Especial: Sede Vacante, n.8.
Luis-Fernando Valdés
El pasado viernes
se anunció que, el próximo martes 12 de marzo, iniciará el Cónclave que elegirá
al nuevo Pontífice. Entonces, ¿la Iglesia tendrá dos Papas? ¿Benedicto XVI
seguirá siendo Papa, junto con el que será elegido?
El Papa emérito ya no tienen potestad en el gobierno de la Iglesia. El elegido por el Cónclave será el único Pontífice máximo. |
La situación de la
renuncia del Papa alemán ha causado cierto desconcierto, porque cambiaremos de
Pontífice máximo, aunque sigue vivo el anterior. Estábamos acostumbrados a que
nunca había “Papa emérito”, pues los Obispos de las sede de Roma dejaban de ser
Papa sólo al morir.
En este caso tan
particular, estarán vivos los dos personajes: el Pontífice reinante y el Papa
emérito. Pero, en realidad, esta situación de tener dos obispos vivos en una
misma sede es normal en la Iglesia Católica. Así sucede ordinariamente en las
diócesis: cuando un obispo se jubila o renuncia, lo sucede otro obispo; y,
aunque vivan los dos en la misma ciudad, todos los fieles saben que el único
que manda es el nuevo pastor, pues el anterior es solamente “obispo emérito”.
El Papa es un
obispo, el Obispo de Roma, que es la Diócesis que preside a todas los demás del
mundo. Por eso, el que es elegido Obispo de esta Sede, automáticamente es el
Pontífice que tiene autoridad suprema e inmediata sobre toda la Iglesia.
Pero, a diferencia
de los demás obispos, el Santo Padre es el único que tiene una función
vitalicia, mientras que todos los demás prelados deben renunciar
obligatoriamente a su encargo episcopal, al cumplir 75 años.
Benedicto XVI
anunció su renuncia y fijó la fecha de finalización de su Pontificado, para el
28 de febrero pasado, las 20:00 horas. A partir de ese momento, sin dejar de
ser obispo, cesaron sus funciones pontificias. De manera que ya no tiene potestad
de gobierno, ni de ningún genero, tal como los obispos diocesanos que se
jubilan o renuncian.
La terminología
jurídica católica es muy precisa en este sentido. Para los obispos jubilados o
que han renunciado, se emplea el término técnico de “eméritos”, el cual expresa
claramente que estos eclesiásticos ya no tienen funciones de mando.
Por eso, a
Benedicto XVI se le llamará “Pontífice emérito” o “Papa emérito”. En cambio, el
título de “Papa” quedará reservado para nuevo Obispo de Roma, pues sólo él
tendrá la función de ejercer la potestad suprema en la Iglesia.
Es importante no
confundir los “títulos” con los que nos referimos al Obispo de Roma con las
“funciones” que le corresponden a ese cargo eclesiástico. Los títulos sirven
para dirigirse con respeto a los clérigos (p. ej. “Señor Cura” corresponde a un
párroco; “Excelencia” a un obispo; “Eminencia” a un cardenal”, y “Santo Padre”
o “Su Santidad” al Obispo de Roma).
Entonces al
querido Benedicto se le puede llamar por el “título” de siempre: “Su Santidad”.
Pero ya no se le puede seguir llamando por la “función” que antes desempeñaba:
“Papa”, “Vicario de Cristo”, “Romano Pontífice”, etc. Y no se le puede llamar
de esta manera, porque Benedicto XVI ya no es el Papa. En este momento de Sede
Vacante, no tenemos Papa.
De esta manera
queda muy claro que no habrá dos Papas, sino sólo uno, el que resulte elegido
en este Cónclave. Y, por esa razón, queda fuera de lugar todo lo que algunos se
empeñen en afirmar respecto a que el Pontífice emérito será como el “poder tras
el trono”.
Además, el Papa
emérito ha dado una muestra muy clara de que no buscará ese influencia sobre el
nuevo Pontífice, pues se retiró a Castelgandolfo para no estar ni siquiera
cerca de los cardenales electores, y después vivirá en un aislamiento
voluntario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión