción”. Huelga decir que, rápidamente, todos los políticos aceptaron el desafío.
Pero la clave de la solución no se puede limitar a tomar medidas respecto a los plazos y a los responsables. No se requiere ser profeta para anunciar que difícilmente esto va funcionar, si las resoluciones se quedan sólo en niveles meramente operativos. Para vencer la corrupción no basta con despedir a los agentes que hagan mal uso de su cargo, como no basta extirpar un tumor para curar un cáncer agresivo
Hace falta algo más para vencer la corrupción y la impunidad. Se requieren valores y virtudes. Que no son palabras de uso exclusivo de la religión. Ya Platón y Aristóteles explicaban que, para el recto desarrollo de la polis, era necesario contar con gobernantes sabios y virtuosos. Y el planteamiento es verdadero: sólo una persona con valores y virtudes podrá ser justa, sólo ella podrá encarnar en su vida el ideal de la justicia.
Necesitamos que cada mexicano crea en la justicia y la viva. Sólo un ciudadano con verdaderos y sólidos valores será capaz de resistir la seducción del poder o de la riqueza. Lanzo este reto: una persona sin valores ni virtudes, ¿será capaz de dar su vida para exigir que se cumpla la Ley? Lo dudo, pues se requiere tener y amar un ideal que sea más grande que la propia vida para poder sacrificar la propia existencia, antes que ceder a la corrupción. Por eso, el martirio siempre va ligado a los valores: la Fe, la Patria, la Familia.
Pero para tener estos ideales, se requiere algo más que una orden del jefe policiaco o del gobernante en turno. Hace falta una nueva educación, que fomente y enseñe a vivir los valores. Pero si nuestra educación actual fomenta el relativismo, en el que cada uno tiene su verdad; si se hace burla de la fe religiosa; si a nombre de la tolerancia se sacrifica la verdad; si no se pierden el miedo a reconocer que hay acciones moralmente equivocadas y malas (lo que antes llamábamos pecado), entonces ¿de dónde van a salir los valores que queremos que las Autoridades defiendan? ¿en dónde conseguiremos policías que sacrifiquen su vida antes de corromperse?
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com
Luis-Fernando Valdés López, sacerdote y teólogo, comenta noticias destacadas de la semana, con un enfoque humanista, desde la razón creyente.
domingo, 24 de agosto de 2008
domingo, 17 de agosto de 2008
Aborto ¿ideología o derecho?
Luis-Fernando Valdés
Hace tres días, el Ministro Salvador Aguirre Anguiano entregó a la Suprema Corte de Justicia un proyecto de sentencia que propone invalidar la despenalización del aborto, aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en 2007. Aguirre presentó su argumentación en un documento de 612 páginas y 38 anexos. Pero ya antes de ser analizado han surgido algunas protestas que alegan que el Ministro se dejó llevar por su ideología. ¿Estamos ante una cuestión meramente legal o en verdad es ideológica?
El Ministro señala que la vida está protegida por la Constitución, leyes locales y tratados internacionales desde el momento de la concepción. De hecho ya había una jurisprudencia previa en este sentido, cuando la SCJN dictó sentencia sobre la llamada Ley Robles. Desde el punto de vista jurídico, lo que hizo Aguirre fue revisar si la Ley aprobada en el Distrito Federal coincide o va en contra del ordenamiento de la Carta Magna. Y su dictamen es que como la Ley Superior ampara la vida del no-nato, esta Ley inferior que aprueba el aborto es inconstitucional.
Sin embargo, aunque esta sentencia de inconstitucionalidad tiene fundamento, pues se basa en lo que dice nuestra Ley Suprema, y desde el punto de vista jurídico no tiene mayor complicación, rápidamente se ha convertido en un asunto “ideológico”. Y es que nuestro País, desde mitad del siglo XIX, vive bajo una dialéctica entre conservadores y liberales, izquierda y derecha, que en la práctica lleva a considerar la Leyes como un instrumento para imponerse al otro bando, para imponer el propio punto de vista.
Y, por esta razón, se mezclan casi hasta confundirse lo jurídico y lo ideológico. Y para muestra basta reseñar que Enrique Vargas Anaya, Diputado local de la Ciudad de México, afirmó que este proyecto de sentencia debe discutirse y argumentarse de acuerdo a preceptos jurídicos y no ideológicos. ¿Acaso decir que una ley es anticonstitucional porque va en contra de lo que defiende un Tratado Internacional (como la Declaración de los Derecho Humanos) firmado por México es “ideología”? Algunos podrán estar en desacuerdo con el contenido de ese Convenio, pero esa desavenencia no da derecho a calificar de “ideología” una acción de inconstitucionalidad.
