Año 10, número 472
Luis-Fernando Valdés
Ahora mismo el
Santo Padre realiza un viaje pastoral por Jordania, Israel y Cisjordania. ¿Qué
sentido tiene que Francisco visite una región que vive el drama de la división
de nacionalidades y religiones? ¿qué es lo que realmente puede conseguir?
El Papa está
llevando a cabo su segundo viaje pastoral fuera de Italia. Durante tres días,
el Pontífice visitará una ciudad de cada país: Amán (Jordania), Jerusalén
(Israel) y Belén (Cisjordania, bajo la Autoridad Palestina).
Debido a la
tensión social y política entre Israel y Palestina, este recorrido papal puede
ser interpretado en términos geopolíticos; sin embargo, el evento tiene una
alta significación religiosa, como expresamente ha declarado Francisco.
Bartolomé I y el Papa Francisco |
El mensaje central
del viaje está claramente marcado por el encuentro del Pontífice de Roma con el
Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, para conmemorar los 50 años
del histórico abrazo entre Pablo VI y Atenágoras I, que constituyó el comienzo
de la reconciliación de la Iglesia católica con la Iglesia ortodoxa.
Este viaje fue
propuesto por Bartolomé I, que se lo comentó al Papa desde que fue elegido
(marzo de 2013). Francisco comentó que sería un abrazo entre Pedro (fundador de
la Iglesia romana) y Andrés (fundador de la Iglesia constantinopolitana).
Por eso, un
momento clave de esta visita pastoral a Tierra Santa será el encuentro en la
Sala del Cenáculo con los Patriarcas ortodoxos y los obispos católicos de ritos
orientales. Esta lugar tiene es un gran signo, pues ahí mismo Jesús durante la
Última Cena pidió a todos sus fieles “que sea uno” y que “estén consumados en
la unidad” (Juan17,22.23).
Rabino Abraham Skorka y musulmán Omar Abboud. |
Otro gran signo
empleado por el Papa es que incluyó en el Séquito oficial del Vaticano a dos personas
no católicas, ambos grandes amigos del Santo Padre: al Rabino argentino,
Abraham Skorka, con el que escribió un libro, y al dirigente de la comunidad islámica
argentina, Omar Aboud, descendiente de inmigrantes sirios y libaneses.
Se trata de un gesto
elocuente, pues de esta manera Francisco deja claro que las diversas religiones
pueden convivir, y que en nuestra época la variedad de confesiones ya no debe
ser motivo de conflictos ni de violencia.
En su discurso
ante el Rey de Jordania, Abdullah II, Francisco pidió por la pronto paz de
Siria, y reconoció los esfuerzos de Jordania por atender a los refugiados de
guerra. Más adelante, el Papa dijo que veía en el rey un “hombre de paz”.
En efecto,
Abdullah, el jefe de la
monarquía hachemita –la cual reclama su descendencia de la familia del profeta
Mahoma– tiene una visión del Islam como una religión “que predica la tolerancia y
la moderación y rechaza el extremismo y el aislacionismo” (News.va).
El Papa busca la paz y, por
eso, pidió que la minoría cristiana en Oriente sea respetada y pueda participar
en la vida pública, como son la educación y la salud. Además, Francisco
mostrará su cercanía con los refugiados y los discapacitados.
De esta manera, aunque los
frutos de este viaje apostólico no se noten de inmediato, como tampoco se
notaron los resultados de las visitas de los anteriores papas a Tierra Santa,
ya a corto plazo Francisco ha obtenido varios importantes logros.
Primero, se ha consolidado
como líder moral mundial, por su capacidad de diálogo con las grandes
religiones, y segundo, ha consolidado el papado como la institución líder en la
búsqueda de la paz. Pero sobre todo, ha conseguido dar un paso importante en la
búsqueda de la unidad entre los católicos y los ortodoxos.