Año 9, número 412
Luis-Fernando Valdés
Mientras que la
FAO anunciaba una crisis alimentaria global, el Santo Padre advirtió sobre la
gravedad de desperdiciar los alimentos. ¿Ha sido Francisco el primer Pontífice
en denunciar la hambruna mundial?
Durante la pasada Audiencia general, el Papa Francisco explicó que la gravedad de desperdiciar la comida. |
Con motivo de la
Jornada mundial del medio ambiente (5 junio 2013), Naciones Unidas lanzó un
fuerte llamamiento a la necesidad de eliminar el desperdicio y la destrucción
de alimentos. De hecho, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura
y Alimentación (FAO) estima que 868 millones de personas, el 12,5 por ciento de
la población mundial, pasa hambre.
En el informe
“Sistemas alimentarios para una mejor nutrición”, la FAO detalla que 2,000
millones de personas sufren algún tipo de carencia alimentaria, y que el 26 por
ciento de los niños menores de cinco años padecen retraso del crecimiento
debido a carencias alimentarias. (Rome
Reports, 5 junio 2013)
Ese mismo día,
durante su Audiencia general, el Papa Francisco retomó el tema de la ONU, y
habló de la cultura de lo “desechable” que predomina hoy y que afecta a los
seres humanos, pues son tomados como productos descartables. (Audiencia
general, 5 junio 2013)
Y en el caso del
hambre, el Papa explicó que esta cultura de lo desechable “nos ha hecho
insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa aún más
deplorable cuando en cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas
personas y familias sufren hambre y malnutrición”.
Por comparación,
el Santo Padre expuso que mientras “nuestros abuelos cuidaban mucho que no se
tirara nada de comida sobrante”, ahora “el consumismo nos ha inducido a
acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento”.
Con palabras
fuertes, Francisco comparó el desperdició de comida con el robo a los pobres: “¡Pero
recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa
del pobre, de quien tiene hambre!”
Además, el Papa
pidió encontrar una solución directa a este problema: “Invito a todos a reflexionar
sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de
identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean
vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados”.
Días después, el
Santo Padre mediante su cuenta en Twitter, repitió estas mismas ideas: “El
consumismo nos impulsa a desechar. Pero la comida que se tira a la basura es
como el alimento que se roba al pobre, al que pasa hambre”. (@Pontifex_es 7 junio 2013)
El estilo directo
del Papa Francisco, que con palabras sencillas expresa mensajes contundentes,
pone rápidamente ante la opinión pública los temas candentes de hoy. Ante esta
eficacia mediática, a más de uno le podría dar la impresión de que “por primera
vez” un Pontífice hace una denuncia pública de una desgracia mundial como la
hambruna.
Pero no es así. También
lo había hecho los Pontífices anteriores, como Benedicto XVI que en la
Encíclica “Caritas
in veritate”, n. 27, señaló que “el hambre no depende tanto de la escasez
material” sino de la “falta un sistema de instituciones económicas capaces” de
asegurar el acceso al agua y a la comida.
Además, el Papa
alemán propuso como solución “el desarrollo agrícola de los países más pobres
mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistemas de riego,
transportes, organización de los mercados, formación y difusión de técnicas
agrícolas apropiadas.”
Todos los Papa de
nuestra época han denunciado los grandes problemas mundiales, pero cada uno la
ha hecho a su estilo, de acuerdo a su propia personalidad. En esto hay una gran
continuidad en el Pontificado romano, que es como un gran concierto: es la
misma melodía, pero a distintas voces.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión