domingo, 27 de enero de 2013

La religión, según Obama


Año 9, número 404
Luis-Fernando Valdés

El Presidente Barak Obama llevó a cabo la toma de posesión, para su segundo periodo de gobierno (21.I.2013). La ceremonia combinó elementos civiles y religiosos. El nombre de Dios fue invocado, pero ¿qué piensa Obama sobre la religión?

El Presidente Obama hace el juramento
apoyado en dos ejemplares de la Biblia. 
El Presidente norteamericano siguió el protocolo religioso de la ceremonia de investidura. Sin embargo, en su discurso inaugural, Obama manifestó una visión diferente de la religión y su papel en la vida de los Estados Unidos.

Primero, poco después del juramento, el Presidente y su familia asistieron a una ceremonia religiosa en la iglesia episcopaliana de St. John, la cual se ubica apenas a una cuadra de distancia de la Casa Blanca. [Excelsior.com  ]

Los Obama fueron recibidos a la entrada de la iglesia por el ministro Luis León, quien además fue el encargado de impartir la bendición final en la ceremonia de juramento, realizada después en la escalinata este del Capitolio.

En este primer evento, Obama envió un primer mensaje no verbal, sino simbólico. En efecto, el reverendo Luis León es un abierto defensor del matrimonio homosexual. De manera que para Obama las costumbres morales se deben regir primero por un pacto social (lo políticamente correcto) que por una enseñanza religiosa.

Esta situación será siempre un círculo conflictivo entre la tolerancia laica y las religiones, mientras no se apele un punto clave: la verdad sobre el hombre. Si se niega que se pueda conocer la verdad, o se afirma que la verdad es relativa, nunca habrá manera de discernir quién tiene la razón: si la tiene la fe o si la tiene una norma civil.

En segundo lugar, la ceremonia misma de juramento también dejó ver que Barak Obama tiene una idea distinta de religión. El Presidente apoyó su mano sobre dos ejemplares históricos de la Biblia: la que usó Abraham Lincoln y la empleada por Martin Luther King Jr. El Presidente realizó el juramento y añadió una frase que no se menciona en la Constitución: “Y que Dios me ayude”. [ElUniversal.com]

Quizá la naturaleza de lo que es un juramento se puede desvirtuar. En principio, “jurar” quiere decir que ponemos como testigo de la verdad de nuestra declaración a Dios mismo, y que aceptamos como castigo la condenación eterna de nuestra alma, si ese juramento es falso.

Quien pone la mano sobre la Biblia está afirmando que cree en Jesucristo y en sus enseñanzas, y que por eso lo pone como garante de la veracidad de su afirmación. ¿Cree Obama en verdad en el Dios de Jesucristo y acepta sus enseñanzas? ¿Cree lo que Biblia enseña sobre el respeto a la vida de los no nacidos y sobre la homosexualidad?

Y en tercer lugar, en su discurso inaugural encontramos la clave de su pensamiento en las siguientes palabras: “Ser fieles a nuestros documentos fundadores no requiere que estemos de acuerdo en cada aspecto de la vida”.

Aquí el Presidente intercambió dos planos. En las cuestiones opinables como la economía, la política exterior o los impuestos, ciertamente no hace falta que todos pensemos igual. En cambio, los grandes principios morales –como los referentes a la transmisión de la vida– tienen un contenido muy concreto y comprometedor.

Obama quiere hacer de la religión y sus principios una cuestión opinable más entre las demás. Quizá este es su error: combinar la política y la religión. Para Obama el modelo religioso consiste en creer en un Dios, pero sin que esto tomar en cuenta sus exigencias morales. Obama sugiere un Dios que no tenga injerencia en el mundo civil.

domingo, 20 de enero de 2013

De la revolución sexual al matrimonio gay


Año 9, número 403
Luis-Fernando Valdés

Aquel París de la primavera de 1968 fue el inicio de la revolución sexual, que cambió la visión occidental sobre el matrimonio y la familia. 45 años después, en este mes de enero, París impulsa otra revolución: la aprobación legal matrimonio gay. ¿Es ésta la mejor vía para la sociedad occidental?

Prácticamente un millón de personas, entre creyentes, de izquierda y homosexuales,
protestaron en la Torre Eiffel contra la legalización del matrimonio homosexual (Foto:Reuters).

El Primer Ministro francés, François Hollande, que había prometido en su campaña la aprobación legal del matrimonio entre personas del mismo sexo con derecho a adoptar niños, ha puesto en marcha el proyecto de ley “Matrimonio para todos”.

En respuesta, el pasado domingo 13 de enero, se llevó a cabo la “Manifestación para todos”, organizada por asociaciones pro vida, por grupos de católicos, evangélicos y musulmanes, y también por homosexuales militantes, todos los cuales piden a Hollande que retire el proyecto de ley y establezca un debate nacional antes de hacer un cambio en la definición de matrimonio (Reuters.com, 14.I.2013).

