Luis-Fernando Valdés
El caso del bebé
al que la Justicia inglesa ordenó desconectar para terminar con su vida, para
evitarle más sufrimiento: ¿fue compasión o injusticia? ¿fue por cuestiones
médicas o por ideología?
Connie Yates y Chris Gard, papás de Charlie, el "icono" de las víctimas de la "eutanasia forzada". (Foto: ahoranoticias.cl) |
1. El caso clínico de Charlie. El bebé
de Chris Gard y Connie Yates de once meses nació sano, pero a los dos meses su
salud comenzó a deteriorarse rápidamente. Se le diagnosticó Síndrome de
Agotamiento Mitocondrial, una rara enfermedad genética que padecen solo 16
niños en todo el mundo. El mal causa debilidad muscular progresiva y, según los
expertos, suele causar la muerte en el primer año de vida.
Los médicos determinaron
que el pequeño tiene un daño cerebral irreversible e incurable. Por eso,
pidieron a la Corte desconectar a Charlie del respirador y de la alimentación,
para ayudarlo a “morir con dignidad”. (BBC, 13 jun. 2017)
2. Una esperanza, no apoyada por las
autoridades. A pesar de la sentencia, sus padres aseguran que Charlie “no
está sufriendo” y que se le debería dar una “última oportunidad de vivir”. Chris
consideró que su hijito “no debería morir solamente porque nunca será como
otros niños, corriendo por ahí”. (BBC, 13 jun. 2017)
Los progenitores
hicieron una campaña financiera para pagar un tratamiento experimental en
Estados Unidos, que daría al bebé un 10 por ciento de posibilidades de mejorar
su salud. Connie mencionó el caso de dos niños que una enfermedad parecida a la
de Charlie, ayudados por ese tratamiento, ahora “están viviendo vidas normales
desde hace un año”. (Infobae,
7 julio 2017)
El Presidente
Trump apoyó que el enfermito fuera llevado a Estados Unidos y el Papa Francisco
ofreció que el niño fuera recibido en el Hospital Infantil, que es propiedad
del Vaticano. (Life
News, 3 julio 2017)
Los médicos
negaron esta posibilidad a los padres de Charlie, argumentando que ese
tratamiento no le devolvería una vida normal y que sólo estarían prolongando el
sufrimiento. La justicia inglesa dictó que Charlie fuera desconectado y la Corte Europea de Derechos Humanos ratificó
esta sentencia e imposibilitó el viaje a Estados Unidos o a Roma. (CNN,
5 julio 2017)
3. La respuesta de la bioética. El caso
de Charlie pone a prueba a la ética civil sobre cuándo y cómo poner fin a la
vida de una persona inocente. La Justicia inglesa y la citada Corte europea,
partiendo de que el niño ya no mejoraría, pusieron el acento en evitarle el
dolor y sufrimiento futuros y, por eso ,ordenaron dejarlo morir, quitándole la
alimentación.
Sin embargo, ese
argumento pragmático no es definitivo. El experto bioeticista italiano, el
Card. Elio Sgreccia, explica que no se deben confundir lo “incurable” de la
enfermedad (“inguaribilità”) con el “dejar de cuidar” al enfermo (“incurabilità”).
Es decir, que
aunque no se pueda devolver la salud a Charlie, si se le debe atender. Y es que
“el rostro humano de la medicina se manifiesta precisamente en la práctica
clínica de ‘cuidar’ la vida del que sufre y del enfermo”, escribió Sgreccia en
su blog
(2 julio 2017).
Epílogo. Esta decisión de la Justicia
británica fue tomada más por un motivo ideológico que por una razón médica: que
es preferible quitar la vida que enfrentar el sufrimiento (para el cual hoy
tenemos muchos medios paliativos).
El pequeño Charlie
Gard se ha convertido así en el icono de las víctimas de la “ideología de
eutanasia” (Melissa
Moschella) y del “ensañamiento tanatológico” (E.
Sgreccia). Según esta cultura de la muerte, Charlie debe morir aunque sus
padres no quieran, ni aunque la medicina dé una pequeña esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión