Especial: Renuncia del Papa, n. 13.
Luis-Fernando Valdés
Emocionando, Benedicto XVI saluda a las 200 mil personas que lo acompañaron a su último Ángelus. |
La Plaza de San
Pedro y sus alrededores recibieron a unos 200 mil peregrinos que acudieron a
rezar el Ángelus, por última vez, con Benedicto XVI como Sumo Pontífice. ¿Se
reunieron estos miles de fieles sólo por ser la despedida del Santo Padre? Conoce
la popularidad desconocida del Papa alemán.
Las autoridades
vaticanas estiman que más de 200 mil personas acudieron, el pasado domingo 24
de febrero, al último Ángelus del pontificado. En los alrededores de la Plaza
de San Pedro, fueron instaladas cuatro pantallas gigantes para que los fieles
que no cabían en la plaza pudieran ver al Papa, mientras leía su discurso desde
el balcón.
El Santo Padre fue
recibido con un gran aplauso, al que correspondió diciendo: “Gracias, muchas
gracias”. Como de costumbre comentó las lecturas bíblicas de la Misa de ese
domingo. Y al hilo de la meditación del Evangelio de San Lucas, comentó que
Dios le pide dedicarse “aún más a la oración y a la meditación”.
Y aclaró que esto
“no significa abandonar la Iglesia”, sino “seguir sirviéndola con la misma
dedicación y el mismo amor con que he intentado hacerlo hasta ahora, pero de
una manera más adecuada para mi edad y para mis fuerzas” (Discurso, 24.feb.2013).
Y las multitudes
lo interrumpieron varias veces, para ovacionarlo, para darle las gracias por su
pontificado. Había personas que siguieron el evento desde los tejados de las
casas situadas en la Vía della Conciliazione, algunos llevaron pancartas con
frases cariñosas, y también acudieron personas vestidas con trajes típicos de
varios países.
¿Se trata de la
euforia del momento? Sin duda, no. Como ya hemos señalado en otro momento, en
las tres Jornadas Mundiales de la Juventud en las que participó Benedicto XVI
ha roto récords de asistencia.
Otra señal de que
no estas muestras de afecto no son sólo de estos días la podemos encontrar en
el recuerdo de las carreteras y calles llenas de fieles coreando al Papa y
pidiendo su bendición, durante el reciente viaje a León, Guanajuato, del que no
ha pasado ni un año.
¿Acaso es que los
católicos a penas se dieron cuenta de lo valioso que es el Papa Ratzinger? Desde
siempre se le ha reconocido a Joseph Ratzinger su gran capacidad intelectual y
su sencillez para exponer hasta las cuestiones más difíciles.
Por eso, desde el
inicio del Pontificado, las audiencias de los miércoles y el Ángelus de los
domingos han estado abarrotados. Soy testigo de ello, pues tuve la oportunidad
de acudir a una audiencia en junio de 2012, en la que más de cinco mil personas
fuimos a escucharlo.
Quizá algunos
siguen comparando a Juan Pablo II con Benedicto XVI, y como el Papa alemán ha
viajado menos, piensan que no es tan popular como el Papa Wojtyla. Pero si
atendemos a los datos que proporciona la Santa Sede cada año, el Pontífice
actual ha tenido más asistentes a sus audiencias.
No se trata de
comparar a los dos papas, sino de ver la gran continuidad entre la personalidad
carismática de Juan Pablo II y el estilo académico del actual Pontífice. El
secretario personal del Santo Padre lo ilustra con una frase: “Juan Pablo II
abrió los corazones de la gente. Benedicto XVI los llena”.
La clave para
entender la cantidad tan grande de fieles que van a ver al Papa consiste en
aceptar que las personas de hoy, formadas en la educación científica y la
tecnología, siguen hambrientas de Dios. El Papa Ratzinger de una forma
descriptiva, entendible y convincente les ha dado el alimento espiritual. Eso
es lo que la gente va buscando, cuando acude a sus audiencias.
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