Serie: Quién es el Papa Francisco, n. 9
Luis-Fernando Valdés
Antonio Briseño
No podían faltar
salpicaduras sobre el Papa recién elegido. Pronto surgió una “leyenda negra”:
que Bergoglio entregó al gobierno militar de Argentina a dos sacerdotes
jesuitas que dependían de él. ¿Es verdad que el futuro Pontífice apoyó a esta
violación a los derechos humanos?
Orlando Yorio, el ex jesuita, que fue secuestrado y torturado por los militares. |
Dos meses después
del golpe de estado que derrocó a Isabel Perón e instauró una dictadura militar
en Argentina (1976 – 1983), dos sacerdotes jesuitas que cumplían misiones pastorales
en una villa de emergencia del barrio porteño de Flores, fueron secuestrados en
mayo de 1976 por la Marina.
Algunos han publicado historias que afirman
que fue el P. Jorge Bergoglio quien, en su calidad de Provincial de los
jesuitas en Argentina, ayudó al gobierno argentino para secuestrarlos y
torturarlos, porque supuestamente no estaban de acuerdo con Bergoglio.
Según estas
acusaciones, el Provincial Bergoglio ordenó a los padres Orlando Yorio y
Francisco Jalics, abandonar su trabajo pastoral en esas villas. Al negarse
ellos, Bergoglio habría comunicado a los militares que estos dos sacerdotes ya
no estaban amparados por la Iglesia, y por tanto que podían actuar contra ellos.
Sin embargo, se
trata de acusaciones con poco fundamento. En una entrevista de 2010, el
entonces Card. Bergoglio rompió el silencio sobre el tema, y contó que esos dos
sacerdotes habían pedido la salida de la Compañía de Jesús para fundar una
nueva congregación religiosa.
Y añadió: “Fue un
largo proceso interno que duró un año y pico. No una decisión expeditiva mía.
Cuando se le acepta la dimisión a Yorio (…), faltaban cinco días para el
derrocamiento del gobierno de Isabel Perón. Ante los rumores de la inminencia
de un golpe, les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por
si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa
provincial de la Compañía.
Y continuaba: “Nunca
creí que estuvieran involucrados en “actividades subversivas” como sostenían
sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos
curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como
permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un
rastrillaje [redada]”.
Pero el Provincial
no se desentendió de ellos. “Afortunadamente, tiempo después fueron liberados,
primero porque no pudieron acusarlos de nada, y segundo, porque nos movimos
como locos. Esa misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a
moverme. Cuando dije que estuve dos veces con Videla [el dictador] y dos con
Massera [almirante al frente de la Marina] fue por el secuestro de ellos” (S. Rubin – F. Ambrogetti, El Papa Francisco, 2013).
Al día siguiente de
la elección del Papa Francisco, el activista argentino de los derechos humanos,
Adolfo Pérez Esquivel, ganador del premio Nobel de la Paz en 1980, salió a la
defensa de su compatriota.
En declaraciones a
BBC Mundo, Pérez Esquivel dijo que “hubo obispos que fueron cómplices de la
dictadura, pero Bergoglio no”. Y añadió categóricamente: “No hay ningún vínculo
que lo relacione con la dictadura” (BBC,
14 marzo 2013).
Finalmente, un
dato importante. Aunque los autores de estas acusaciones tuvieron espacio en
los medios, sus declaraciones tuvieron poco impacto en la opinión pública;
seguramente porque el talante espiritual y el prestigio del Card. Bergoglio
hablan por sí mismo y fueron la mejor defensa del nuevo Papa.
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