Conoce al Papa, n.
20.
Luis-Fernando Valdés
Benedicto XVI rezando en la Mezquita Azul, durante su viaje a Turquía en 2007. |
En continuidad con
Juan Pablo II, el Papa alemán ha puesto en práctica las orientaciones del
Concilio Vaticano II sobre el diálogo con las religiones no cristianas. Respecto
al Islam, este Concilio afirma que “la Iglesia mira también con aprecio y los
musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y
todo poderoso” e invita a que “olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos
la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los
hombres” (Nostrae Aetate, n. 3).
Y esta ha sido la
tarea de Benedicto XVI, que ha tenido diversos encuentros con las comunidades musulmanes
de Colonia, Alemania, Roma y Amman (Jordania), entre otras. Además que se ha
reunido con los principales líderes religiosos islámicos en la diversas
Jornadas Mundiales de la Paz, en Asis (Italia).
Sin embargo, a
pesar de tantas muestras te concordia, ante la opinión pública se magnificó un triste
malentendido, conocido como el “Discurso de Ratisbona”, ocurrido durante el
viaje de Benedicto XVI a su natal Baviera, cuando el Papa pronunció una lección
magistral en su antigua Universidad (12.IX.2006).
El texto académico
tocaba el tema de la religión y la razón. Y el Papa utilizó una cita del
emperador Manuel II, en la que éste reclama a un interlocutor musulmán, que el
Islam era impuesto por medio de la espada.
Pero esta cita fue
malinterpreta en el mundo musulmán, en donde se llevaron a cabo numerosas
manifestaciones de protesta. Por eso, días después, Benedicto XVI aclaró que “lamentablemente,
esta cita ha sido considerada en el mundo musulmán como expresión de mi
posición personal, suscitando así una comprensible indignación”. Y manifestó su
deseo de “que el lector de mi texto comprenda inmediatamente que esta frase no
expresa mi valoración personal con respecto al Corán, hacia el cual siento el
respeto que se debe al libro sagrado de una gran religión”. (Cfr. Discurso,
12.IX.06, nota 3).
Y un tres meses
después, el Santo Padre visitó Turquía y
ahí mostró con hechos este respeto hacia el Islam. En la Mezquita Azul,
uno de los principales lugares de culto musulmán en ese país, Benedicto XVI
meditó con los ojos cerrados y las manos juntas durante un minuto, mirando
hacia la Meca. Esta señal fue tomada como muestra de reconciliación. El New
York Times calificó este viaja como exitoso. Y el periódico Hurriyet, el mismo
que criticó duramente aquel discurso, aseguró que el Pontífice es un personaje
simpático a los ojos de la población turca.
A pesar de todo,
el Discurso de Ratisbona fue escuchado con sinceridad por muchos intelectuales
musulmanes, que deseaban dialogar con el cristianismo. Exactamente un año
después, el 13 de octubre de 2007, 138 musulmanes firmaron una carta titulada Una
palabra común entre nosotros y ustedes, en la que exponían que el amor es
el principio común entre ambas religiones.
El Papa respondió
a este mensaje durante un discurso en la Mezquita de Amman, en 2009, donde
explicó que “la reciente carta ‘Una palabra común’, […] se hacía eco de un tema
similar al que afronté en mi primera encíclica: el vínculo inquebrantable entre
el amor a Dios y el amor al prójimo, así como la contradicción fundamental de
recurrir a la violencia o a la exclusión en nombre de Dios” (Discurso,
9.V.2009).
Así podemos ver
una vez más, el exquisito respeto del Benedicto XVI por las creencias de los
musulmanes, que ellos mismos han sabido valorar; y también constatamos su
facilidad de diálogo para tender puentes con la religión islámica.
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