Aunque ya ha pasado más de un siglo, y hemos llegado a lo que se suele llamar posmodernidad, algunas declaraciones de políticos siguen metidas en esa dialéctica decimonónica de izquierda y derecha. El mismo Diputado señaló que el fallo final que emita SCJN debe salvaguardar el Estado Laico por encima de las creencias religiosas, ya que lo que se defiende con la reforma que despenaliza el aborto es el reconocimiento y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, por su salud y por su derecho a decidir, y no los intereses de la jerarquía eclesiástica.
Nuevamente se llama “jurídico” a lo que es ideológico. El proyecto de sentencia no tiene como finalidad promulgar una nueva ley, y menos que ésta sea favorable a la Iglesia. La propuesta de Aguirre busca aclarar si la reforma a la ley del aborto aprobada por la Asamblea Legislativa se opone en sus términos a la Constitución. La declaración del Diputado es “ideológica”, pero la presenta por “jurídica”. El resultado de confundir la propia ideología con el derecho sólo conlleva el retraso en el establecimiento de un Estado de Derecho, y acarrea la división del País. En esta resolución está en juego la vida humana desde su concepción, pero también nuestro fundamento como Nación.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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Hace tres días, el Ministro Salvador Aguirre Anguiano entregó a la Suprema Corte de Justicia un proyecto de sentencia que propone invalidar la despenalización del aborto, aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en 2007. Aguirre presentó su argumentación en un documento de 612 páginas y 38 anexos. Pero ya antes de ser analizado han surgido algunas protestas que alegan que el Ministro se dejó llevar por su ideología. ¿Estamos ante una cuestión meramente legal o en verdad es ideológica?
El Ministro señala que la vida está protegida por la Constitución, leyes locales y tratados internacionales desde el momento de la concepción. De hecho ya había una jurisprudencia previa en este sentido, cuando la SCJN dictó sentencia sobre la llamada Ley Robles. Desde el punto de vista jurídico, lo que hizo Aguirre fue revisar si la Ley aprobada en el Distrito Federal coincide o va en contra del ordenamiento de la Carta Magna. Y su dictamen es que como la Ley Superior ampara la vida del no-nato, esta Ley inferior que aprueba el aborto es inconstitucional.
Sin embargo, aunque esta sentencia de inconstitucionalidad tiene fundamento, pues se basa en lo que dice nuestra Ley Suprema, y desde el punto de vista jurídico no tiene mayor complicación, rápidamente se ha convertido en un asunto “ideológico”. Y es que nuestro País, desde mitad del siglo XIX, vive bajo una dialéctica entre conservadores y liberales, izquierda y derecha, que en la práctica lleva a considerar la Leyes como un instrumento para imponerse al otro bando, para imponer el propio punto de vista.
Y, por esta razón, se mezclan casi hasta confundirse lo jurídico y lo ideológico. Y para muestra basta reseñar que Enrique Vargas Anaya, Diputado local de la Ciudad de México, afirmó que este proyecto de sentencia debe discutirse y argumentarse de acuerdo a preceptos jurídicos y no ideológicos. ¿Acaso decir que una ley es anticonstitucional porque va en contra de lo que defiende un Tratado Internacional (como la Declaración de los Derecho Humanos) firmado por México es “ideología”? Algunos podrán estar en desacuerdo con el contenido de ese Convenio, pero esa desavenencia no da derecho a calificar de “ideología” una acción de inconstitucionalidad.
Aunque ya ha pasado más de un siglo, y hemos llegado a lo que se suele llamar posmodernidad, algunas declaraciones de políticos siguen metidas en esa dialéctica decimonónica de izquierda y derecha. El mismo Diputado señaló que el fallo final que emita SCJN debe salvaguardar el Estado Laico por encima de las creencias religiosas, ya que lo que se defiende con la reforma que despenaliza el aborto es el reconocimiento y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, por su salud y por su derecho a decidir, y no los intereses de la jerarquía eclesiástica.
Nuevamente se llama “jurídico” a lo que es ideológico. El proyecto de sentencia no tiene como finalidad promulgar una nueva ley, y menos que ésta sea favorable a la Iglesia. La propuesta de Aguirre busca aclarar si la reforma a la ley del aborto aprobada por la Asamblea Legislativa se opone en sus términos a la Constitución. La declaración del Diputado es “ideológica”, pero la presenta por “jurídica”. El resultado de confundir la propia ideología con el derecho sólo conlleva el retraso en el establecimiento de un Estado de Derecho, y acarrea la división del País. En esta resolución está en juego la vida humana desde su concepción, pero también nuestro fundamento como Nación.
