Año 10, número 460
Luis-Fernando Valdés
Después de un año
en la sombra, el Pontífice emérito volvió a la luz pública, entre alegrías… y
nuevas polémicas: ¿fue válida su renuncia? ¿cuál es su relación con Francisco?
¿gobierna tras el trono?
Se cumplió un año de la dimisión de Benedicto XVI al Solio Pontificio. Fue aquel 28 de febrero del año pasado, cuando el anciano y cansado Pontífice partió a Castelgandolfo y dejó vacante la Sede Apostólica.
Después de varios
meses de haber dejado el Palacio vaticano, el Papa emérito volvió al convento
“Domus Ecclesiae”, ubicado en los jardines vaticanos, de donde prácticamente no
había salido… hasta que se hizo presente en público, durante la ceremonia de
investidura de nuevos cardenales presidida por Su Santidad Francisco.
Con motivo de este
primer aniversario, surgieron diversas voces que afirmaron que la renuncia no
fue válida. Entre ellas figuraban los artículos del importante periodista
italiano Antonio Socci, que publicó en el periódico “Libero”: “El problema de
la validez canónica de su dimisión [de Benedicto] es enorme” (12
febrero), y “Pero, ¿quién es el Papa?” (16
febrero).
Basados en el
atuendo color blanco del Pontífice emérito, algunos dijeron que en realidad
Benedicto viste así porque sigue teniendo poder en el Vaticano. La relación con
Francisco sería algo así como la de un rey respecto a un virrey.
A esto hay que
sumarle que el teólogo Hans Küng (conocido por sus posiciones abiertamente
encontradas con la Santa Sede) dio a conocer el contenido de una carta que hace
pocas semanas le envió el Pontífice emérito.
En ella, Benedicto
XVI afirma su amistad con el Papa Bergoglio y explica que su actual misión es
apoyarlo: “Me alegra mucho poder estar unido al Papa Francisco por una gran
coincidencia de puntos de vista y por una amistad de corazón. Hoy veo como mi
única y última tarea sostener su Pontificado en la oración”. [Ver]
Las reacciones en
la opinión pública fueron de confusión: ¿eso lo escribió o no el Papa emérito?
Por eso, el vaticanista Andrea Tornielli le escribió, el 16 de febrero, una carta
a Benedicto XVI para preguntarles directamente sobre estas polémicas.
Dos días después,
el Papa emérito contestó al periodista con una
carta personal, en papel membretado y le respondió con llaneza y claridad,
primero, sobre la validez de su dimisión, en estos términos:
“No cabe la menor
duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. La única condición
[canónica] de la validez es la plena libertad de la decisión. Las
especulaciones sobre la validez de la renuncia son simplemente absurdas”.
Así desmiente
Benedicto mismo las especulaciones de que dimitió por presiones de la Curia. Si
hubiera sido bajo coacción la renuncia sería inválida, pero aquí aclara que lo
hizo libremente.
Sobre el tema de
las vestiduras blancas, Benedicto XVI escribe: “El conservar el hábito blanco y
el nombre de Benedicto es una cosa solamente práctica. Al momento de la
renuncia no estaban a disposición otros vestidos. Por lo demás, llevo la sotana
blanca de una manera claramente diferente de la del Papa. También aquí se trata
de especulaciones sin el mínimo fundamento”.
Por último, para
desmentir a aquellos que dudan de la buena relación de Joseph Ratzinger con el Papa
Bergoglio, Benedicto escribió que el Prof. Küng citó literalmente y de modo
correcto la carta que le envió.
Benedicto volvió a
escena, pero jugando el papel que verdaderamente tiene: el de un Pontífice
emérito, que ya no detenta el poder supremo en la Iglesia, y que aprecia y
apoya a Su Santidad Francisco.
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