Año 11, número 524
Luis-Fernando Valdés
Monseñor Romero ya
está en los altares. Su figura es usada por grupos de izquierda y es vista con
sospechas por parte de sectores de derecha. ¿Cuál es el verdadero Beato Romero?
¿Cuál es el mensaje eclesial de esta beatificación?
Ceremonia de Beatificación de Monseñor Romero. |
En la plaza del
Salvador del Mundo de la capital salvadoreña, el cardenal Angelo Amato,
beatificó a nombre del Papa a monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado “por
odio a la fe” el 24 de marzo de 1980.
1) Ante más de 250
mil personas, Mons. Amato expuso en su homilía
el punto de equilibrio para considerar la figura del nuevo beato. Era un Pastor
cercano a la gente y querido por su pueblo: “la figura de Romero continúa viva
y dando consuelo a los marginados de la tierra”, dijo.
Pero no se trata
de un personaje perteneciente a una facción política, ni de izquierda ni de
derecha, sino de un guía espiritual de la Iglesia. Amato desmarcó la figura de
Romero de la izquierda política, al afirmar que “su opción por los pobres no
era ideológica, sino evangélica”. Y la prueba de esto es que “su caridad se
extendía a los perseguidores”.
2) Por su parte,
el Santo Padre envió una Carta
al Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador (23 mayo 2015), con
motivo de esta ceremonia. En ella también se percibe claramente que el Papa le da
una interpretación religiosa y no política a esta beatificación.
Francisco enfatiza
que Romero fue un pastor (no un político) que guió a su gente, basado en la fe
(no en una ideología política): “En tiempos de difícil convivencia, Monseñor
Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al
Evangelio y en comunión con toda la Iglesia”.
El Pontífice
subraya que la fidelidad a la doctrina de la Iglesia y la unión con la Iglesia fueron
la base desde la que el Beato Romero atendió a los pobres. “Su ministerio se
distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados”,
escribió.
El Santo Padre insistió
luego en la misma idea. La cercanía de Romero con la gente (“la capacidad de
ver y oír el sufrimiento de su pueblo”) fue posible por su comunión con la
Iglesia: “la voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la
Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la
que no puede haber ninguna división”.
3) Para descubrir a
Monseñor Romero, es importante identificar lo que es real y lo que es
manipulación. Recomiendo leer a Federico Hernández Aguilar, un intelectual de
prestigio, que es un experto en la vida del nuevo beato.
En una entrevista
reciente (22 mayo 2015), Hernández Aguilar explicar que luego de su asesinato,
“él comienza a ser muy manipulado,
sobre todo por la izquierda más radical del país, y eso también pesó en
contra de su imagen para muchos salvadoreños”.
Y añade que Mons.
Romero fue además “muy enfático, primero al decir que no estaba a favor del
marxismo, pero además que la violencia radicalizada por las ideas marxistas no
conducían a nada bueno”.
Hernández Aguilar
también explica que Romero “fue muy tergiversado. Él mismo además lo
denunciaba, él decía ‘no tergiversen mis palabras, por favor consignen las
cosas que he dicho y cómo las he dicho’.” Es falsa la frase que le atribuyen: “Si
me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
Esta beatificación
es un regalo de Dios para la Iglesia Católica latinoamericana, que nos pone
como punto de referencia al Obispo Óscar Arnulfo Romero como modelo de pastor
comprometido con su gente en momentos históricos turbulentos. Pero debemos
buscar al beato Romero de verdad: al Pastor comprometido con el Evangelio y con
la unidad.
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