domingo, 28 de noviembre de 2010

¿Cambió la moral o erró el Papa?

Luis-Fernando Valdés

Durante toda la semana he recibido correos y llamadas telefónicas con una misma inquietud: las declaraciones de Benedicto XVI sobre el uso del preservativo. Unos me preguntan, llenos de confusión, si ya ha cambiado la moral católica sobre los anticonceptivos; otros me han dicho que están tristes porque el Papa ha errado. ¿Cuál es la verdad sobre este asunto?

El autor del libro-entrevista, Peter Seewald
entrega un ejemplar al Santo Padre.
Primero vayamos al hecho. El Papa concedió una entrevista al periodista alemán Peter Seewald, la cual se publicó con el título “Luz del mundo”. “L’Osservatore Romano” adelantó unos pasajes de ese libro, y entre ellos estaba el texto que ha causado tanto revuelo.
Sobre el SIDA y el condón, Benedicto XVI contestó: “Concentrarse sólo en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad (…). Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad”
La confusión, por parte de los lectores, puede provenir de no tener claro cuáles son los “actos anticonceptivos”. Estas acciones son las que cometen marido y mujer, cuando deciden impedir la fecundidad por el modo que sea: con un condón o interrumpiendo el acto sexual. En otras palabras, las acciones anticonceptivas sólo las pueden cometer los esposos, porque sólo el matrimonio es el ámbito para estar abiertos a la vida.
En cambio, los actos sexuales fuera del matrimonio no tienen que estar abiertos a la vida, porque no son actos esponsales. Por ejemplo, es absurdo prohibirle a un violador que use un preservativo, aduciendo que debe estar abierto a la vida; y es lo mismo en el caso de una prostituta (¿acaso el adultero la contrata para tener hijos con ella?).
Entonces, el condón en sí mismo no define la anticoncepción, sino que ésta es definida por la condición de los participantes (si son marido y mujer; o si son dos personas no casadas). Por eso, tolerar el uso del profiláctico en la relación fuera del matrimonio no significa aceptar la anticoncepción, porque entre los no casados no hay contexto moral para engendrar un hijo.
El Papa pone dos matices. El primero es que en el caso de las pandemias, aunque el uso del condón podría evitar contagios, en la práctica promover su uso conlleva la expansión de la epidemia, porque se genera un uso irresponsable de la sexualidad. Por eso, insiste en que el remedio es humanizar la sexualidad.
El segundo matiz consiste en que, en el caso de los que no son marido y mujer, el uso del condón para evitar contagios puede ser un primer paso para humanizar la sexualidad, en el sentido de que puede servir para reconocer que no todo está permitido (que sean conscientes de que con su acción pueden contagiar a otros de una enfermedad). Entonces, aunque se tolere el uso del preservativo en los actos sexuales fuera del matrimonio, estas acciones nunca están aprobadas.
A modo de comparación, que leí en estos días: si uno me propone entre matar con una pistola o con una bomba atómica, mi respuesta es no matar. Pero es “preferible” matar con una pistola, pues produce menos víctimas. Eso no quiere decir que yo “apoye” el asesinato o el uso de las pistolas. En cambio, lo que sostengo es que hay que respetar la vida.


Para saber más, visita los siguientes enlaces:
- La nota de prensa sobre este tema, del vocero vaticano P. Federico Lombardi.
- Crónica de un "escándalo" anunciado, del analista Diego Contreras.
- "La verdad sobre el preservativo", del teólogo Martin Rhonheimer (en inglés) (en español: bajar con el scroll hasta encontrarlo).
- El Papa, los medios y el condón, del P. Jorge E. Mújica.

Correo: lfvaldes@gmail.com
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domingo, 21 de noviembre de 2010

Entre el diálogo y la blasfemia


Asia Bibi, cristiana condenada a muerte en Paquistán por una supuesta blasfemia contra Mahoma. Benedicto XVI y organizaciones civiles están pidiendo su indulto.


