Año 12, número 564
Luis-Fernando Valdés
Aunque pasó un
poco desapercibido, por la impresionante acogida que recibió el Papa en México
unas horas después, el encuentro entre Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú
merece un comentario, porque se trata de un acontecimiento religioso histórico,
que puede además servir de pauta para la reconciliación social.
Histórico encuentro entre el Patriaca de Moscú, Kirill, y el Obispo de Roma, Francisco, en Cuba. (Foto: AP en www.bbc.com) |
1. Historia de la separación. En 1054,
se dio la separación oficial entre Roma y Constantinopla, mediante la mutua
excomunión (o sea, la terminación de la comunión, de la unión común).
Como en 954 había
comenzado la evangelización de Rusia por parte del patriarcado de
Constantinopla, cuando un siglo después se produjo el cisma, Rusia se separó de
Roma y quedó sólo en comunión con los ortodoxos griegos.
Los motivos de la
reptura fueron tanto de orden cultural como teológicos. Por una parte, los
católicos son de tradición latina y los ortodoxos de lengua griega. En el s.
XI, Bizancio (hoy Turquía) era un Imperio, mientras que Roma dependía de los
reyes francos y germanos.
Estas diferencias
culturales dieron lugar a diferencias en la doctrina, como el primado del Papa,
pues mientras que para los católicos el Obispo de Roma tiene jurisdicción sobre
el resto los obispos, los ortodoxos consideran que el Papa es un obispo más,
cuya primacía sería sólo honorífica, un “primus inter pares” (‘primero entre
iguales’).
2. Los intentos de unidad. Después del
Concilio Vaticano II (1962), el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico
Atenágoras I, en una declaración conjunta, cancelaron las aquellas excomunión
mutuas (7 dic. 1965).
En 2013, Bartolomé asistió a la toma de posesión de
Francisco como obispo de Roma. Por primera vez en la historia, un Patriarca de
Constantinopla acudía a un acto de esta naturaleza.
3. El encuentro. El periodista de la
BBC, Daniel García Marco, fue muy acertado al comentar que “pocas veces el
calificativo ‘histórico’ estuvo tan justificado” (bb.com,
11 feb. 2016). Así, la Isla de Cuba, territorio alejado de Europa y de
gobierno laico, se convirtió en el lugar de encuentro entre Roma y Moscú (12
feb. 2016).
El Papa Francisco iba de camino a México y el
Patriarca Kirill comenzaba una visita a comunidades ortodoxas en América
Latina. Durante el encuentro de dos horas a puerta cerrada, en el aeropuerto de
La Habana, Francisco llamó “hermano” al Patriarca. Al final, ambos líderes religiosos firmaron
un importante acuerdo.
4. ¿Qué nos une ahora? El documento
oficial marca una pauta muy novedosa para el diálogo ecuménico. Primero
reconoce que sí hubo unidad durante los primeros mil años, luego reconoce los
conflictos que dieron lugar a la separación (n. 5), pero después plantea mirar
hacia delante: para “superar las diferencias históricas”, ambas Iglesias
buscarán una “respuesta común” a los desafíos que el cristianismo enfrenta en
este cambio de época (n. 7).
El reto principal
–aunque no el único– que abordarán juntos católicos y ortodoxos será la
persecución de cristianos en Medio Oriente, por parte de los yihadistas (nn.
8-12). Ambas confesiones orarán “por
el regreso de los refugiados a sus casas, por la curación de los heridos y el
descanso eterno del alma de las víctimas inocentes” (n. 11).
La reconciliación entre Roma
y Moscú nos muestra que las religiones han aprendido a dialogar, y que este
diálogo va más allá de las cuestiones teológicas, porque el punto de encuentro
es la promoción del hombre, de la paz y de la solidaridad con los que sufren.
Ojalá que este modelo sea tomado en cuenta para resolver también conflictos
sociales y políticos.
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