Año 13, número 621
Luis-Fernando Valdés
La realidad de las
tragedias sociales y políticas nos hace preguntarnos: ¿Es posible conservar la
esperanza, aquí y ahora, en un mundo donde parece que el mal prevalece? El Papa
Francisco ofreció unas respuestas durante su viaje a Milán.
Francisco saluda a unos presos de la cárcel "San Vittore" de Milán (Foto: news.va) |
1. Gestos y mensajes de esperanza. El
Obispo de Roma viajó la semana pasada a la capital de la Región de Lombardía,
en el norte de Italia. Por tratarse de un viaje dentro de la península itálica
misma, esta visita apostólica tuvo menos impacto mediático que si hubiera sido
un visita apostólica internacional.
Como el Papa trató
sobre la esperanza en las adversas circunstancias actuales, sus gestos y
mensajes expresados durante esta breve visita de un día, el pasado 25 de marzo,
pueden ser válidos para muchas otras regiones del mundo, necesitadas también de
aliento moral.
2. El Papa en las “periferias” Milán. Siguiendo
su costumbre, el Pontífice dedicó buena parte de este viaje a visitar sectores
desfavorecidos y a conversar con la gente más humilde y sencilla. Francisco
explicó que procede así, porque “la Iglesia no debe quedarse en el centro a
esperar sino que tiene que ir al encuentro de todos, ir a las periferias,
encontrar no creyentes y no cristianos”.
En el popular
barrio de Case Bianche (Casas Blancas), donde viven familias gitanas,
musulmanas y de inmigrantes de varias nacionalidades, el Papa se reunió con
varias familias, entre ellas una formada por musulmanes con varios hijos, para
escuchar sus problemas. (La
Nación, 25 mar. 2017)
Además, el
Pontífice visitó la cárcel “San Vittore”. Acompañado únicamente por el Cardenal
Angelo Scola, Arzobispo de Milán, saludó a los detenidos y detenidas, y visitó
de modo privado a algunos de ellos en sus celdas. Poco después tomó los
alimentos con un centenar de presos.
Esta cercanía del
Papa suscitó alegría entre los reclusos, quienes le aseguraron que “su
presencia es para todos un gran signo de esperanza que nos da fuerza y ánimo,
restituyéndonos esa dignidad que a menudo olvidamos y considerados ‘entre los
últimos de la sociedad’, tenemos el riesgo de perder en la oscuridad y en la
angustia de la vida carcelaria”. (Minuto
Uno, 25 mar. 2017)
3. Dios, presente en este mundo. En la
homilía de la Misa celebrada ante un millón de personas, el Papa abordó dos
preguntas que hoy mismo inquietan a la gran mayoría de los creyentes: “¿Cómo es
posible vivir la alegría del Evangelio hoy dentro de nuestras ciudades? ¿Es
posible la esperanza cristiana en esta situación, aquí y ahora?”
Francisco esbozó
una respuesta, al comentar el pasaje bíblico del anuncio del Ángel Gabriel a la
Virgen María. Explicó que la cercanía de Dios nos produce esperanza, y dijo que
“Dios mismo es Quien toma la iniciativa y escoge quedarse, como hizo con María,
en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, llenas de ansias y anhelos”.
El Papa puntualizó
que se encuentro con Dios sucede “dentro de nuestras ciudades, de nuestras
escuelas y universidades, de las plazas y de los hospitales”. Y añadió que “el
nuevo encuentro de Dios con su pueblo tendrá lugar en un sitio que normalmente
no nos esperamos, en los márgenes, en las periferias”. (Vatican.va,
25 mar. 2017)
Ciertamente, la
violencia y el mal hoy día parecen dominar a nuestra sociedad. Sin embargo, el
mal no tiene la última palabra porque Dios está presente en nuestro mundo. Hay
esperanza, porque Dios también se hace presente ahí donde el hombre parece
destruir a su prójimo. Eso es lo que atestigua el Papa con su presencia y sus
palabras en las “periferias existenciales”.
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