Serie: Quién es el Papa Francisco, n. 5
Luis-Fernando Valdés
Antonio Briseño
La infancia y
juventud del futuro Papa Francisco transcurrieron llenas de normalidad. Sin
embargo, en su vida hubo un momento especial, en cual él se sintió llamado por
Dios. ¿Qué es lo que vio Jorge Mario Bergoglio para decidir que dedicaría su
vida al sacerdocio?
A los 21 años, Jorge Mario anunció a sus padres su decisión de ingresar al seminario. |
En Argentina, el
día del estudiante se celebra el día 21 de septiembre. Curiosamente, fue en esta
fecha del año 1953, cuando Jorge Mario Bergoglio vio su llamada al sacerdocio.
En ese entonces tenía 17 años y, como todos los jóvenes de su edad, se
preparaba para ir con el resto de sus compañeros a celebrar esa festividad de
los estudiantes.
Sin embargo, antes
de la reunión de amigos, Jorge Mario decidió pasar a la iglesia de San José de
Flores, en Buenos Aires, a la cual él solía visitar con mucha frecuencia. En el
templo, Bergoglio encontró a un sacerdote que no conocía, pero que, a pesar de
eso, le transmitía mucha espiritualidad y decidió confesarse con él.
Ése fue el momento
preciso en el que el futuro Papa descubrió su vocación. Años más tarde, el
entonces Card. Bergoglio recordaba que “en esa confesión me pasó algo raro, no
sé que fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la
guardia baja”. Él mismo contaba que no fue necesario festejar el día del
estudiante pues, en su cabeza, la preocupación ya era otra.
Pero, ¿qué fue lo
que pasó en realidad? El entonces Arzobispo de Buenos Aires lo interpretaba así
en una entrevista reciente: “Fue la sorpresa, el estupor de un encuentro; me di
cuenta de que me estaba esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te
‘primerea’ [se te adelanta]. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero.
Uno quiere encontrarlo pero Él nos encuentra primero”.
¿Cómo fue este
encuentro de Dios con Jorge Mario? El lema que más adelante escogería al ser
nombrado obispo nos da una buena pista: “Miserando atque eligendo”, que puede
traducirse como “lo miró con misericordia y lo eligió”.
Esta frase está
tomada de una homilía de San Beda, monje benedictino y doctor de la Iglesia, en
la cual explica la vocación de San Mateo, el Evangelista (cfr. Mateo 9,9). Ahí
explica que Mateo, un cobrador de impuestos, “No tenía mérito propio alguno
para ser elegido. Pero Jesús lo mira con misericordia y lo elige para un
destino inconcebiblemente superior; le llama, le propone el proyecto de vida
que le tiene reservado, y le transforma su existencia por completo”.
Sin embargo, Jorge
Mario no se inscribió al seminario en ese momento, pues quería madurar su
vocación. Pasaron cuatro años para que él decidiera entrar al seminario
diocesano; fue más adelante cuando ingresó al noviciado de los jesuitas.
Fue hasta
entonces, cuando Jorge Mario –ya de 21 años– se animó a contárselo a sus padre.
Él mismo recuerda que “primero, se lo dije a mi papá y le pareció muy bien. Más
aún: se sintió feliz. Sólo me preguntó si estaba realmente seguro de la
decisión. Él después se lo dijo a mi mamá que, como buena madre, había empezado
a presentirlo. Pero la reacción de ella fue diferente. ‘No sé, yo no te veo…
Tenés que esperar un poco… Sos el mayor… Seguí trabajando… Terminá la facultad,
me dijo. La verdad es que la vieja [mi mamá] se enojó mal”.
El que llegaría
ser el Pontífice Romano inició su vida de entrega a Dios cuando entendió que el
Señor lo llamaba sin mérito alguno suyo, sino por una elección gratuita. Pero
esta vocación divina no le ahorró el esfuerzo de tomar una decisión y de
esperar al momento oportuno, ni tampoco evitó la natural resistencia inicial de
su madre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión