Año 11, número 510
Luis-Fernando Valdés
Ya son dos años
que Benedicto XVI salió de la escena pública de la Iglesia católica. Desde
entonces han sido pocas sus apariciones, pero su retiro ha hecho brillar más
que nunca sus enseñanzas. ¿Cuáles son las más recientes lecciones de Joseph
Ratzinger?
El entonces joven profesor Ratzinger. Jubilado, el Papa emérito nos da sus mejores lecciones. |
La vida de Joseph
Ratzinger ha sido apasionante. De la mano de su vocación al sacerdocio y a la docencia
de la Teología, el hoy Papa emérito ha sido protagonista de los sucesos
recientes más importantes de la vida de la Iglesia: el Concilio Vaticano II, el
pontificado de Juan Pablo II y luego su elección y renuncia como Papa.
A dos años de su
retiro, resulta más fácil comprender que las mejores enseñanzas del Papa
emérito no están plasmadas en sus centenares de artículos y decenas de libros,
ni tampoco en sus magníficas homilías y catequesis, sino en su propia vida.
El prestigio
intelectual del Pontífice emérito ha sido reconocido desde que él era un joven
profesor universitario. Y de igual manera, ya desde sus tiempos de colaborador
de Juan Pablo II tenía fama de ser un hombre sabio, es decir, lleno de
conocimientos que sirven para guiar la propia vida. Pero ahora es su existencia
misma la que brilla.
Centremos la
atención en el episodio de su renuncia al Pontificado romano, porque ahí se
muestra nítidamente una gran lección para la vida, llena de sabiduría, que sólo
puede enseñar una persona humilde, convencida de que lo mejor para ella es
aceptar la verdad de sus límites.
Aquel 11 de
febrero de 2013, Benedicto XVI anunció su renuncia y explicó que lo hacía “siendo
conocedor de la gravedad de este acto, pero también sabiendo que no estoy
preparado para desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que este
requiere.” [Noticia y video]
En otras palabras,
el Papa alemán reconocía así que su incapacidad para atender la problemática
eclesial. Y es admirable que dio prioridad al bien de toda la Iglesia que a su
prestigio personal.
Esta decisión no
era nada fácil, puesto que su predecesor, san Juan Pablo II, expresamente
decidió no renunciar, sino permanecer hasta el final; además, habían pasado
siete siglos desde el último Pontífice que había renunciado. Pero desafío a la
historia para beneficiar a la Iglesia.
Junto con su
renuncia al cargo máximo de la Iglesia católica, Benedicto XVI expresamente
anunció su retiro de toda actividad pública, para no causar ni confusión ni
división en la Iglesia. Y afirmó que su actual misión es apoyar al Papa
Francisco: “Hoy veo como mi única y última tarea sostener su Pontificado en la
oración”. [Ver]
Ha sido el Papa
Francisco, quien lo ha puesto de nuevo ante los reflectores, pues lo ha
invitado a diversas ceremonias, para significar la unidad. Además, el Pontífice
argentino ha dicho que es estupendo que Benedicto viva en el Vaticano, porque
“es como tener un abuelo sabio en casa”. [Ver]
Desde hace un par
de años, el Papa emérito no es noticia… ¡y ésa es la gran noticia! Benedicto
nos enseña así cómo llevar sabiamente el final de una vida intensa. El Profesor
Ratzinger nos da la última gran lección: entender cuándo acaban nuestras
fuerzas y cuándo debemos dar paso a quien nos relevará. Esto es un gran legado
para nuestra cultura, plagada por la ambición de poder.
Como dijimos en su
momento, Benedicto posiblemente pasará a la historia como el “Papa sabio”
que supo entender que la Iglesia de hoy necesita un Pontífice con salud física
–y no sólo espiritual–; y también como un Papa que, por amor a su grey, no
permitió que su vejez perjudicara la dirección del Pueblo de Dios.
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