Año 8, número 351
Luis-Fernando Valdés
En este inicio de
año, no deja de sorprender que la libertad religiosa ocupe las primeras planas.
Esta semana el asombro fue mayor, porque la amenaza a este derecho fundamental
proviene del Presidente Obama, que pretende imponer el pago de anticonceptivos
incluso a las instituciones dependientes de las Iglesias. Aquí hay algo más que
una cuestión religiosa.
Barack Obama
decidió exigir que los planes de seguro médico preventivo incluyan métodos
anticonceptivos, mediante una regulación, que entraría en vigencia el 1 de
agosto como parte de la implementación de la reforma de la salud pública (“Patient
Protection and Affordable Patient Protection and Affordable Care Act”), la
cual exigiría a los planes de seguro ofrecer esterilizaciones, anticonceptivos
y abortivos a todos sus beneficiarios, a menos que trabajen directamente con
una iglesia. [Noticia]
Kathleen Sebelius, Secretaria de Salud de EUA. |
Desde el verano
pasado, instituciones católicas (hospitales, escuelas, etc.), pidieron que no
se aplicara esta medida. Por su parte, en diciembre, un grupo de más de 60
líderes evangélicos, bautistas y judíos expresaron su oposición a esta ley en
una carta al presidente Barack Obama. [Noticia]
La Secretaria de
Salud, Kathleen Sebelius, anunció que las instituciones católicas han recibido
una prórroga de un año (hasta el 1 de agosto de 2013), para que intenten
encontrar una forma de hacer compatible esa norma con los principios morales
más básicos. [Noticia]
Mons. Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York. |
Ante esta declaración
de Sebelius, el arzobispo de Nueva York, Mons. Timothy Dolan, simplemente
desenmascaró lo que va de fondo: “Obama está diciendo que tenemos un año para
aprender a averiguar cómo violar nuestras conciencias”. [Noticia]
En efecto, la
medida impuesta por Sebelius excede el ámbito de la salud e invade el campo de
las conciencias. Por eso, Mons. Dolan, declaró que “nunca antes el gobierno
federal había forzado a los individuos y a las organizaciones a salir al
mercado a comprar un producto que viola su conciencia”. Y expresó que “esto no
debería suceder en un país donde el libre ejercicio de la religión figura en el
primer lugar de su lista de derechos”. [Video,
y noticia]
Ante este
atropello a la libertad religiosa en Estados Unidos, intervino Benedicto XVI
mismo. En una reciente reunión con obispos de que aquella nación, denunció “ciertos
intentos de limitar la más inapreciable de las libertades de América: la
libertad de religión”, y en particular se refirió a “las tentativas específicas
para negar el derecho de objeción de conciencia por parte de individuos e
instituciones católicas con respecto a
la cooperación en prácticas intrínsecamente malas”, en directa alusión a esta
nueva regulación sanitaria (Discurso
del 19.I.12; video).
Con su habitual
profundidad, el Papa llegó al fondo de la cuestión: el reducir “la libertad
religiosa a la simple libertad de culto, sin garantías de respeto por la libertad de conciencia”. En otras
palabras, la libertad religiosa no se puede limitar al ejercicio exterior del
culto, sino que debe incluir también el ejercicio interior de seguir la propia
conciencia.
Por esto mismo,
una ley de salud pública que obliga a muchos ciudadanos a actuar contra la
propia conciencia, y no les respeta el derecho de objeción de conciencia por
motivos religiosos, en realidad es una ley injusta.
Esta normativa afecta
no sólo a las confesiones religiosas, sino también a toda la sociedad, porque
ahí donde la ley misma viola un derecho humano, se rompe el Estado de Derecho.
No es cuestión de favorecer a las Iglesias, sino de garantizar la libertad de conciencia
de todo ciudadano.
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