Año 9, número 446
Luis-Fernando Valdés
Ni en su
jubilación lo dejan en paz. Una foto manipulada de Benedicto XVI, maquillado
como mujer, fue utilizada en Milán como publicidad de un evento de una
asociación gay. ¿Es esto libertad de expresión o una agresión?
Benedicto XVI con su atuendo de Papa emérito. |
El pasado lunes,
18 de noviembre, el diario italiano “Corriere della Sera” publicó la noticia sobre
el volate que la “Asociazione Gay Statale” de Universidad Estatal de Milán había
repartido para anunciar el “Cineforum Homosexualidad y Religión”. (Noticia)
Se trata de un
hecho ofensivo, pero algunas personas no han enfocado así esta noticia, como si
la libertad de expresión justificara por sí misma, las faltas de respeto hacia
terceros. Por ejemplo, la profesora Laura Boella, catedrática de Filosofía
Moral de esa misma universidad, manifestó que “la elección de los estudiantes”
en la elaboración del póster “debe ser contextualizada”.
Aunque la
profesora Boella dio a entender que el contexto de publicidad justificaría ridiculizar
a un personaje público, ella misma admitió que “siempre hay que tener en cuenta
qué efecto pueden tener nuestras decisiones sobre aquellos que se encuentran en
una posición opuesta a la nuestra”. O sea, implícitamente aceptó que la difusión
de imágenes incluye una responsabilidad moral.
No se puede perder
de vista que la publicidad tiene límites y uno de ellos es la sensibilidad de la
población que la recibe. En este caso, diversos políticos y personajes públicos
católicos consideraron que esta publicación fue ofensiva para los creyentes
italianos.
Pero no sólo los
creyentes se dan cuenta de que esta foto manipulada fue inapropiada. Así el
rotativo “il Giornale”, propiedad de la familia del ex primer ministro Silvio
Berlusconi, declaró que esta publicidad es “blasfema y una ofensa para toda la
comunidad católica”.
Incluso, algún
político, como Matteo Forte, consejero del ayuntamiento de Milán, declaró al
“Corriere della Sera” que este hecho es “un menosprecio a la autoridad
religiosa”.
El jurista de la
Universidad Católica de Milán, Andrea Nicolussi, afirmó que, aunque no se ha
sentido “escandalizado” por la foto, esta imagen supone “una provocación
paradójica, ya que quien combate la discriminación está, a su vez,
discriminando”.
Con mucho sentido
común, Nicolussi apuntó a un aspecto importante de este ataque: la falta de respeto
a un personaje retirado. “Como católico –dijo– me ha sorprendido el hecho de
que el Papa emérito, como ser humano, ha sido tratado mal. Es una persona
anciana que ha escogido retirarse de la vida pública y su voluntad ha sido
violada”. (Vanguardia.com.mx)
Esta situación que
ha tenido que sobrellevar el Pontífice emérito nos lleva a reflexionar.
Primero, hay que notar la injusticia que representa esa foto manipulada, porque
se presenta al Papa Ratzinger como enemigo de los gays, sin tener en cuenta que
Benedicto XVI fue –a la vez– firme en la doctrina católica y muy comprensivo
hacia las personas homosexuales.
Segundo, sobre la intolerancia
“selectiva”. Cuando el Papa emérito reafirmó las enseñanzas bíblicas sobre la
inmoralidad de los actos homosexuales, fue tildado de “intolerante”, aun sin
escuchar sus argumentos y sus matices.
En cambio, las
veces que se ha atacado a Benedicto (recordemos el otro fotomontaje de la marca
Benetton), se nos ha puesto el mote de “intolerantes” a quienes se nos hemos
sentido ofendidos en nuestros sentimientos. O sea, si se ataca a la religión se
habla de “libertad de expresión”, pero si la religión habla sobre los valores
morales se dice que es “intolerante”. Curioso, ¿verdad?