Año 13, número 640
Luis-Fernando Valdés
Cantantes y
futbolistas prestigiosos han adoptados niños nacidos en “úteros de renta”. A
pesar de las sonrisas, detrás existe toda una maquinaria de explotación a
mujeres y de venta de niños.
La maternidad subrogada, vientre de alquiler, o renta de utero, es una explotación contra la mujer; implica tratar al bebé como mercancía (Foto: P36) |
Sin embargo, el
apoyo de intelectuales y activistas de los derechos de las mujeres no apoyan
este tipo de adopciones. Por ejemplo, la periodista sueca, Kajsa Ekis Ekman,
especialista en tráfico de mujeres, afirmó que aunque “la subrogación puede
haber sido rodeada de una aura de felicidad Elton-johniana”, “detrás de ella
hay una industria que compra y vende vida humana” (The
Guardian, 25 feb. 2016)
2. Toda maternidad subrogada es
explotación. Un informe del Comité de Bioética de España (CBE), institución
que asesora al Gobierno español, explica que “todo contrato de gestación por
sustitución, lucrativo o altruista, entraña una explotación de la mujer y un
daño a los intereses superiores del menor y, por tanto, no puede aceptarse por
principio”. Teresa López, presidenta del CBE, sostiene que “no se puede
convertir al menor en un objeto que puede ser comprado”. (El
Mundo, 19 mayo 2017)
La periodista K.
E. Ekman presentó la noticia de que el Parlamento sueco prohibiría esta los
vientres de alquiler, que la industria de explotación de mujeres hace “bebes a
la medida para satisfacer los deseos de los ricos del mundo”. Además, ahí “una
madre no es nada, privada incluso del derecho de ser llamada ‘mami’ ” y, en
cambio, “el comprador lo es todo”. (The Guardian, cit.)
3. Los hijos no son un derecho. El tema
de fondo desde el que se justifica la gestación subrogada es dar por un hecho
que toda persona tiene derecho a tener un hijo. César Nombela también del CBE
explica que “el derecho de tener un hijo no es absoluto. No se puede plantear a
toda costa, mediante cualquier práctica que permita la tecnología”.
Y añade que la
importancia de la gestación en el proceso procreativo y en la vida de cada ser
humano “no debe relativizarse” y que, en consecuencia, “se debe proteger el
vínculo de cada ser humano con su madre biológica”. (El Mundo, cit.)
Además, con la
maternidad de alquiler, las mujeres pierden su dignidad, pues son tratadas como
meros objetos, que ni siquiera pueden decidir sobre el hijo que están gestando.
Es muy significativo que el movimiento feminista en España, en junio de 2015,
impulsó la campaña “No
somos vasijas” para evitar la legalización de esta práctica, sosteniendo
que “las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de
los criadores”.
Epílogo. Los hijos son un don, un
regalo. Cuando esto se pierde de vista, los hijos se consideran un “derecho”.
Entonces, sería un derecho exigir tener un hijo. Y luego qué fácil es además de
exigirlo, mandarlo hacer y comprarlo. Así tristemente el bebé pasa de “hijo” a
“mercancía”, y la mujer se queda como un mero recipiente.
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