Aunque las cifras del número de participantes en la manifestación varían desde los 340 mil hasta el millón, según la tendencia de cada fuente, la enorme protesta fue sin duda la mayor demostración pública realizada en los últimos 25 años en París. (En 1984, en la época de François Mitterrand, para defender la escuela libre se reunieron unas 850 mil personas).

Destacan dos situaciones. 1) La intransigencia del Gobierno galo. La portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, dijo que el plan para sacar adelante el proyecto de ley se mantendrá sin cambios.

Por su parte, el ministro del Interior Manuel Valls dijo al diario Le Monde: “Siempre pensamos que la convocatoria iba a ser grande y lo fue. (...) Razón de más para mantenernos enfocados en la meta de aprobar la ley”. (Reuters.com, cit.)

Además, a pesar de que el 75 por ciento de los franceses apoyan la realización de un referendo sobre este tema, la ministra de Justicia, Christiane Taubira, declaró que la Constitución francesa no prevé que se pueda hacer un referendo sobre el matrimonio.

2) Famosos activistas homosexuales franceses están en contra de las bodas gay. Sorprende que desde que se anunció esta manifestación en noviembre de 2012, Laurence Tcheng, intelectual de izquierda, Frigide Barjot, la figura de las noches parisinas, y Xavier Bongibault, homosexual ateo, se hayan constituido como la punta de lanza de la oposición al matrimonio gay. (LeFigaro.fr, 16.XI.2012 y 17.XI.2012)

Laurence Tcheng, Frigide Barjot y Xavier Bongibault,
homosexual y ateo, encabezan las protestas
contra el matrimonio homosexual (Foto: Lefigaro.fr).
Bongibault declaró que “en Francia, el matrimonio no está diseñado para proteger el amor entre dos personas. El matrimonio francés está específicamente diseñado para proporcionar familias a los niños”. Y añadió: “el estudio más serio realizado hasta ahora... demuestra de forma muy clara que un niño tiene problemas cuando es criado por padres homosexuales”.

Por su parte, el alcalde de París, Jean Marc, abiertamente homosexual, también participó en la manifestación y mostró una pancarta en contra de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, que decía: “El derecho ‘de’ los niños prevalece sobre el derecho ‘a’ los hijos”. (FridayFax, 18.I.2013)

Estos puntos nos hacen pensar que la sociedad del 68 no es la misma que la de hoy. Aquella se aventuró a proclamar el amor libre (sin matrimonio), y hoy los hijos del 68 (tanto creyentes como liberales y homosexuales) han comprobado que la vida es dura si falta el papá o la mamá. Los hijos de la revolución sexual han experimentado la soledad de tener sólo un padre o sólo una madre… y no quieren eso para la siguiente generación.

domingo, 13 de enero de 2013

Fanatismo religioso: ¿viene de Dios o del hombre?


Año 9, número 402
Luis-Fernando Valdés


Reunido con todos los embajadores de los países representados ante la Santa Sede, Benedicto XVI pronunció recientemente un importante discurso de exhortación a la paz en el Mundo. El Pontífice lamentó que haya violencia a nombre de Dios, pero ¿no son acaso las religiones las que provoca esos fanatismos?

El Santo Padre glosó una conocidas palabras del Evangelio de San Lucas: “Gloria a Dios en el Cielo y paz en la tierra a los hombres” (Lc 2,14). Y explicó que existe una “estrecha relación entre Dios y el deseo ardiente del hombre de cualquier época de conocer la verdad, de practicar la justicia y vivir en paz” (Discurso, 7.I.2013).

Benedicto XVI lee su discurso
sobre la paz a los embajadores 
ante la Santa Sede (7.I.2013)
Pero con mucho realismo, el Papa aceptó que hoy día, en nuestra cultura occidental, se nos hace creer que la verdad, la justicia y la paz son una utopía y que se excluyen mutuamente. En efecto, para muchos hoy parece imposible conocer la verdad; y, según otros, cuando alguno afirma tenerla, se corre un gran riesgo de desembocar en la violencia.

Por eso, en los países de tradición occidental, para evitar los conflictos a nombre de la verdad o de la fe, el empeño por la paz consistiría en un esfuerzo civil para buscar “compromisos” que garanticen la convivencia entre los pueblos.

Pero el Papa teólogo propone la vigencia de la visión cristiana de la paz, y afirma que Dios debe estar presente en la búsqueda de la paz: “existe un vínculo íntimo entre la glorificación de Dios y la paz de los hombres sobre la tierra”, de modo que la paz no es fruto de un simple esfuerzo humano sino que participa del mismo amor de Dios.

Benedicto XVI explica que es la falta de la referencia a Dios y a la verdad lo que engendra la violencia. En efecto, “¿cómo se puede llevar a cabo un diálogo auténtico cuando ya no hay una referencia a una verdad objetiva y trascendente? En este caso, ¿cómo se puede impedir el que la violencia, explícita u oculta, no se convierta en la norma última de las relaciones humanas?” Y es que sin una apertura a la trascendencia, es fácil caer en el relativismo, que dificulta al hombre actuar con justicia y trabajar por la paz.