Luis-Fernando Valdés

Hoy comentamos dos noticias contrastantes. Por una parte, un logro: la comisión vaticana para el diálogo con los no cristianos consiguió un acercamiento con las autoridades islámicas; pero por otra, recientemente en Irak un grupo radical secuestró y asesinó a más de 50 cristianos reunidos en una iglesia (31.X.2010), y en Paquistán, una cristiana fue condenada a la horca, por haber supuestamente blasfemado contra Mahoma (11.XI.2010).
Estos atentados parecerían confirmar la tesis de que las religiones, lejos de traer armonía, dividen a la gente; además, estos hechos opacan los esfuerzos de diálogo. Por eso, para muchos, a nombre de la tolerancia, lo mejor sería que las religiones no tuvieran un rol importante en la vida social o política. ¿Qué se puede responder?
La respuesta es firme, aunque su aplicación sea lenta. Con firmeza debemos decir que la religiosidad es parte integrante de cada ser humano, y que es importante para su realización y para su motivación. Las enseñanzas de las grandes religiones llevan a la comprensión y al diálogo, y son un poderoso incentivo para afirmar la dignidad humana.
Precisamente, en esta línea se llevó a cabo el séptimo coloquio entre el Centro para el Diálogo Interreligioso de la Organización para la Cultura y las Relaciones Islámicas de Teherán (Irán) y el Pontificio Consejo para el Diálogo (Vaticano).
Al final del encuentro, los participantes firmaron un lista de acuerdos. Ambas partes sostuvieron que “los creyentes y comunidades religiosas, sobre la base de su fe en Dios, tienen un papel específico que desempeñar en la sociedad, en un plano de igualdad con los otros ciudadanos”. ¿No es estupendo que católicos y musulmanes afirmen esta igualdad?
Además, pusieron sobre la mesa los puntos comunes a las dos religiones, como “los valores morales, la justicia y la paz y proteger la familia, el medio ambiente y los recursos naturales”. Y ambas partes, afirmaron que “la libertad religiosa, como derecho inherente a la dignidad humana, debe ser siempre respetada por los individuos, los agentes sociales y el Estado”.
Sin embargo, también hoy día las religiones necesitan una purificación, que les permita garantizar la sana convivencia entre quienes confiesan diferentes creencias. El elemento que hace posible la interacción entre las diversas creencias es la libertad religiosa.
Nada debe obstaculizar esta libertad de las conciencias para seguir sus propias convicciones religiosas, puesto que “la verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad” (Conc. Vat. II, “Dignitatis Humanae”, n. 1). Además, la dignidad de la persona exige para ningún hombre no sea coaccionado en el campo religioso, y que ni la  sociedad ni el Estado obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni impedirle actuar conforme a ella.
No nos sorprenda que estos deseos de diálogo y de libertad religiosa se vean empañados, los próximos años, por atropellos a la conciencia de particulares, “a nombre de Dios”. Es necesario que pase tiempo para que llegue a los practicantes de las diversas confesiones una cultura del respeto, y así sea posible una convivencia sin fanatismos, pero lo lograremos.
Aunque es doloroso que las comunidades cristianas en Irak sea agredidas por extremistas armados, y es muy penoso que la cristiana paquistaní Asia Bibi sea condenada a muerte por un chisme, eso no impide reconocer que las religiones bien llevadas comparten el deseo de paz y de amor al prójimo, y esto será siempre un factor de progreso social.
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domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Intolerancia pontificia o manipulación mediática?


Luis-Fernando Valdés

Hace justo una semana, Benedicto XVI realizó un breve pero significativo viaje a España. El Pontífice “habló” sobre el laicismo.  Según la prensa española “arremetió” contra él; pero en los videos y los textos de sus homilías no aparece ese verbo. ¿Error de imprenta o punta de iceberg?
Los ecos de la gira papal por Santiago de Compostela y Barcelona han continuado durante los días siguientes del retorno del Papa a Roma. Y, curiosamente, un tema recurrente ha sido si el Santo Padre condenó o no, si atacó o no, al laicismo del Estado español.
Fragmento de la página web "El País",
con el titular tendencioso : "carga contra".