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domingo, 10 de agosto de 2008
Prevención del SIDA: ¿solución o atropello?
Luis-Fernando Valdés
México se convirtió en el primer país latinoamericano que ha sido sede de una Conferencia Internacional sobre el Sida, la cual se llevó a cabo del 3 al 8 de agosto pasados. El evento, organizado por las Naciones Unidas, busca la disminución mundial de esta pandemia. El objetivo es excelente, pero algunos políticas y medios para conseguirlo resultan dudosas.
En primer lugar, la Conferencia se sitúa a sí misma –de un modo muy sutil– como un organismo legislativo superior a las naciones participantes. Es llamativo el tono de los discursos, en los que se pide a los países que adopten una legislación determinada por las políticas que sugiere la ONU. Así la UNICEF, en su página web publicó que “la meta final de esta reunión (del 2008) será la de establecer un método de educación sexual amplio, que incluya educación sobre el VIH/SIDA, dentro del currículo nacional de escuelas primarias”.
En principio, una propuesta así parece buena. Sería muy importante, sin duda, que todos los ciudadanos, ya desde la infancia, aprendan a respetar y valorar a todas las personas portadoras del VIH, y que sepa “prevenir” este problema. Pero, detrás de toda propuesta educativa hay un presupuesto fundamental: que la educación es un derecho primigenio de los padres de familia, no del Estado. El conflicto surgirá sólo: ¿qué sucederá cuando el plan de información sobre el SIDA propuesto por la ONU no coincida con el modo de pensar de los papás? ¿se le impondrá a la fuerza?
Varios discursos de esta XVII Conferencia insistían la conexión entre la salud pública y los derechos humanos. El Comunicado de Prensa del 6 día de la Conferencia destacaba que los objetivos de la salud pública eran “frustrados por las violaciones a los derechos humanos, la desigualdad de género y el estigma” (www.aids2008.org). Sin embargo, al proponer una política única de educación sobre el VIH, ¿no están violando también un derecho humano fundamental, como es el derecho de los padres a la educación de sus hijos?
Fue patente que la propuesta de la Conferencia sobre la prevención del VIH gira en torno al uso del preservativo. El francés Bruno Spire explicó que un “paso clave” para prevenir la transmisión sexual del VIH consiste en “combatir la fatiga en la prevención”, e hizo un llamado a las “soluciones pragmáticas” en relación a aquellos que “no usan preservativos consistentemente”. Esta propuesta tiene una ideología de fondo, que consiste en una visión reducida del ser humano y de su sexualidad, la cual es resumida al placer y desligada del amor y de la procreación.
Para prevenir el SIDA lo importante no es capacitar en el uso del preservativo, sino educar en una visión global de la actividad sexual, que abarca todas las esferas del ser humano: corporal, afectiva, lúdica, psicológica, moral y religiosa. La sexualidad se debe llevar a cabo en el marco del amor a la otra persona. Y esa expresión del amor en el sexo capacita para transmitir la vida humana. Pero, ¿qué pasará con las personas que deseen que sus hijos sean educados en esta otra visión? ¿serán atropellados por no aceptar la postura de la ONU?
Es una pena que un esfuerzo internacional, digno de elogio, para ayudar los pacientes de VIH/SIDA del mundo entero, termine reducido a un foro ideológico, que apoya una visión reducida del hombre y su sexualidad, y que pretenda imponer unos medios con los que no todos están de acuerdo.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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México se convirtió en el primer país latinoamericano que ha sido sede de una Conferencia Internacional sobre el Sida, la cual se llevó a cabo del 3 al 8 de agosto pasados. El evento, organizado por las Naciones Unidas, busca la disminución mundial de esta pandemia. El objetivo es excelente, pero algunos políticas y medios para conseguirlo resultan dudosas.
En primer lugar, la Conferencia se sitúa a sí misma –de un modo muy sutil– como un organismo legislativo superior a las naciones participantes. Es llamativo el tono de los discursos, en los que se pide a los países que adopten una legislación determinada por las políticas que sugiere la ONU. Así la UNICEF, en su página web publicó que “la meta final de esta reunión (del 2008) será la de establecer un método de educación sexual amplio, que incluya educación sobre el VIH/SIDA, dentro del currículo nacional de escuelas primarias”.