El Pontífice luego le da la vuelta al prejuicio que afirma que la violencia proviene de las religiones, ya que se empeñan en sostener que cada una tiene la verdad absoluta. El Papa alemán aclara que la ignorancia del verdadero rostro de Dios es la causa del fanatismo religioso, el cual es “una falsificación de la religión misma, ya que ésta por el contrario busca reconciliar al hombre con Dios, iluminar y purificar las conciencias y dejar claro que todo hombre es imagen del Creador”.

Y bellamente concluye el Santo Padre su mensaje: “Así pues, si la glorificación de Dios y la paz en la tierra están estrechamente relacionadas entre ellas, es evidente que la paz es, al mismo tiempo, don de Dios y tarea del hombre, puesto que exige su respuesta libre y consciente”.

Ciertamente, compete ante todo a las autoridades civiles y políticas la grave responsabilidad de trabajar por la paz, pero esto no excluye la referencia a la verdad y a la fe. Existe una verdad sobre el hombre, que la mente humana puede conocer y comprender: el ser humano tiene dignidad por sí mismo, que nadie tiene derecho a atropellar.

Hay que reconocer que Benedicto XVI sigue poniendo las bases intelectuales para devolver a Dios su puesto en el escenario de las relaciones diplomáticas, al distinguir entre la verdadera fe que lleva a defender al hombre y la falsa fe que empuja al fanatismo religioso.

domingo, 6 de enero de 2013

El Papa, el Rabino y la familia


Año 9, número 401
Luis-Fernando Valdés

Benedicto XVI ha hecho una apuesta fuerte por la familia. Afirma contundente que ésta está constituida por el padre, la madre y los hijos, y excluye otros modelos. ¿Es mera intransigencia hacia la cultura de género?

El pasado día 21 de diciembre el Papa tuvo la acostumbrada reunión con la Curia romana con motivo de la Navidad, durante la cual Benedicto XVI destacó como momentos importantes del 2012 –además de su viaje a México y Cuba– su participación en el Encuentro Mundial de las Familias en Milán.

La presencia de miles de familias en esa reunión, para el Papa, “ha puesto de manifiesto que, a pesar de las impresiones contrarias, la familia es fuerte y viva también hoy” (Discurso, 21.XII.2012). Sin embargo, el Santo Padre afirmó que “es innegable la crisis que la amenaza en sus fundamentos, especialmente en el mundo occidental” (Ibídem).

Es muy importante destacar que el Papa no se refiere sólo al ‘hecho’ que haya familias que se han separado (por viudez, divorcio, migración, etc.), sino más bien al nuevo ‘concepto’ de familia que se está introduciendo en Occidente.

El Papa teólogo va al fondo de la cuestión: “el tema de la familia no se trata únicamente de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre y sobre lo que es preciso hacer para ser hombres del modo justo” (Ibídem).

Una primera alerta es hacia el individualismo. Cuando el establecimiento de vínculos estables se entiende como una amenaza a la libertad y la autorrealización, el hombre se encierra en su “yo” y así ya no se puede realizar.

La autorrealización se logra en la entrega de uno mismo a los demás: empezando por los padres y los hijos. Por eso, afirma el Papa, “con el rechazo de estos lazos desaparecen también las figuras fundamentales de la existencia humana: el padre, la madre, el hijo; decaen dimensiones esenciales de la experiencia de ser persona humana” (Ibídem).

La segunda señal de alarma hace referencia a la ideología de género. En este tema, el Papa Ratzinger se apoyó en el estudio realizado por el gran rabino de Francia, Gilles Bernheim, quien afirma que el problema de un nuevo concepto de familia pone en riesgo lo que significa realmente ser hombres.

El Gran Rabino de Francia, Guilles Berheim,
defende la familia para defender al hombre.
Explica el Rabino que hoy se presenta bajo el lema “gender” a una nueva filosofía de la sexualidad, que se puede resumir así: “Mujer no se nace, se hace” (Simone de Beauvoir). Según esta corriente, el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, sino un ‘papel social’ que cada decide autónomamente.

El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano y decide que es él mismo quien se debe crear su identidad sexual. Para esta ideología ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: “Hombre y mujer los creó” (Génesis 1,27).

Entonces tampoco la familia sería una realidad preestablecida por la creación. Y así los hijos pierden el puesto y la particular dignidad que hasta ahora les correspondía. Bernheim muestra los hijos pasan de ser ‘sujeto jurídico’ a ser ‘objeto’, al cual se tiene derecho y que, como objeto de un derecho, se puede adquirir (como cualquier mercancía).

Benedicto XVI no es un intransigente. Se da cuenta que en la lucha por la familia está en juego el hombre mismo, y levanta la voz para protegerlo, como lo hace también el Rabino Bernheim. La lección es clara: “cuando se niega a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre”.