La polémica inició el primer día del viaje, cuando en la portada de la página web de “El País” (España), se publicó : “El Papa carga contra la pérdida de la fe y el aborto en su primera homilía”. Al día siguiente, otro rotativo español, “El Mundo”, tituló así la noticia: “El Papa carga en Santiago su 'peregrinaje'  contra el laicismo en España”. Ese mismo día, de nuevo “El País” encabezó así la ceremonia pontificia en la Sagrada Familia (el templo diseñado por Gaudí): “El Papa pide proteger el matrimonio tradicional y carga contra el aborto”.
Cualquier lector que sólo dé una mirada a los titulares, se quedará con la idea de que el Papa Ratzinger “cargó contra” el laicismo y el aborto (trofeo de conquista de los laicistas), cuando en realidad no sucedió así.

Benedicto XVI en la conferencia de prensa
a bordo del avión, rumbo a España.
Otro ejemplo: en la conferencia de prensa durante el vuelo hacia Santiago de Compostela, le preguntaron al Papa si, cuando hace pocas semanas instituyó un nuevo Dicasterio, dedicado a la nueva Evangelización, estaba pensando en España.  Su respuesta fue interpretada por algunos como una declaración contra el Premier español, Zapatero. Veamos el texto original, y en él no aparecen ni “arremetimientos” ni “cargas contra” nadie.
Ésta fue la respuesta de Benedicto XVI: “Es verdad que en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro –¡no el desencuentro!, sino encuentro– entre fe y laicidad, tiene un foco central también en la cultura española”.
Hoy día los lectores y espectadores de noticieros tenemos muchas posibilidades de enterarnos en tiempo real de los discursos del Papa (o de cualquier personaje público). Los discursos y homilías que Benedicto XVI pronunció en la península ibérica aparecieron casi en tiempo real en la página del Vaticano y en youtube.com .
Por esta facilidad de acceder por uno mismo a la información, el papel de los consumidores de noticias debería ser más activo y más crítico. Sin embargo, bastantes lectores “se quedan” sólo con lo que les dan los encabezados de las noticias. ¿La velocidad de la vida cotidiana ha hecho que perdamos capacidad para amar la verdad?
Además, esta actitud de “interpretar” de manera negativa las homilías del Papa, por parte de los periódicos arriba mencionados, es la punta de un gran iceberg. Nos muestra que en no pocas ocasiones las “noticias” son publicadas a través de un filtro ideológico, aunque los medios busquen la imparcialidad.
Y esto exige una nueva actitud del público. Ya no se puede buscar información religiosa de manera pasiva (“lo que me cuenten”). Ahora cada uno debe aprovechar la gran herramienta que es Internet, para corroborar, o bien para matizar las noticias sobre religión que uno va recibiendo cada día.

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domingo, 7 de noviembre de 2010

Dios, ¿enemigo del hombre?

Luis-Fernando Valdés

Benedicto XVI hace su decimoctavo viaje apostólico. De nuevo a la boca del lobo. Ahora visita España, que bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha dado un giro laicista. Ahora Dios ha quedado fuera de la vida pública del país, que antes fuera un bastión católico. ¿Tendrá algo que decir el Papa ante esta realidad?

El gran tema de este viaje es la raíz cristiana de Europa. Como es sabido el Parlamento propuso una Constitución Europea (12.I.2005), en la que se omitía el origen cristiano de ese continente. Aunque el proyecto fracasó, porque no todas las naciones de la Comunidad europea la aceptaron, sí quedó presente el laicismo imperante, que rechaza las raíces cristianas del Viejo Mundo.
Ayer sábado (6 de noviembre), Benedicto XVI realizó una visita relámpago a Santiago de Compostela, con motivo del Año Santo compostelano. La fecha y el lugar son muy significativas del mensaje papal: ahí mismo, hace justo 18 años, Juan Pablo II pronunció su famosa frase “Europa, sé tu misma”, para reafirmar el origen cristiano de Europa. Ahora, el Papa Ratzinger, en la homilía en la explanada de la Plaza del Obradoiro, manifestó con fuerza que “Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”.


