Serie: Quién es el Papa Francisco, n. 10
Luis-Fernando Valdés
Antonio Briseño
Desde el principio
de su Pontificado Romano, el Papa Bergoglio predicó que los católicos deben
abrirse a las “periferias existenciales”, señalando la importancia de atender a
las personas que son marginadas o explotadas. ¿Francisco predica la teología de
la liberación?
El Card. Bergoglio bendice a un "cartonero". |
A primera vista,
el nuevo Papa estaría muy cercano a las posturas liberacionistas, las cuales
manejan un esquema dialéctico entre pobres y ricos, y que al optar por el
necesitado muchas veces se contraponen –en ocasiones con violencia– a los
pudientes.
Pero el jesuita
Bergoglio nunca ha comulgado con esa postura. En realidad, desde el inicio de
su vocación religiosa, el hoy Papa ha buscado vivir con entereza el
desprendimiento de las cosas materiales por un motivo claramente espiritual –y
no ideológico–: imitar a Jesucristo.
Pero el Papa latinoamericano
no se ha limitado a “predicar” la pobreza, sino que con hechos la ha vivido con
gran coherencia. Así, cuando fue creado cardenal por Juan Pablo II, muchos
fieles argentinos quisieron acompañarlo a Roma a recibir el capelo púrpura; pero
Mons. Bergoglio les pidió que no hicieran el viaje, sino que mejor destinaran
ese gasto a ayudar a los pobres.
Recién elegido
Sucesor de Pedro, Francisco anunció que no viviría en los Departamentos pontificios.
En realidad, este gesto ya lo había hecho antes en Buenos Aires, cuando
renunció a la residencia palaciega episcopal, y se fue a vivir en un pequeño
departamento ubicado en el segundo piso del edificio de la curia argentina, al
lado de la Catedral porteña.
El Papa Bergoglio
no es un liberacionista, sino un Pastor que imita a Jesucristo, el cual estuvo
siempre cercano a la gente, especialmente a los que sufren. Así, el obispo
jesuita compartió Misas con prostitutas, visitó cárceles y fomentó el trabajo
de los sacerdotes en las villas miseria.
Comprometido con
Cristo y su Evangelio –no con la ideología de la liberación–, el Arzobispo
bonaerense defendió la dignidad de las personas explotadas. En una de las Misas
que celebró junto a los costureros de la Alameda, a los cartoneros del
Movimiento de Trabajadores Excluidos, y a familias que ayudaban a mujeres
víctimas de la trata de personas y mujeres en situación de prostitución, el
obispo Bergoglio denunció el esclavismo que se vive en Buenos Aires.
E hizo un fuerte llamado a los explotadores:
“¿dónde está tu hermano esclavo, que matás todos los días en el taller
clandestino, en la red de prostitución, en la fachada de los chicos que usás
para mendicidad, para campañas de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos?”
En otra ocasión, Bergoglio
visitó una prisión ubicada en Villa de Devoto, Argentina. Ahí uno de los presos
–que cumplía condena por un robo a mano armada–, le preguntó: –¿Cómo hay que
llamarlo? ¿Obispo o cardenal? –“Ni obispo ni cardenal. Llámame padre, como le
decís al cura de la cárcel”.
Los otros
detenidos se le abalanzaron y él los escuchó uno por uno. Luego tomaron mate y celebró
una Misa en la capilla de la prisión. Visitó esta cárcel tres veces. En una de
ellas dio la Misa de Navidad en 2006, en una visita sorpresiva .
Fue así como el
futuro Papa fue forjando su personalidad según el mensaje de Jesucristo: con
austeridad personal y cerca de los más necesitados. Por eso, los gestos de su
inicio de Pontificado han sido auténticos, nunca una estrategia publicitaria:
la celebración del Jueves Santo en la cárcel de menores, las Misas con los
empleados de Ciudad del Vaticano o recientemente con las víctimas de los
migrantes fallecidos en el mar.
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