sábado, 29 de agosto de 2015

Migración: entre la tragedia y el beneficio

Año 11, número 538
Luis-Fernando Valdés

Las noticias de tragedias ocurridas a migrantes se multiplican en todo el mundo. Refugiados varados en el eurotúnel, africanos ahogados en el Mediterráneo, deportados colombianos, son la fotografía de la crisis de una civilización que no ha sabido ser solidaria.

Agentes de la gendarmería francesa
bloquean el paso al eurotúnel, en Calais.
1. El diario del Vaticano, “L’Osservatore romano”, tituló “Fronteras del rechazo” a la nota en la que informaba de las medidas para impedir el paso de refugiados e inmigrantes irregulares a diversos países de la unión europea (4 agosto 2015).
Así, el gobierno inglés endureció la entrada de migrantes a Gran Bretaña, incluidas las cerca de tres mil personas acampadas en la cercanías del eurotúnel en Calais, en la orilla francesa, las cuales provienen de países escenario de guerras y persecuciones y cuentan, por lo tanto, con los requisitos para pedir asilo.
Una situación similar se vive cotidianamente en las costas del norte de África. Tan sólo en estos días, en Libia, se hundieron dos barcos (uno con 50 personas y otro con más de 400 pasajeros) y se teme que sean más de 200 los muertos (El País, 28 agosto). Y en Austria fue encontrado un camión abandonado en una autopista con 71 cadáveres de inmigrantes (BBC Mundo, 28 agosto).

2. La solidaridad hacia los migrantes enfrenta grandes dificultades. Por ejemplo, el gran volumen de personas migrantes asusta a las naciones receptoras. Esos países temen que cultura, su identidad su religión o incluso su seguridad se pierdan, ante la llegada masiva de extranjeros.
Además, el miedo ante el tema migratorio se ha convertido en una triste herramienta para algunas campañas políticas, como lo es en el caso del precandidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha propuesto la expulsión todo inmigrante indocumentado.

3. Pero, ¿qué pasaría si se abrieran las fronteras? A esto responde Luis Fajardo, analista de BBC Mundo (28 agosto 2015), quien sostiene que la inmigración produce grandes beneficios a la economía de los países que la reciben.
Fajardo admite que no todos los economistas están de acuerdo con esa visión, pero explica que hay importantes estudiosos que la sostienen, como el profesor estadounidense de la Universidad de Harvard Lant Pritchett, y el profesor nacido en India Jagdish Bhagwati, académico de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Pritchett, por ejemplo, sostiene que los controles migratorios impiden que funcionen bien los mercados. Sin sostener una libre apertura a la migración, defiende el retiraro muchas de las trabas a la llegada de trabajadores extranjeros.
“Un relajamiento sustancial de las restricciones migratorias existentes benefician a los que emigran, a los países que los reciben e incluso a los países que los envían. Es una situación de gana, gana y gana”, afirma.
Por su parte, Bhagwati, sostiene con vehemencia la importancia de no cerrar las puertas a los inmigrantes, incluso los de extracción humilde y poca educación, porque “tanto la llegada de personas altamente calificadas como la de personas con bajos niveles de educación suplen necesidades [del país de acogida]”.

La migración es fenómeno muy complejo, que refleja situaciones de injusticia social o de violencia en los países nativos de los migrantes y desplazados, a las que se añaden muchas vejaciones en el trayecto hacia un país de mejores condiciones. Sin embargo, hace falta una visión más solidaria y abierta, tanto de los gobiernos como de la sociedad civil, para acoger de modo eficiente y legal a los migrantes, y así ahorrarles el drama de la denigración.


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