Año 7, número 317
Luis-Fernando Valdés
El Gobernador de Texas promulgará una ley que exige que una mujer se realice un ultrasonido, antes de practicarse un aborto. En la superficie, parece una apuesta por la vida, que emplea alta tecnología para apelar al corazón y al sentido común de la mujer; pero en el fondo, se trata de una transformación de la democracia misma.
Rick Perry, Gobernador de Texas, firmó el pasado 24 de mayo el “Proyecto de Ley 15”, que entraría en vigor en septiembre. Y declaró que “toda vida perdida por un aborto es una tragedia que todos debemos tratar de prevenir a través de trabajo conjunto”.
El Gobernador de Texas, Rick Perry, promulgó la "Ley 15" que obliga a un ultrasonido antes de practicar un aborto. |
Perry, aspirante a la candidatura para las elecciones presidenciales en 2012, afirmó que con “esta importante ley, se asegurará de que toda mujer en Texas, que busca realizarse un aborto, conozca todos los factores sobre la vida que lleva y entienda el devastador impacto que tiene esta decisión”.
Esta nueva ley señala que un médico debe realizar un ultrasonido 24 horas antes de un aborto, excepto en casos de emergencia médica, y mostrar la imagen a la madre, haciéndole escuchar los latidos del corazón del feto. El médico debe describir a la mujer lo que muestra la ecografía, incluyendo la existencia de piernas, brazos y órganos internos. Sin embargo, la mujer puede optar por no ver la imagen o escuchar los latidos. Para esto deberá firmar una declaración antes de que se le realice la ecografía.
Aunque da pasos significativos a favor de la vida, esta ley no revierte las causales de aborto previstas actualmente en Texas, pues prevé que la mujer podrá negarse a recibir la explicación del ultrasonido, si el embarazo es resultado de una violación o incesto, si es una menor de edad con permiso judicial para practicarse el aborto o si el feto presenta una condición médica irreversible o anormalidad.
Pero este importante Estado de la Unión Americana no es el único que prevé el empleo de un ultrasonido antes de practicar un aborto. Hay 21 Estados más que tienen legislaciones similares.
Esta situación invita a reflexionar. ¿Por qué las legislaciones dan un giro a favor de la vida naciente, precisamente en el país que presume de ser una de las democracias más avanzadas, en la que la voz de todos es escuchada y respetada?
El fondo de la cuestión es sobre la vida naciente consiste en ver qué polo prevalece: la “opinión” subjetiva o si “verdad” técnica. Cuando el debate por la vida del engendrado se enfoca desde el respeto a la opinión de todos, es imposible defender legalmente al nascituro, porque la democracia contemporánea tiende a reconocer todas las opiniones al mismo tiempo, incluso las opuestas.
Pero ahora el debate ha cambiado de terreno. Se desplazó de la “opinión” al “hecho científico”. Se trata de ver si la ciencia puede reconocer objetivamente o no la presencia de vida humana. De esta manera, ya no es la opinión, sino el sentido común el que debe enfrentarse a la “dato” técnico (proporcionado por un ultrasonido) de que hay un tercero y está vivo. Así, la ciencia y la técnica han obligado a cambiar de pregunta: hemos pasado del “¿piensas que eso es un ser humano?” a “eso está vivo, ¿lo abortarás?”
En México el debate que busca implantar el aborto sigue aún bajo el paradigma de la opinión. Sus argumentos son sostenidos aún bajo un aspecto subjetivo (ideológico), mientras que las legislaciones más avanzadas ya toman en cuenta el dato de la ciencia, y por eso son ahora favorables a la vida. ¿Hasta cuándo daremos este paso, y reconoceremos el dato científico sobre la vida naciente?
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