Año 13, número 657
Luis-Fernando Valdés
A 500 años del
inicio de la Reforma protestante, el Obispo de Roma pide superar prejuicios
sobre Martín Lutero. ¿Cómo interpretar estas palabras? ¿El Papa le da la razón
al reformador alemán?
De la Reforma a la unidad: ésta es la tarea común de luteranos y católicos. (Estatua de Martín Lutero) |
1. Las palabras y su contexto. Generalmente,
las frases sueltas son las que suscitan dificultades, pues se pueden tomar con
un sentido diferente al que fueron dichas. En este caso, se trató de un
discurso del Papa Francisco en el Vaticano a una delegación de la Federación
Luterana Mundial, que representa a 72 millones de cristianos.
En su mensaje al
presidente de esa federación, el arzobispo nigeriano Musa Panti Filibus, el
Pontífice habló largamente de la oración, como “combustible de nuestro viaje a
la plena unidad”, y explicó que el Espíritu Santo ha suscitado el camino
ecuménico.
Y en ese contexto
de oración y unidad, afirmó el Papa que ese mismo Espíritu “nos ha llevado a
abandonar los antiguos prejuicios, como aquel sobre Martín Lutero y sobre la
situación de la Iglesia en aquel periodo”. (Discurso,
7 dic. 2017)
2. ¿Qué quiso decir el Papa? Es
importante valorar el alcance de la afirmación del Papa, porque algunos
pretenden sacar de esas palabras una descalificación hacia el Pontífice, como
si Francisco apoyara la Reforma en detrimento de la Iglesia católica.
En realidad, el
Obispo de Roma reconoció que un principio superior a las dos confesiones es el
que promueve la reconciliación: el Espíritu Santo. Se trata de un fenómeno
sobrenatural, pues sólo una fuerza divina puede sanar las heridas producidas en
cinco siglos de separación.
Francisco dio a
entender así que acción divina se manifiesta en la superación de los prejuicios
de ambas confesiones: tanto de parte católica, que ve a Lutero como un
destructor malvado, como de la parte luterana, que enfatiza que la Iglesia católica
del siglo XVI estaba totalmente corrompida.
Ciertamente, había
problemas morales en la Iglesia de aquella época, pero a la vez, había bastante
actividad de católicos comprometidos con la fe. De igual manera, Lutero no
pretendía fundar una nueva Iglesia, sino purificar la existente, aunque su
movimiento tomó un giro inesperado.
3. Una nueva visión del ecumenismo. En
el mencionado discurso, el Papa dejó ver su paradigma sobre el modo de llegar a
la unidad entre las diversas confesiones cristianas reformadas y la Iglesia católica.
Francisco retoma
el tema de Juan Pablo II sobre “purificar la memoria”, o sea, reconocer los
errores que se cometieron por parte de las dos confesiones. Desde ahí el Papa
pide mirar al futuro sin “el peso de los contrastes y preconceptos del pasado”,
para poder acoger los dones que provienen de las diversas tradiciones
confesionales y “acogerlos como patrimonio común”.
Además, el Papa
quiere superar “las heridas del pasado”, porque hay una realidad común de
origen sobrenatural que es más fuerte: el Bautismo. Como el bautismo nos ha
hecho hijos de Dios, nos ha convertido en hermanos y, por eso, “nunca más
podemos permitirnos ser adversarios o rivales”, concluyó.
Epílogo. Francisco es un gran
continuador del movimiento ecuménico que inició con Pablo VI en 1967. El Papa
argentino sabe que la unidad no se va a lograr únicamente por la vía doctrinal,
pues cinco siglos de disputas teológicas no lo consiguieron. Sin cambiar nada
el contenido de la fe, el Pontífice busca que católicos y luteranos retomen la
vía sobrenatural –la oración y la fraternidad bautismal– para “caminar juntos”
hacia el milagro de la unidad completa.
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