Año 13, número 660
Luis-Fernando Valdés
Termina un año,
que ha resultado más violento que los últimos anteriores. El gran reto es
descubrir la “otra historia” que ha acontecido simultáneamente, y que puede ser
la fuente para que nuestras esperanzas de paz no sean expectativas vanas.
El Papa Francisco invitó a ver el rostro de Cristo en el sufrimiento de los niños que viven en países en conflictos bélicos. (Foto: eldinamo.cl ) |
1. Un especial recuento del año. Como
es tradicional, en la reciente Navidad, el Papa Francisco impartió
la bendición “urbi et orbi” (‘a la ciudad y al mundo’). En su discurso, el
Pontífice dio a entender que acontecen al mismo tiempo tanto guerras y
problemas económicos que producen una “degradación humana, social y ambiental”,
como la otra historia, la del encuentro de Dios con los seres humanos a través
del rostro de Cristo, Dios hecho hombre.
El Papa hizo un
especial repaso de los sucesos difíciles del año que termina. Fue un recuento
singular porque el Pontífice mencionó que el rostro de Dios se puede contemplar
en los niños que sufren en los países en guerra, como ocurrió hace dos mil años
cuando se pudo apreciar la cercanía Dios a través de los padecimientos del Niño
Jesús, para el que “no hubo lugar en la posada” (Lucas 2,7).
2. Descubrir la historia sobrenatural. En
su mensaje, Francisco hizo una especial invitación para descubrir la
intervención divina en los acontecimientos del año, como el conflicto de Tierra
Santa, las guerras perdidas de África y la situación de Venezuela.
El Papa invitó a
ver a Jesús “en los niños de Oriente Medio”, que están “sufriendo por el
aumento de las tensiones entre israelíes y palestinos”. Ante esa historia de
dolor, el Pontífice pidió buscar la “otra historia”, en la que Dios participa,
para que venga la paz en Jerusalén, haya voluntad de dialogar y se llegue a una
“coexistencia pacífica de dos Estados”: Israel y Palestina.
Epílogo. La historia de los hombres,
que se disputan las fronteras y las riquezas de las naciones, camina junto a la
historia sobrenatural, que consiste en las intervenciones de Dios a favor de
los humanos.
Los creyentes y
las personas de buena voluntad siempre se han esforzado para descubrir ese otro
designio divino, que siempre termina por imponerse a la mala voluntad de los
tiranos. Reconocer esa “otra historia” es quizá la manera más realista de
conservar la esperanza de paz en un mundo “azotado por la guerra”.
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