Año 13, número 638
Luis-Fernando Valdés
Días de
enfrentamientos entre fieles musulmanes y policías israelíes frente a los
lugares santos. ¿Existe realmente una posibilidad de que las grandes religiones
convivan en paz?
La policía israelí instaló detectores de metal en el acceso a la Mezquita de Haram Sharif. En protesta los musulmanes rezaron en la calle. (Foto: El País) |
1. ¿Cómo surgió esta nueva ola de
violencia? El pasado jueves (27 jul. 2017), más de cien palestinos
resultaron heridos en enfrentamientos con la policía, en la Explanada de las
Mezquitas en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
El reciente
conflicto inició con el asesinato de dos policías israelíes, cerca del lugar
santo islámico Haram al Sharif (Noble Santuario), conocido por los judíos como
Monte del Templo, el pasado 14 de julio. (BBC,
14 jul. 2017)
Por ese hecho, las
autoridades de Israel establecieron un cerco de control, con detectores de
metales y cámaras, en torno al acceso a ese recinto. Como protesta, los fieles
islámicos habían rezado en la calle durante los últimos días. Cuando el pasado
jueves fueron retiradas esas instalaciones de seguridad, la afluencia de fieles
se salió de control y provocó el reciente enfrentamiento con la policía. (El
Universal, 28 jul. 2017)
2. De la discordia a la reunión. Jerusalén
es un lugar privilegiado, pues es considerada una ciudad sagrada para los
judíos, pues en el siglo X a. C, el rey David la escogió para construir ahí el
Templo; para los cristianos, porque ahí murió y resucitó Jesús; y por los
musulmanes, que sostienen que Mahoma (s. VII) la visitó en un viaje nocturno y
ascendió a los cielos desde ella.
Desde el punto de
vista religioso, los líderes de las tres grandes religiones ha hecho esfuerzos
para promover la convivencia pacífica de esas tres confesiones en Jerusalén. En
mayo de 2014, el Papa Francisco se reunión, el Muro de las lamentaciones mismo,
con el rabino argentino Abraham Skorka, y el líder musulmán argentino, Omar
Abboud. Con un inolvidable abrazo, los tres líderes formalizaron sus deseos de
paz entre las religiones.
3. Cambiar de paradigmas. Cuando surgen
enfrentamientos en los lugares santos, se envía un mensaje de que “las religiones
fomentan la violencia y la intolerancia”. Para superar esta visión violenta de
la religión, hace falta cambiar unos paradigmas, el modo de considerar la
religión. Se trata de dos enfoques que ha desarrollado el cristianismo, y han
funcionado.
El primero de
ellos es la separación de la Iglesia y del Estado. Aunque se llegó a este cambio
por una vía violenta, como la Ilustración en Francia o la Reforma en México, la
experiencia ha sido importante, porque el Catolicismo se ha desligado de
nacionalismos y visiones políticas, y se ha enfocado en su misión religiosa
abierta a todas las personas, sin importar su nacionalidad o su ideología.
El otro enfoque es
poner el acento en la “dignidad” de la persona y no en la “religión verdadera”.
El Concilio Vaticano II, en la declaración “Dignitatis humanae” (1965), cambió
del paradigma de los derechos de la verdad al respeto de la conciencia de cada
persona.
No se trata de
negar la verdad del cristianismo, sino de reconocer que la verdad religiosa no
se puede imponer por la fuerza a nadie, ni se puede agredir a nadie por
profesar una religión “equivocada”.
Epílogo. Paradójicamente, Jerusalén
significa “casa de la paz”, pero para que así sea, las religiones que ahí
convergen necesitan abordar un gran proceso cultural, para dejar de identificar
la afiliación religiosa con la afiliación nacional. Junto con eso, es
importante que en occidente sigamos enfatizando que la dignidad humana y el
respeto a la conciencia son el fundamento de la libertad religiosa.
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