La clave del laicismo no está en la “aconfesionalidad” del Estado, como argumentan los políticos de la izquierda de española. A nombre de esta “neutralidad”, se ha expulsado a Dios de la vida civil y académica. Más bien, el meollo del laicismo consiste en concebir a Dios como adversario del ser humano, al que tendría sometido.
Refiriéndose a esta situación, el Santo Padre explicó que “es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”, porque, en realidad, “Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente”. Entonces, “¿cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?”, preguntó.
Con gran audacia, el Papa pidió revertir esta tendencia laicista: el Viejo Continente “ha de trabajar con su gracia (de Dios) por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa”.
El laicismo no es una mera cuestión de preferencias políticas. Arrojar a Dios de la vida pública tiene consecuencias negativas, porque entonces el fuerte somete al débil. Por eso, el Romano Pontífice quiso advertir a Europa sobre el peligro de vivir a espaldas de Dios.
“Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres”. Y advirtió que “no se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él”.
Al defender las raíces cristianas de Europa, el Papa no sólo hace justicia a los hechos históricos, sino que ante todo, está defendiendo la dignidad de cada hombre. La experiencia de los régimenes ateos (el nacismo, del comunismo ruso y del comunismo chino) son una muestra clara de que sin referencia a Dios, el hombre aplasta al hombre. Por eso, Benedicto XVI es –hoy por hoy– el mejor defensor del hombre.

Correo: lfvaldes@gmail.com
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Dios, ¿enemigo del hombre?

Luis-Fernando Valdés

Benedicto XVI hace su decimoctavo viaje apostólico. De nuevo a la boca del lobo. Ahora visita España, que bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha dado un giro laicista. Ahora Dios ha quedado fuera de la vida pública del país, que antes fuera un bastión católico. ¿Tendrá algo que decir el Papa ante esta realidad?
El Santo Padre saluda a los Príncipes de Asturias, 
durante la Santa Misa en Santiago de Compostela.

El gran tema de este viaje es la raíz cristiana de Europa. Como es sabido el Parlamento propuso una Constitución Europea (12.I.2005), en la que se omitía el origen cristiano de ese continente. Aunque el proyecto fracasó, porque no todas las naciones de la Comunidad europea la aceptaron, sí quedó presente el laicismo imperante, que rechaza las raíces cristianas del Viejo Mundo.
Ayer sábado (6 de noviembre), Benedicto XVI realizó una visita relámpago a Santiago de Compostela, con motivo del Año Santo compostelano. La fecha y el lugar son muy significativas del mensaje papal: ahí mismo, hace justo 18 años, Juan Pablo II pronunció su famosa frase “Europa, sé tu misma”, para reafirmar el origen cristiano de Europa. Ahora, el Papa Ratzinger, en la homilía en la explanada de la Plaza del Obradoiro, manifestó con fuerza que “Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”.
Ironías de la vida. En esta sala de los Museos Capitolinos de Roma, teniendo como fondo la estatua de un Papa, se aprobó el proyecto de Constitución Europea, la cual omite cualquier referencia a sus raíces cristianas.

La clave del laicismo no está en la “aconfesionalidad” del Estado, como argumentan los políticos de la izquierda de española. A nombre de esta “neutralidad”, se ha expulsado a Dios de la vida civil y académica. Más bien, el meollo del laicismo consiste en concebir a Dios como adversario del ser humano, al que tendría sometido.
Refiriéndose a esta situación, el Santo Padre explicó que “es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”, porque, en realidad, “Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente”. Entonces, “¿cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?”, preguntó.
Con gran audacia, el Papa pidió revertir esta tendencia laicista: el Viejo Continente “ha de trabajar con su gracia (de Dios) por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa”.
El laicismo no es una mera cuestión de preferencias políticas. Arrojar a Dios de la vida pública tiene consecuencias negativas, porque entonces el fuerte somete al débil. Por eso, el Romano Pontífice quiso advertir a Europa sobre el peligro de vivir a espaldas de Dios.
“Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres”. Y advirtió que “no se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él”.
Al defender las raíces cristianas de Europa, el Papa no sólo hace justicia a los hechos históricos, sino que ante todo, está defendiendo la dignidad de cada hombre. La experiencia de los régimenes ateos (el nacismo, del comunismo ruso y del comunismo chino) son una muestra clara de que sin referencia a Dios, el hombre aplasta al hombre. Por eso, Benedicto XVI es –hoy por hoy– el mejor defensor del hombre.

Correo: lfvaldes@gmail.com
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Video sobre esta homilía de Benedicto XVI: