Especial: Sede Vacante, núm. 7.
Luis-Fernando Valdés
Una dura sospecha
flota en torno a la renuncia papal: si Benedicto XVI dimitió por no haber
podido resolver el escándalo de la pederastia en la Iglesia. ¿Sabías que el
Papa ha dado una ejemplar y eficaz batalla para sacar las “manzanas podridas”
del clero católico?
Benedicto XVI no fue un Papa de transición,
como inicialmente algunos esperaban, sino un Pontífice con una agenda clara,
que buscó enfrentar y resolver las crisis de la Iglesia católica. Quizá la peor
de todas ellas fue la pederastia.
Desde su época de Prefecto, el Papa Ratzinger tomó medidas para castigar a los pederastas. |
La Iglesia, actualmente, cuenta con unos
procedimientos bien definidos para atender los abusos sexuales a menores por
parte de clérigos. Esta normativa es muy estricta y está diseñada para ayudar a
las víctimas. Quizá la mayoría de la gente no sabe que el entonces card.
Ratzinger tuvo un papel muy relevante en la elaboración de este protocolo.
Joseph Ratzinger fue el pionero en buscar la
erradicación de la pederastia en la Iglesia. Cuando era el Prefecto para la
Doctrina de la Fe, dio el primer paso que consistió en el envío una carta,
fechada el 19 de febrero de 1988, en la que alertaba a la Curia que el sistema
penal (vigente desde 1983) no facilitaba expulsar a los sacerdotes que fueran
“culpables de graves y escandalosos comportamientos”.
El siguiente paso para combatir la pederastia
fue una reforma en la Curia romana, el 28 de junio de 1988. El card. Ratzinger
preparó la normativa que establecía claramente la jurisdicción penal respecto
de los “delitos más graves cometidos contra la moral”, que pasaba a ser
exclusiva de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual podía ya “imponer
sanciones canónicas a tenor del derecho”.
El entonces Prefecto tuvo una iniciativa más,
que consisitó en cambiar el modo de la aplicación del derecho penal en la
Iglesia. El Cardenal alemán solicitó a Juan Pablo II facultades especiales que
le permitieran intervenir por vía administrativa en este situaciones penales,
ahorrándose así los largos procesos. [Saber más de esto]
Ya como papa, Benedicto XVI siguió esta misma
línea de enfrentar directamente los abusos cometidos. Son muy significativas la
suspensión del Padre Maciel, y la petición de la renuncia a varios obispos
irlandeses, que se habían limitado a cambiar de parroquia a los clérigos
pederastas, sin suspenderlos de sus funciones. [Dossier mío sobre el Papa y los
pederastas]
Dar una valoración definitiva sobre esta crisis
en la Iglesia no es nada sencillo. Por una parte, la realidad del encubrimiento
de los culpables sí ha causado desilusión y desconfianza por parte de no pocos
fieles católicos. Pero por otra, se requiere de un enfoque ponderado, ya que
los sacerdotes que han cometido este grave delito son una pequeña parte del
clero mundial.
Además, el Vaticano durante el pontificado del
Papa Ratzinger ha tomado importante decisiones tanto para buscar la
erradicación de este problema, como para atender a las víctimas. Estas normas
han dado luegar a un dossier conocido como “La respuesta de la Iglesia”.
El Papa defensor de la verdad ha tenido el
valor de aceptar que esta crisis “no procede de los enemigos externos, sino que
nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda
necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender,
de una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia” (11.V.2010).
Se le reconozca o
no, Benedicto XVI ha puesto unas mejores bases para el siguiente pontificado, ya
que ha realizado una desgastante labor de limpieza en el clero, que ayudará a
que los creyentes –católicos o no– recuperen la confianza en la Iglesia.
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