Año 11, número 521
Luis-Fernando Valdés
Francisco pide que,
en el próximo concierto de beneficencia en el Vaticano, los indigentes de Roma
estén en primera fila, en los lugares habitualmente reservados a las
autoridades. Es un gesto inusual que refleja la prioridad del Papa por los
pobres. ¿Es esto un relanzamiento de la Teología de la liberación?
El Papa recibe a un grupo de indigentes a los que había invitado
a conocer la Capilla Sixtina (26 marzo 2015).
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Sin embargo, los
gestos del Papa hacia personas concretas han sido “novedosos”, hasta el punto
que algunos medios católicos sostuvieron que Francisco “tiene estrechos lazos
con la teología de la liberación” (The
Tablet, 2 mayo 2014) o que bajo su pontificado “la teología de la
liberación llega a su mayoría de edad” (Catholic News
Service, 23 septiembre 2013).
Ciertamente, en
América Latina había que hacer algo por los pobres. Y la vía que algunos
propusieron fue la Teología de la Liberación, que utilizando el sistema de Karl
Marx, ponía en planos antagónicos a los ricos y a los pobres: que se acabara
con los pudientes, para que su capital se distribuyera entre los pobres.
Esta propuesta
deslumbró, pero no es cristiana, pues la violencia no es la doctrina de
Jesucristo. De manera que la tarea de ayudar con amplitud a los pobres seguía
pendiente, y el Papa, desde su época de cardenal de Buenos Aires, hizo su
“revolución” pacífica: la de estar junto a los indigentes y ayudarlos de manera
práctica y eficaz.
Francisco no sigue
el liberacionismo, sino directamente el Evangelio. Insiste en que fundamento de
esta ayuda a los necesitados es Cristo, que se hace presente en los desvalidos.
Jesús mismo dijo que cada vez que alguno presta ayuda a los necesitados, “a mí me lo hace” (Mateo
25,40).
El Pontífice lo
explica de una manera muy gráfica, con la frase “tocar la carne de Cristo” en
el pobre. Recientemente, afirmó: “¡Cuánto quisiera que se tocara la carne de
Cristo presente en los necesitados de esta ciudad!” (Aleteia,
29 abril 2015)
Ahora, desde la
Sede de Pedro, el Papa argentino continúa atendiendo a los pobres que le están
más cercanos: los indigentes de Roma, que deambulan en los alrededores de la
Ciudad del Vaticano.
Además de darles
dinero (14 abril 2105),
el Santo Padre ha compartido el desayuno del día su propio cumpleaños con
cuatro indigentes (17
diciembre 2013). A los llamados “sin techo”, les mandó construir regaderas
junto a la Plaza de San Pedro (6
febrero 2015) y les facilitó que ahí también puedan cortarse el cabello (16
febrero 2015).
Todo eso nos lleva
a dos reflexiones: 1) Francisco nos propone un modo nuevo –no político ni
liberacionista, sino bíblico– de entender la pobreza. Consiste en llevar de
modo práctico y sin retórica la “ternura de Cristo” a los hermanos que tienen
necesidades materiales.
2) El Papa hace
cosas prácticas por los pobres y comparte su vida en el Vaticano con ellos. De
esta manera, la máxima Autoridad de la Iglesia pone el ejemplo de “tocar a los
pobres”, de estar con ellos. Esto nos lleva a todos a examinarnos, si esta
fraternidad directa con los necesitados es parte de nuestra vida cristiana,
como lo son nuestras devociones diarias.
El Santo Padre ha
superado así la brecha entre pobres y ricos, con una revolución pacífica, que
es la de Cristo en el Evangelio. Ahora nos corresponde a los demás, transitar
por este puente de la ternura y la caridad, para encontrarnos con la carne Cristo
presente en los pobres del cuerpo y del alma.
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