Año 10, número 457
Luis-Fernando Valdés
La ONU publicó un
informe que acusa a la Santa Sede de no hacer nada para evitar la pedofilia.
Esta noticia apareció en los medios como un regaño de la ONU al Vaticano por
incumplimiento. ¿Qué sucedió en realidad?
Kirsten Sandberg, presidenta del Comité de la ONU para los Derechos de los Niños. |
El pasado 5 de
febrero, el Comité para los Derechos del Niño de las Naciones Unidas dio a
conocer un informe de 16 páginas en el que reprocha al Vaticano de no haber “tomado
las medidas necesarias para afrontar los casos de abuso sexual a niños y
protegerles”.
Para entender este
conflicto, veamos primero el contexto. En 1989, la ONU estableció un tratado
conocido como la “Convención sobre los Derechos del Niño”. La Santa Sede fue
uno de los primeros países en firmarlo, en 1990.
Cada cierto
tiempo, los países miembros deben dar un informe sobre los derechos de los
niños en su demarcación. El pasado 16 de enero, como comentamos en esta
columna, el Vaticano rindió su informe, con datos contundentes, como el cese de
casi 400 sacerdotes pedófilos en los últimos años.
Ahora, el Comité de
la ONU publica su respuesta a ese informe de la Santa Sede. Pero, aunque el
documento de la ONU coincide en sus propuestas con las líneas de tolerancia
cero ya tomadas por la Sede Apostólica, más bien parece desconocer las medidas
de transparencia del Vaticano implementadas en los últimos tres años.
El documento de la
ONU indica que “el Comité está gravemente preocupado por que la Santa Sede no
haya reconocido la extensión de los crímenes cometidos, no haya tomado las
medidas necesarias para afrontar los casos de abuso sexual a niños y
protegerles, y haya adoptado unas prácticas públicas que conducen a la
continuación del abuso y a la impunidad de los perpetradores”.
Y pide al Vaticano
que “retire inmediatamente” a todos los miembros del clero que hayan cometido
abusos sexuales a menores, o se tenga la sospecha de ello, y que los entregue a
las autoridades civiles, en lugar de moverlos “de parroquia en parroquia”.
Sin embargo,
quienes hemos seguido este importante caso notamos que el informe se basa en
acusaciones anteriores al 2005, y que no hace referencia a todas las medidas de
Benedicto XVI tanto legislativas como ejecutivas, entre ellas la figura del
fiscal anti-pedofilia, el reconocimiento público de esos crímenes, la remoción
de no pocos obispos encubridores y la medida de entregar a las autoridades
civiles a los clérigos que cometan ese crimen.
Es muy curioso que
el Comité no haya tomado en cuenta el trabajo realizado por el Vaticano. El Observador
permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Silvano Maria Tomasi, manifestó,
sobre este aspecto negativo del documento, “que parece que ya hubiera sido
preparado antes del encuentro del Comité con la delegación de la Santa Sede
(16-I-2014)”.
¿Qué hay de fondo?
La clave de este informe es ideológica, como se pude leer en las criticas a las
Santa Sede sobre la homosexualidad y sobre el aborto. Pero esto no concuerda
con el texto de Convención de 1989, que en su preámbulo habla de la defensa de
la vida y de la protección de los niños antes y después del nacimiento.
En este caso
concreto, se puede apreciar que un Comité de la ONU utilizó una estrategia de
desprestigio a la Iglesia (“no protegen de los pedófilos a los niños”), para
filtrar una ideología (homosexualidad y aborto) mediante la descalificación de
la postura de la Iglesia. ¿No es esto un atropello a la libertad religiosa?
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