Año 13, número 484
Luis-Fernando Valdés
Días de dolor y
muerte en Dallas, Niza y Bagdad. Estas frecuentes tragedias nos obligan a
revisar por qué nuestra visión del ser humano no contiene la fuerza para
detener esta violencia.
Primero, solidaridad con las víctimas; luego una seria reflexión sobre las causas del desprecio a la vida y la dignidad humanas. (Foto: Nuusi.tk) |
1. Semana de tragedias. El pasado 8 de
julio, en Dallas (EUA), una manifestación contra la violencia racial se
convirtió en un tiroteo contra agentes de la policía local, que dejó un saldo
de cinco agentes muertos y siete heridos.
El 14 de julio,
durante la célebre conmemoración francesa de la Toma de la Bastilla, un
terrorista atropelló a decenas de personas en Niza, dejando más de ochenta
muertos y más de ciento cincuenta heridos, incluidos muchos niños entre las
víctimas.
El 13 de julio, en
la capital de Bélgica, se reportaron dos explosiones
sin víctimas. Y, el 12 de julio, un coche bomba en
un concurrido mercado de Bagdad (Irak) causó la muerte a 11 personas y dejó a
32 personas heridos.
2. Tragedias que se repiten.
Desafortunadamente, noticias como las anteriores se han repetido con frecuencia
desde hace años. Y, a pesar de las condenas internacionales, siguen ocurriendo
la balaceras en Estados Unidos y los atentados terroristas en Europa y Medio
Oriente.
Estas
reiteraciones no son casuales. Responden a algo más que meros “lobos
solitarios” o “fanáticos religiosos”. Detrás de estos trágicos sucesos, hay una
visión errada sobre el hombre y la sociedad, que es necesario enfrentar y
corregir, pues con solo medidas militares no se logrará combatir a fondo esta
violencia que hoy nos aflige.
3. Muchos factores … Sin duda, al
hablar del terrorismo islámico hay que acudir a varias disciplinas, como los
estudios de geopolítica, pues desde la Primera Guerra Mundial la zona arábiga
ha sido fuente de conflictos suscitados por la salida de Inglaterra; y lo mismo
ha ocurrido desde la guerra de Estados Unidos contra Irak y Afganistán, o desde
la caída de los regímenes totalitarios en la zona como el de Gadafi en Libia.
Además, detrás de
las balaceras en Estados Unidos –cuya noticia suele tener repercusión mediática
mundial– se encuentra una visión muy particular de la libertad y del comercio,
que conlleva que la compra y la venta de armas casi sin restricciones, “sin
importar el riesgo” de que caigan en manos equivocadas.
4. … y una raíz común. Aunque los
factores de la violencia son muy complejos y variados, remiten a una visión
sobre el hombre y la vida. Cuando la visión que tenemos del hombre no parte de
lo que se suele llamar “dignidad”, se dificulta hablar de igualdad y respeto,
pues, para sostener esa igualdad, debemos afirmar que “hay algo” en el ser
humano que lo hace sujeto de derechos y que implica que sea respetado en todas
sus dimensiones (corporal, psíquica, social, laboral, etc.).
Pero las ideología
contemporáneas anteponen a la dignidad humana motivos económicos, estratégicos,
políticos, etc. Por eso, en la práctica las personas son consideradas como
“piezas” en el mundo laboral, como “daños colaterales” en los atentados y
balaceras; y, de igual manera, la destrucción de la naturaleza se justifica a
nombre del progreso o de la tecnología.
¿Qué hicimos mal?
Hemos fallado en dejar de lado el tema de “eso intangible” del hombre, en
considerar que eso es un asunto meramente académico o –si acaso– religioso. Y
quizá sea más grave no retomar y defender la dignidad humana, esa “realidad
invisible” presente en cada individuo, que nos permite defender al hombre por
sí mismo y no por los beneficios económicos o políticos.
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