domingo, 31 de julio de 2005

La moral ¿se aprende o se inventa?

Luis-Fernando Valdés

La moral es el arte de usar bien la libertad, como expusimos el domingo anterior. Un buen amigo me dijo que estaba de acuerdo con esa «teoría»: es razonable afirmar que cada uno debe aprender a vivir de la mejor manera. Pero disentía en que pueda haber un modo de vivir válido para todos, pues cada uno debe determinar qué es vivir bien.
La cuestión de fondo es que hay dos posibilidades. Una afirma que para vivir virtuosamente hay que aprender, y otra sostiene que cada uno inventa ese modo de vivir. La primera implica que ese modo de vida se puede aplicar a todos los seres humanos, y por eso todos tendrían que recibir educación moral: se trata de la moral clásica, iniciada por los antiguos griegos. La segunda conlleva la afirmación de que no existe una moral aplicable a todos, sino que cada uno debe construirla: es la moral relativista, de corte contemporáneo.
¿Cuál es la verdadera? Para descubrirlo, profundicemos en una experiencia cotidiana. Se trata del arte de aprender a tocar el piano. Para conseguirlo, se requiere de un profesor que nos enseñe a leer las partituras y las técnicas para colocar los dedos en el teclado. Y, a la vez, se requiere ensayar muchas horas. Para el piano son necesarios conocimientos y habilidades.
Supongo que coincidiremos en que nadie puede tocar una pieza, si no ha adquirido esos principios teóricos y esas habilidades. De igual manera, ante una persona que afirmara que no necesita aprender este arte musical, sino que ella lo va a inventar, consideraremos que muy probablemente fracasará, y que lo más seguro es que su piano, lejos de tocar música, sólo hará ruido.
Esta misma situación es válida también para la moral, independientemente de la religión que se profese o de la cultura en la que se viva. La moral es un arte: el arte de vivir. Por eso, la moral necesita conocimientos teóricos y habilidades prácticas. Los primeros los recibimos de nuestros padres y profesores, y las segundas las adquirimos mediante el ejercicio personal.
Para aprender a tocar el piano son necesarios tanto la teoría musical como la destreza en la ejecución. Esto mismo ocurre en el caso de la moral. Para aprender a vivir del modo más humano, se requieren unos conocimientos y unos hábitos. Si para tocar el piano, hacen falta conocimientos y destrezas, y nadie se queja con el argumento de que este arte «es relativo», «que cada quien le haga como le parezca mejor», entonces ¿por qué extrañarnos de que la moral no sea «relativa», sino que implique conocimientos y habilidades?
Así como no basta ponerse frente a un piano y oprimir teclas para que haya música, tampoco es suficiente tener uso de razón y ponerse a tomar decisiones libres para obtener la felicidad. Es preciso aprender de otros seres humanos cómo debe comportarse un hombre.
Y también son necesarios los hábitos para adquirir el arte de vivir plenamente. No basta saber teóricamente como comportarse. Hace falta, además, el hábito de portarse bien. Como en el caso del piano, aunque el estudiante haya escuchado durante horas grabaciones de Mozart, aunque sepa de memoria las notas y las técnicas, no sabrá tocar el piano mientras no adquiera el hábito de pulsar con maestría el teclado.
Como en cualquier arte, para vivir del modo más humano, más digno y más feliz, hace falta conocer los principios morales y desarrollar los hábitos para actuar correctamente. Así como un pianista «relativista» no llega a producir música, vivir «relativamente» tampoco consigue la felicidad en plenitud.

Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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