Año 11, número 529
Luis-Fernando Valdés
La encíclica
“verde” del Papa Francisco ha suscitado tanto muestras de apoyo como reacciones
críticas. Algunos medios se han enfocado en destacar este contraste, más que
centrarse en el contenido mismo del texto. ¿De qué trata la “Laudato si’ ”?
Lo primero que hay
que considerar es que se trata de un texto religioso católico, que versa sobre
un problema universal que afecta a todos los habitantes del planeta tierra.
Esto significa que la encíclica comparte preocupaciones comunes sobre el
problema del medio ambiente, y que les da una respuesta católica: desde el
Evangelio, leído desde la Tradición y apoyado en la Doctrina Social de la
Iglesia.
Se trata de una
gran novedad en la que la Iglesia Católica se abre al diálogo para buscar una
respuesta común con toda la gente del planeta, ante el urgen problema ecológico.
“Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental
que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”,
explica Francisco (n.14).
La carta encíclica
“Laudato si’ ” (LS) es muy compleja, porque integra muchas temas, a los que
estudia desde ejes comunes, como son entre otros la íntima relación entre los
pobres y la fragilidad del planeta y la convicción de que en el mundo todo está
conectado (nn. 15 y 16).
Así, la primera
parte del documento pontificio es un diagnóstico sobre “lo que le está pasando
a nuestra casa común”. Ahí el Papa invita a “tomar dolorosa conciencia” de las causas
del problema ecológico (n.19).
El Pontífice señala
cuáles son esas causas: la contaminación y el cambio climático, la cuestión de
la escasez y distribución del agua, el deterioro de la calidad de vida humana y
la degradación social, junto con una “inequidad planetaria” (es decir, “los más
graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más
pobres”: n.48).
En el capítulo
segundo, el Papa señala con valentía que esta crisis tiene “raíces humanas”, y
se enfoca en el mal uso de la tecnología, que otorga “un dominio impresionante
sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero”, y que históricamente ha
sido mal utilizada en las guerras para destruir al ser humano (n.104).
Ante este problema
de la tecnología, Francisco propone una nueva “cultura ecológica”, que consiste
en “una mirada distinta, un pensamiento,
una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que
conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (n.111).
Pero la propuesta
del Santo Padre no concluye ahí. También incluye que
haya un “diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional”
(n.164), que la política y la economía dialoguen para favorecer al hombre (n.189)
y que las religiones dialoguen con las ciencias (n.199).
Y luego de esta
base común con todos los humanos, el Pontífice propone una “educación y
espiritualidad ecológica” (n.202). Pero no se trata de fundar una religión
común, sino que es una propuesta de espiritualidad basada en la tradición
católica, que habla de conversión, de alabanza a la Trinidad y del recurso a
Santa María.
De esta manera, la
LS nos presenta el liderazgo moral de Francisco que hace causa común con todos
los humanos para enfrentar el problema ecológico, buscando lo que todos tenemos
en común y compartiendo la espiritualidad católica con los hombres de buena
voluntad.
Esta breve
exposición no agota la riqueza de la LS, tanto en su contenido –que merece ser
conocido y reflexionado– como en las reacciones que ha suscitado. Por eso,
seguiremos tratando sobre ella en las próximas columnas.
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