En principio, una propuesta así parece buena. Sería muy importante, sin duda, que todos los ciudadanos, ya desde la infancia, aprendan a respetar y valorar a todas las personas portadoras del VIH, y que sepa “prevenir” este problema. Pero, detrás de toda propuesta educativa hay un presupuesto fundamental: que la educación es un derecho primigenio de los padres de familia, no del Estado. El conflicto surgirá sólo: ¿qué sucederá cuando el plan de información sobre el SIDA propuesto por la ONU no coincida con el modo de pensar de los papás? ¿se le impondrá a la fuerza?
Varios discursos de esta XVII Conferencia insistían la conexión entre la salud pública y los derechos humanos. El Comunicado de Prensa del 6 día de la Conferencia destacaba que los objetivos de la salud pública eran “frustrados por las violaciones a los derechos humanos, la desigualdad de género y el estigma” (www.aids2008.org). Sin embargo, al proponer una política única de educación sobre el VIH, ¿no están violando también un derecho humano fundamental, como es el derecho de los padres a la educación de sus hijos?
Fue patente que la propuesta de la Conferencia sobre la prevención del VIH gira en torno al uso del preservativo. El francés Bruno Spire explicó que un “paso clave” para prevenir la transmisión sexual del VIH consiste en “combatir la fatiga en la prevención”, e hizo un llamado a las “soluciones pragmáticas” en relación a aquellos que “no usan preservativos consistentemente”. Esta propuesta tiene una ideología de fondo, que consiste en una visión reducida del ser humano y de su sexualidad, la cual es resumida al placer y desligada del amor y de la procreación.
Para prevenir el SIDA lo importante no es capacitar en el uso del preservativo, sino educar en una visión global de la actividad sexual, que abarca todas las esferas del ser humano: corporal, afectiva, lúdica, psicológica, moral y religiosa. La sexualidad se debe llevar a cabo en el marco del amor a la otra persona. Y esa expresión del amor en el sexo capacita para transmitir la vida humana. Pero, ¿qué pasará con las personas que deseen que sus hijos sean educados en esta otra visión? ¿serán atropellados por no aceptar la postura de la ONU?
Es una pena que un esfuerzo internacional, digno de elogio, para ayudar los pacientes de VIH/SIDA del mundo entero, termine reducido a un foro ideológico, que apoya una visión reducida del hombre y su sexualidad, y que pretenda imponer unos medios con los que no todos están de acuerdo.
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domingo, 3 de agosto de 2008
Mons. Mario De Gasperín
Luis-Fernando Valdés
El próximo 4 de agosto, el Obispo de Querétaro cumplirá 25 años de ordenación episcopal. Desde hace un año los fieles de la Diócesis han estado preparando este Jubileo. Y el próximo viernes 8 habrá un festejo solemne en el Estadio Corregidora. ¿Cuáles son la importancia y el significado este evento para nuestra Ciudad?
Celebrar las Bodas de plata episcopales de Mons. De Gasperín tiene gran relevancia, no sólo porque ocupa un cargo importante en la Iglesia, o porque su figura ejerce mucha influencia tanto entre los creyentes como en las personas de buena voluntad. Además de la innegable trascendencia social de este evento, estos festejosnos recuerdan sobre todo el significado espiritual del episcopado en la Iglesia.
Es muy significativo el caso del Obispo queretano, porque pertenece a la nueva generación de jerarcas católicos, cuya función pastoral fue delineada por el reciente Concilio Vaticano II. Este Concilio trató a profundidad el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo, y puso especial atención en la figura de los obispos en el documento “Christus Dominus” (1965), que resalta la función espiritual y humana de los sucesores de los Apóstoles.
A don Mario de Gasperín le tocó recibir el Episcopado por encargo de Juan Pablo II, en un momento histórico en que la Iglesia tenía que aplicar con fidelidad la doctrina del Vaticano II, en medio de situaciones de cierta confusión. El Concilio enseña que “los obispos, como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares que se les han confiado, no sólo con sus proyectos, con sus consejos y con ejemplos, sino también con su autoridad y potestad sagrada” (Lumen Gentium, 27). Y así lo ha hecho el Obispo de esta Diócesis.
La trayectoria de Mons. De Gasperín ha estado marcada por un esfuerzo grande de poner en práctica las grandes líneas pastorales de la Iglesia Universal. Fruto de esos intentos es el Plan Pastoral de la Diócesis, que tiene como grandes prioridades la Familia y la Espiritualidad de Comunión, que tiende a reforzar la unidad de toda la Iglesia queretana.
