Año 10, número 461
Luis-Fernando Valdés
El Santo Padre
pidió recientemente misericordia hacia los divorciados; pidió no condenarlos
sino caminar con ellos. Días antes Francisco elogió un discurso del card.
Kasper que pedía reconsiderar que los divorciados vueltos a casar puedan
recibir la Comunión. ¿Ha cambiado la postura de la Iglesia?
En el reciente
consistorio de Cardenales, el Papa pidió a los purpurados que consideren la
manera de incorporar a los divorciados a la acción pastoral de la Iglesia, como
preparación para el próximo sínodo de obispos en octubre de este año.
Entre las
intervenciones más sonadas fue la del teólogo y cardenal alemán, Walter Kasper,
, pues el Papa mismo alabó su ponencia, la cual incluye la posibilidad de dar
la Comunión sacramental a los divorciados vueltos a casar (lo cual hasta hoy
está expresamente prohibido).
Con buen humor, el 20 de
febrero pasado, el Papa comentó a los purpurados: “ayer por la noche volví a
leer –¡pero no para dormirme!– el trabajo del cardenal Kasper, y querría darle
las gracias porque encontré teología profunda y pensamiento sereno”.
Entonces, ¿el Papa
da por buena la conclusión de Kasper? ¿Ya se puede el divorcio? ¿Ya se puede
dar la Comunión a los divorciados que se vuelven a casar?
Para sorpresa de
todos, si leemos la
ponencia del Cardenal alemán, su mensaje afirma la doctrina tradicional y
versa sobre la belleza de la familia tradicional. Reafirma la indisolubilidad
del matrimonio, pero pone el énfasis en la fe y en la gracia del sacramento del
matrimonio para mitigar lo jurídico.
Kasper elabora un
discurso claramente teológico: la familia a luz de la creación, luego herida
por el pecado y redimida por Cristo; se detiene en la familia como “Iglesia
doméstica”, como clave para ayudar a los que ahora viven diversas realidades
familiares (padres difuntos, separados, huérfanos, ancianos, etc.).
Es en el último
punto del discurso del purpurado dónde se habla de los divorciados vueltos a
casar. El tema central está en cómo hacer compatible la misericordia de Dios
con el mandato divino de la indisolubilidad.
Mons. Kasper
apunta dos hipótesis, cuyas “respuestas serán tarea del Papa y del [próximo]
sínodo”. 1) Si el tema de la nulidad matrimonial, que actualmente sólo se puede
resolver por vía de un tribunal judicial, se pudiera también resolver por vía
pastoral, mediante “un sacerdote con experiencia espiritual y pastoral, como un
penitenciario o vicario episcopal”. Dicho sea de paso, esto supondría una
auténtica “revuelta” canónica, pero no doctrinal.
2) Hay personas
divorciadas y vueltas a casar civilmente, cuyo matrimonio religioso sí es
válido (y por tanto indisoluble). El card. Kasper dice que una minoría de ellos
buscan realmente volver a los sacramentos. Para esos pocos propone que, después
de un tiempo de penitencia y de discernimiento, sean admitidos a la confesión y
a la comunión, como una medida de “tolerancia” mas no de “reconocimiento” a su
nuevo matrimonio. (Esta hipótesis será muy difícil de hacer compatible con la
doctrina vigente).
Conclusión. No ha
cambiado la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio ni
sobre los divorciados vueltos a casar. Tampoco ha habido ninguna nueva indicación
por parte del Santo Padre. Ni cambia la disciplina que prohíbe que estas
personas pueden comulgar.
Sólo hubo un
discurso lleno de misericordia, que rechaza el rigorismo (y por esto lo alabó
el Papa Francisco), y que refleja el deseo de acercamiento de la Iglesia hacia
a los divorciados vueltos a casar.
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