Especial: Sede Vacante, núm. 10.
Luis-Fernando Valdés
Benedicto XVI
dejará un asunto muy espinoso a su sucesor: la negociación con la Sociedad San
Pío X para resolver el cisma propiciado por Marcel Lefebvre en 1988. ¿Qué hizo
el Papa alemán para solucionar este conflicto interno de la Iglesia?
A nadie le sorprende que el Santo Padre no
haya logrado solucionar todos los conflictos que se le presentaron mientras
estuvo al timón de la barca de Pedro. Como es lógico, cuando deje el Solio
Pontificio, Benedicto XVI heredará una agenda de temas por resolver al
siguiente Pontífice.
Posiblemente, uno
de los asuntos más complicados para el próximo Papa será el cisma lefebvriano.
El asunto se remonta la época de Juan Pablo II, y ya desde ese momento el
entonces card. Ratzinger hizo un gran esfuerzo para que los cismáticos
volvieran a la comunión con la Iglesia católica.
Como es sabido, en
1969, Marcel Lefebvre, un obispo francés, fundó una asociación tradicionalista
de sacerdotes, que no acepta algunos puntos centrales del Concilio Vaticano II,
como la reforma litúrgica y el ecumenismo.
En 1988, Mons. Lefebvre
ordenó a cuatro obispos sin el permiso pontificio, cayendo en una excomunión
“latae sententia”, es decir, quedó fuera de la Iglesia, junto con esos cuatro
ministros ordenados por él.
Juan Pablo II
encomendó al Prefecto Ratzinger el diálogo con los lefebvrianos, sin embargo no
se pudo conseguir nada. Poco después, el Papa polaco creó la Comisión “Eclesia
Dei” para conferenciar con esta Fraternidad cismática, y algunos de sus
miembros volvieron a la unidad con el Romano Pontífice.
Ya como Papa,
Benedicto XVI ha tenido muchos gestos de complacencia con los lefebvrianos, aunque
de parte de ellos la correspondencia ha sido mínima. En 2007, el diálogo se reanudó,
a través de la Comisión “Ecclesia Dei”.
Ambas partes
acordaron redactar un documento en el que se establecían las condiciones bajo
las cuales, la Fraternidad volvería a ser aceptada en unidad con la Iglesia. La
fecha límite para la respuesta era el 30 de junio de 2008. Y la contestación
nunca llegó.
En 2009, Benedicto
XVI hizo otro intento. El Santo Padre levantó la excomunión de aquellos cuatro
obispos, el 21 de enero. Ese mismo día, la televisión sueca transmitió, por
primera vez, una entrevista con Richard Williamson, filmada en diciembre de
2008, en la que este obispo lefebvriano minimizaba el Holocausto.
Mons. Richard Williamson era anglicano, y pasó directamente a lefebvriano, sin ser nunca católico romano. |
La prensa
internacional criticó injustamente al Papa por apoyar a un negacionista. El
Vaticano emitió un comunicado que las calificaba como “absolutamente
inaceptables y firmemente rechazadas por el Santo Padre”, y aclaraba que eran
“desconocidas por el Papa en el momento de la remisión de la excomunión”.
El 14 de
septiembre de 2011, la Santa Sede entregó un “Preámbulo doctrinal” a la Fraternidad.
Si lo firmaban prácticamente el cisma finalizaría. El Superior lefebvrista respondió
negativamente en enero de 2012. Y lo mismo ocurrió con la aclaración enviada
por él, el 17 de abril. Y, finalmente, el 6 de septiembre de ese año, la
Fraternidad sacerdotal pidió tiempo indefinido para meditar su postura.
Aunque el cisma no
está resuelto, durante el Pontificado de Benedicto XVI se dieron importantes
pasos en el diálogo. El Santo Padre soportó muchas críticas por su interés de
reconciliar a los “tradicionalistas” con la Iglesia. Como él mismo afirmó,
también ellos son sujeto de la caridad del Vicario de Cristo. El Papa Ratzinger deja la base para que el
siguiente Pontífice pueda resolver el cisma.
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