Año 9, número 426
Luis-Fernando Valdés
Los migrantes
existen desde siempre, pero sólo en ocasiones son noticia, como en estos días
que avanzó en el proyecto de ley migratoria de EUA o que el Papa Francisco
visitó la isla de Lampedusa, santuario de migrantes. Entonces, ¿los migrantes
sólo son un mero tema de agenda política y de opinión pública?
Obama celebró la caída del Muro de Berlín (19 junio 2013), pero negocia aún el muro con México. |
El proyecto de ley
744 del Senado norteamericano, impulsado por el Presidente Obama, ha sido
recientemente aprobado y deberá pasar a la Cámara. La futura ley buscará
legalizar 11 millones de inmigrantes ilegales, en su mayoría latinos.
Para que el texto
fuera aprobado por los republicanos, incluye una propuesta la construcción de
un “muro” fronterizo: reforzar el vallado actual (que ya tiene unos 1.100
kilómetros, desde 2006) con el despliegue de decenas de torres de vigilancia,
drones y sensores. [Noticia]
El mensaje de esta
ley parecería ser: legalizar a los que ya están en EUA, pero no dejar entrar a
ni un migrante más. Según el Prof. Fernando Lozano de la UNAM, esta propuesta
legislativa “privilegia” la seguridad sobre los derechos de los migrantes. [Noticia]
Ese muro, como el
de Berlín o el de la franja de Gaza; esos mares como el que separa África de
Europa; y esos ríos, como el Bravo, se han convertido en un signo que denuncia
la desigualdad económica entre países y la pérdida del sentido de la dignidad
humana.
Paradójicamente, fue
Obama mismo quien explicó este horrendo significado de los muros fronterizos,
en un discurso reciente en Berlín: “Ningún muro puede estar en contra de los
anhelos de justicia, los anhelos de libertad, las ansias de la paz que arden en
el corazón del ser humano”.
Y señaló que no es
“el poder de los militares” ni “la autoridad de los gobiernos”, sino “los
ciudadanos quienes deciden si deben ser definidos por un muro o si deben
derribarlo”; ya que “como estadounidenses, creemos que ‘todos los hombres son
creados iguales’ con el derecho a la vida y a la libertad y la búsqueda de la
felicidad”. [Noticia,
25 junio 2013]
El Papa Francisco visitó a los migrantes en la Isla de Lampedusa y rezó por los migrantes recientemente ahogados (8 julio 2013). |
Visto así, los
migrantes serían un problema complejo ante el que se dan bellos discursos. En
cambio, en días pasados, el Papa Francisco viajó a la isla de Lampedusa, al sur
de Italia, para rezar por los balseros que perdieron la vida en su intento de
llegar desde África a Europa, y para “despertar nuestras conciencias para que
lo que ha sucedido no se repita.”
Con fuerza, el
Pontífice denunció que la causa está en la “globalización de la indiferencia”
hacia los migrantes. “En este mundo de la globalización hemos caído en la
globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del
otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!”
Se requiere acción,
pero ¿qué podemos hacer los ciudadanos ordinarios por los migrantes? Lo primero
es darle un enfoque humano al problema y no observarlo como mera estadística,
porque eso no es humano. El Santo pide que hablemos de las personas que están
en situaciones límite “con el corazón cercano a ellas”, pensando en ellas “con
nuestro corazón, con nuestra carne”. [Artículo, 5 julio 2013]
Otra propuesta. El
Arzobispo de Los Ángeles (EUA), el mexicano José Gómez, sugiere a los católicos
estadounidenses que no olviden sus raíces migrantes y que –esto nos lo podemos
aplicar todos– entiendan el sufrimiento de los migrantes. [Noticia,
12 julio 2013]
Los migrantes
sufren –y bastantes mueren– no sólo en la pobreza sus países, sino también de
camino, en los mares de la hipocresía (pues se les considera ‘mano de obra’ y
no ‘hermanos’), y se pierden en los desiertos de la indiferencia (pues poco se
plantean ayudarlos). Ya basta.
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