Año 10, número 462
Luis-Fernando Valdés
Se cumplió el
primer año de la elección del Papa. Desde el primer momento, Francisco ha
estado con la gente y su popularidad es inmensa. Sin embargo, ¿cuántos conocen realmente
su pensamiento y sus enseñanzas?
Con gran alegría
fue acogida aquella “fumata” blanca, hace ya un año (13 marzo 2013). El saludo
del recién elegido Pontífice, lleno de sencillez y cercanía, fue un anuncio del
estilo que impondría el nuevo Papa.
Los gestos de
cercanía con la gente, ya desde los primeros momentos, le consiguieron un
puesto en los medios internacionales: desde celebrar el Jueves Santo en la
cárcel romana para menores, hasta la apoteósica reunión con tres millones de
jóvenes en Río de Janeiro.
Pero la proximidad
de Francisco no ha sido sólo física, sino ante todo pastoral. Desde el inicio
ha hablado de la misericordia, para buscar que los problemas más espinosos de
la vida moral contemporánea no alejen de la Iglesia a los fieles.
Por eso, el Santo
Padre ha insistido en la misericordia con los que fallan, y le ha quitado peso
a los temas controversiales como aceptar el bautismo de un niño cuyos padres no
están casados por la Iglesia, o el juicio respecto a una persona homosexual.
Esta gran cercanía
hacia las personas que tienen dificultades para vivir la moral católica ha
llenado de esperanza a millones de fieles. Pero –paradójicamente– esta gran luz
se ha convertido en sombra para algunos, que han pensado y difundido que Su
Santidad está cambiando la moral tradicional.
El caso más
paradigmático de este eclipse fue aquella declaración que Francisco hizo en la
conferencia de prensa en el avión, rumbo a JMJ de Río de Janeiro: “Si una
persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para
criticarlo?” [Entrevista
completa]
Estas palabras se
ganaron muchas alabanzas, también por parte de activistas gays. Así, muchos
entendieron la misericordia del Papa, aunque no pocos la malinterpretaron como
un cambio en la doctrina de la Iglesia.
Son pocos los
fieles que se han entendido el mensaje completo, el cual ha sido trazado en la
Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”. En este documento, el Pontífice
explica el balance entre doctrina y misericordia.
Así, el Santo
Padre explica que hay una jerarquía en las enseñanzas morales de la Iglesia (n.
36), que cuando no se respeta se oscurece el mensaje del Evangelio. Esto ocurre
cuando se predican más algunos temas subordinados que los temas principales: “cuando
se habla más de la ley que de la gracia”, o sea, más de las obligaciones
morales que de la ayuda y del perdón divinos (cfr. n. 38).
El Papa enseña que
desde esta jerarquía de enseñanzas “ninguna verdad es negada. (…) Es más, cada
verdad se comprende mejor si se la pone en relación con la armoniosa totalidad
del mensaje cristiano” (n. 39).
Este balance entre
misericordia y firmeza doctrinal es paradigmático en el modo como Francisco
explica el aborto. Con gran claridad y honestidad el Papa afirma que no hay
cambios en la doctrina católica sobre el aborto y, a la vez, pide ayudar a las
mujeres que pasan por esa dura situación (n. 214).
El Papa cercano
que nos presentan los medios no es un Pontífice reformista, sino un Pastor
valiente que lleva el mensaje de misericordia hacia quienes se pueden sentir
excluidos por la doctrina.
Pero este mensaje
de misericordia es continuamente eclipsado tanto por quienes no comprenden que
la doctrina es para salvar no para condenar, como por quienes quieren
prescindir de la doctrina para facilitar la salvación.
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