Es importante destacar que el Obispo de Querétaro ha tenido la valentía de hablar con claridad a los fieles sobre sus responsabilidades sociales. Es digna de mención su instrucción pastoral sobre la responsabilidad de los católicos para votar en conciencia, conforme a sus creencias. Fue un documento importante, en el que sin tomar ninguna postura partidista, ni intervenir en política, sí habló de la obligación moral de emitir el voto.
El papel de los obispos siempre es sobrenatural, porque “puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las almas, y juntamente con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, son enviados a actualizar perennemente la obra de Cristo, Pastor eterno” (Chistus Dominus, 2b). La presencia del Obispo siempre es una señal de que Cristo está presente en esa Diócesis. Y, por eso, es motivo de esperanza para los creyentes. Resulta lógico que los fieles deseen festejar por todo lo alto este aniversario tan especial. La magnitud de esta celebración no es una manifestación de poder terreno ni de mera influencia humana. Es un signo de que los ciudadanos tienen fe, y que saben reconocer en su Obispo la presencia de Dios, que los guía, los santifica y los instruye mediante el oficio episcopal.
* * *
Nuestra felicitación a Mons. De Gasperín, por su vigésimo quinto aniversario de Ordenación episcopal, y nuestro agradecimiento por su estima y su confianza.
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com
El próximo 4 de agosto, el Obispo de Querétaro cumplirá 25 años de ordenación episcopal. Desde hace un año los fieles de la Diócesis han estado preparando este Jubileo. Y el próximo viernes 8 habrá un festejo solemne en el Estadio Corregidora. ¿Cuáles son la importancia y el significado este evento para nuestra Ciudad?
Celebrar las Bodas de plata episcopales de Mons. De Gasperín tiene gran relevancia, no sólo porque ocupa un cargo importante en la Iglesia, o porque su figura ejerce mucha influencia tanto entre los creyentes como en las personas de buena voluntad. Además de la innegable trascendencia social de este evento, estos festejosnos recuerdan sobre todo el significado espiritual del episcopado en la Iglesia.
Es muy significativo el caso del Obispo queretano, porque pertenece a la nueva generación de jerarcas católicos, cuya función pastoral fue delineada por el reciente Concilio Vaticano II. Este Concilio trató a profundidad el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo, y puso especial atención en la figura de los obispos en el documento “Christus Dominus” (1965), que resalta la función espiritual y humana de los sucesores de los Apóstoles.
A don Mario de Gasperín le tocó recibir el Episcopado por encargo de Juan Pablo II, en un momento histórico en que la Iglesia tenía que aplicar con fidelidad la doctrina del Vaticano II, en medio de situaciones de cierta confusión. El Concilio enseña que “los obispos, como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares que se les han confiado, no sólo con sus proyectos, con sus consejos y con ejemplos, sino también con su autoridad y potestad sagrada” (Lumen Gentium, 27). Y así lo ha hecho el Obispo de esta Diócesis.
La trayectoria de Mons. De Gasperín ha estado marcada por un esfuerzo grande de poner en práctica las grandes líneas pastorales de la Iglesia Universal. Fruto de esos intentos es el Plan Pastoral de la Diócesis, que tiene como grandes prioridades la Familia y la Espiritualidad de Comunión, que tiende a reforzar la unidad de toda la Iglesia queretana.
Es importante destacar que el Obispo de Querétaro ha tenido la valentía de hablar con claridad a los fieles sobre sus responsabilidades sociales. Es digna de mención su instrucción pastoral sobre la responsabilidad de los católicos para votar en conciencia, conforme a sus creencias. Fue un documento importante, en el que sin tomar ninguna postura partidista, ni intervenir en política, sí habló de la obligación moral de emitir el voto.
El papel de los obispos siempre es sobrenatural, porque “puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las almas, y juntamente con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, son enviados a actualizar perennemente la obra de Cristo, Pastor eterno” (Chistus Dominus, 2b). La presencia del Obispo siempre es una señal de que Cristo está presente en esa Diócesis. Y, por eso, es motivo de esperanza para los creyentes. Resulta lógico que los fieles deseen festejar por todo lo alto este aniversario tan especial. La magnitud de esta celebración no es una manifestación de poder terreno ni de mera influencia humana. Es un signo de que los ciudadanos tienen fe, y que saben reconocer en su Obispo la presencia de Dios, que los guía, los santifica y los instruye mediante el oficio episcopal.
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Nuestra felicitación a Mons. De Gasperín, por su vigésimo quinto aniversario de Ordenación episcopal, y nuestro agradecimiento por su estima y su confianza.
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