Año 11, número 534
Luis-Fernando Valdés
Con motivo del Día
Mundial contra la trata de personas, Estados Unidos dio conocer un informe qué
refleja las acciones y omisiones de 188 países contra ese flagelo. ¿Qué ha
hecho la Iglesia Católica contra esta nueva forma de esclavitud?
Los testimonios de explotación sexual y laboral de las mexicanas Karla Jacinto y Ana Laura Pérez conmovieron al Papa y 65 alcaldes. |
La Asamblea
General de la ONU en 2013 instituyo el 30 de julio como el Día Mundial contra
la Trata de Personas. En la resolución de la ONU se indica que es necesario establecer
una jornada para concientizar sobre la situación de las víctimas del tráfico
humano y para promocionar y proteger sus derechos. (La
Gaceta, 30 julio 2015)
El pasado 27 de
julio, el Departamento de Estado publicó su informe anual
sobre tráfico de personas en el mundo, relativo a 2014, en el que analiza lo
que han hecho 188 gobiernos de todo el mundo para combatir la trata de personas
y otras formas de explotación en el trabajo.
Todos los países
de América Latina recibieron recomendaciones por parte de ese informe. Sobre
México, se destaca la incoherencia entre
las cifras de víctimas proporcionadas por el gobierno federal y las cifras de
los gobiernos estatales; sobre
Colombia, se informa que “las organizaciones criminales obligan a
colombianos vulnerables, incluidos desplazados, a la prostitución y a las
actividades criminales, particularmente la venta y transporte de narcóticos e
incluso para asesinatos”; y sobre
Argentina, explica que “el gobierno ha informado en un reporte que la
Policía fue cómplice en el 40% de los casos de trata sexual”.
El tráfico de
personas es fenómeno tan complejo que requiere no sólo la intervención de los
gobiernos, sino también de la sociedad civil y de las organizaciones religiosas.
En el caso de la Iglesia Católica, el 2015 ha sido un año rico en eventos
contra la trata.
El 8 febrero se
organizó en la Iglesia una “Jornada de Oración y de Reflexión” contra la trata
de personas, para poner fin a este “crimen contra la humanidad”, “derrota de la
comunidad mundial”, como lo califica el Papa Francisco. Además, el mensaje para
la Jornada Mundial de la Paz 2015, escrito por el Pontífice lleva como título
“No esclavos, sino hermanos”. (Aleteia.org
30 julio 2015)
Pero el Santo
Padre quiere que se tomen medidas prácticas. Y el pasado 22 de julio convocó en
el Vaticano a alcaldes de 65 ciudades importantes del mundo, para pactar
acciones contra el cambio climático y la trata de persona. (Rome
reports, 22 julio 2015)
Los desgarradores
testimonios de Karla Jacinto y Ana Laura Pérez abrieron este encuentro. Karla, tras narrar una infancia infeliz,
dominada por los abusos físicos y sexuales dentro de la propia familia, contó
que “de los 12 a los 17 años tuve 42,000 relaciones sexuales”.
Ana Laura, de 23
años, contó su explotación laboral: fue obligada por cinco años a planchar por
20 horas e inclusive a dormir parada. “Soportaba el hambre, masticaba el
plástico, no me daban de tomar, tenía que beber el agua con la que planchaba”, explicó
Laura.
Conmovido el Papa
Francisco, declaró que “la explotación física, económica, sexual y psicológica
de hombres y mujeres, niños y niñas actualmente encadena a decenas de millones
de personas a la inhumanidad y a la humillación”. (Aleteia.org,
30 julio 2015)
Es un hecho que el
liderazgo moral de Francisco aumenta. Y el Papa tiene el acierto de convocar a
las autoridades civiles para buscar juntos soluciones para combatir la trata y
la explotación laboral. Es una gran lección: la fe no puede quedarse en un
“silencio cómplice” ante los problemas humanos.
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